El vocablo «reforma», por ejemplo, que antes de la era neoliberal tenía una connotación positiva y progresista -y que fiel a una concepción iluminista remitía a transformaciones sociales y económicas orientadas hacia una sociedad más igualitaria, democrática y humana- fue apropiado y «reconvertido» por los ideólogos del neoliberalismo en un significante que alude a procesos y transformaciones sociales de claro signo involutivo y antidemocrático. Para nadie es un misterio que esta época tan especial, en
la cual el capitalismo ha experimentado una reestructuración regresiva a
escala planetaria, se encuentra dominada por una ideología: el
neoliberalismo. Éste se ha convertido en el sentido común de nuestro
tiempo, si bien es cierto que su penetración e importancia práctica se
distribuye de manera sumamente desigual según países y regiones. Así como
en el pasado aun los líderes más despóticos y autoritarios no dejaban de
exaltar el valor de la democracia y de asegurar que los regímenes que
presidían eran auténticas expresiones de la misma, en nuestro tiempo los
gobernantes parecen competir en un concurso para ver quién declara con más
ahínco su adhesión a los principios del «libre mercado.»Atilio Borón (1).
El contexto
Desde la primera mitad de la década de los ochenta, el desarrollo
latinoamericano se encuentra bajo el influjo de las políticas neoliberales.
La década de los noventa se constituyó en el momento culminante de su
aplicación, cuando se perfilaron los países modelo de acuerdo al llamado
Consenso de Washington (2). Chile primero, Argentina y México después,
fueron los que marcaron el derrotero que había que seguir para integrar a
América Latina al nuevo contexto: el de la economía globalizada. Como
apunta Atilio Borón (3), el neoliberalismo se asentó sobre cuatro
dimensiones:
– a. La avasalladora tendencia a la mercantilización de derechos y
prerrogativas conquistados por las clases populares a lo largo de más de un
siglo de lucha, convertidos ahora en «bienes» o «servicios» adquiribles en
el mercado.
– b. El desplazamiento del equilibrio entre mercados y Estado, un fenómeno
objetivo que fue reforzado por una impresionante ofensiva en el terreno
ideológico que «satanizó» al Estado mientras se exaltaban las virtudes de
los mercados.
– c. La creación de un «sentido común» neoliberal, de una nueva sensibilidad
y de una nueva mentalidad que han penetrado muy profundamente en el suelo
de las creencias populares. Como sabemos, esto no ha sido obra del azar
sino el resultado de un proyecto tendiente a «manufacturar un consenso»,
para utilizar la feliz expresión de Noam Chomsky, y para lo cual se han
destinado recursos multimillonarios y toda la tecnología mass-mediática de
nuestro tiempo a los efectos de producir un duradero lavado de cerebro que
permita la aplicación aceitada de las políticas promovidas por los
capitalistas. Este conformismo también se expresa en el terreno más
elaborado de las teorías económicas y sociales por aquello que en Francia
se denomina «el pensamiento único».
– d. Finalmente, el neoliberalismo cosechó una importantísima victoria en el
terreno de la cultura y la ideología al convencer a amplísimos sectores de
las sociedades capitalistas -y a la casi totalidad de sus elites políticas-
de que no existe otra alternativa. Su éxito en este terreno ha sido
rotundo: no sólo impuso su programa sino que, inclusive, cambió a su
provecho el sentido de las palabras. El vocablo «reforma», por ejemplo, que
antes de la era neoliberal tenía una connotación positiva y progresista -y
que fiel a una concepción iluminista remitía a transformaciones sociales y
económicas orientadas hacia una sociedad más igualitaria, democrática y
humana- fue apropiado y «reconvertido» por los ideólogos del neoliberalismo
en un significante que alude a procesos y transformaciones sociales de
claro signo involutivo y antidemocrático.
El neoliberalismo, por lo tanto, más que una doctrina o una simple
colección de medidas económicas, constituye una verdadera corriente
civilizatoria propia del capitalismo en su actual etapa de desarrollo, es
decir, dominado por el capital financiero sustentado sobre la revolución
tecnológica acaecida en la segunda mitad del siglo XX.
Esta corriente civilizatoria transformada en sentido común, habiendo
llegado a todos los rincones de la sociedad (desde los más públicos hasta
los más íntimos), ha alcanzado a la institución universitaria, afectándola
tanto “desde afuera” como “desde adentro”. En estas condiciones, la
institución universitaria se ve cada día más cuestionada (tanto “desde
fuera” como “desde dentro”), poniéndose en tela de duda su pertinencia
frente a los requerimientos del mundo actual.
El concepto de educación dominante
Bajo la racionalidad neoliberal, que acabamos de exponer, el sistema
educativo es analizado en relación a tres ideas fundamentales: eficiencia,
eficacia y calidad, que fueron originalmente acuñadas por la pedagogía
estadunidense del eficientismo industrial que traslada al campo pedagógico
y, en general al de las ciencias humanas, conceptos empresariales. De esta
manera, se vincula lineal y mecánicamente el sistema educativo con el
aparato productivo, subordinando el primero a los intereses del segundo. Se
considera a la educación como producción de capital humano, como inversión
personal y colectiva, la cual debe, por lo tanto, ser rentable en términos
económicos.
Estos son los principios que rigen los programas educativos para América
Latina de organismos internacionales como el Banco Mundial y el Banco
Interamericano de Desarrollo. Según este razonamiento, invertir mejor no
significa invertir más, sino desarrollar aquellas áreas educativas que
demanda el mercado y considerar la educación como una empresa que debe
mostrar su eficiencia, eficacia, rentabilidad y calidad. (4)
La universidad que se cuestiona
No toda institución universitaria es cuestionada. Quien se encuentra en el
centro de las dudas es la universidad pública estatal. Se remarca el
carácter estatal de la universidad pública porque de él deriva buena parte
de los cuestionamientos. En términos generales, y como ya se apuntó
someramente antes, lo estatal es considerado, desde la ideología
neoliberal, la principal rémora que impide el desarrollo y el progreso. Lo
estatal sería sinónimo de ineficiencia, corrupción, privilegios gremiales,
apatía y, en general, atraso. Por ello, lo estatal debe reformarse o, mejor
aún, reducirse o desaparecer. La reducción del aparato estatal (a través de
la venta de activos, de la reducción de las planillas, etc.) se constituye
en objetivo primordial de los gobiernos que impulsa políticas de carácter
neoliberal.
La universidad pública estatal no escapa a esta panorámica. Los argumentos
girarán, siempre, en torno a los aspectos antes mencionados y no vale la
pena repetirlo aquí. Las consecuencias serán varias e incidirán en muy
distintos ámbitos. Uno de ellos será el presupuesto que el Estado está en
la obligación de proporcionarle. Ubicándose el “gasto” en educación en el
ámbito de lo social, este se verá reducido y se le exigirá a la institución
universitaria que genere crecientemente sus propios recursos a través de la
venta de servicios. Por otro lado, se verá compelida a “racionalizar” el
gasto, lo que incidirá, en primer lugar, en la reducción de su planilla,
sobre todo de personal estable, lo que provocará el crecimiento de una masa
de profesores flotantes que prestarán sus servicios de forma esporádica y
con formas de contratación precarias.
La venta de servicios
Esto generará dinámicas específicas al interior de la institución
universitaria. Por un lado, la venta de servicios reconfigurará: 1) el
perfil socio-económico del estudiantado en los programas en los cuales se
debe pagar; 2) la oferta académica porque, paulatinamente, se irán
privilegiandoaquellos programas que son “rentables”, es decir, que dejan
buenos dividendos económicos. Estos aspectos remodelarán a la universidad.
Por un lado, la estratificará en varios sentidos: 1) porque habrán espacios
académicos exitosos económicamente y, por lo tanto, con recursos suficiente
para acceder a mejorar su infraestructura física, tecnológica, etc., y para
que sus académicos se formen, participen en actividades internacionales,
etc. Por otro lado, estarán aquellas áreas que, por distintas razones
(ideológicas, por no estar en la corriente dominante privilegiada por el
neoliberalismo, etc.) no pueden generar exitosas ventas de servicios, lo
que las transformará en unidades pobres, a veces carentes hasta de los
recursos mínimos para poder funcionar.
Entre las primeras generalmente se encuentran las unidades académicas
vinculadas a las áreas tecnológicas (sobre todo la informática), los
idiomas (sobre todo las que tienen que ver con la enseñanza del inglés), y
los cursos de postgrado. Entre las segundas las humanidades (en primer
lugar), las artes y las ciencias sociales. Las dos primeras serán
consideradas, en términos generales, prescindibles, en la medida en que no
tienen directo carácter instrumental, son críticas con el mundo circundante
y no se ubican en la racionalidad tecnológica. Esto generará, por lo tanto,
una estatificación interna al interior de la institución.
2) La universidad también se estratificará de otra forma: tendrá
estudiantes con más y otros con menos recursos. Los primeros exigirán (y se
considerará legitima su exigencia en razón de que están pagando) buenas
instalaciones, clases con apoyo tecnológico apropiado, profesores
eficientes y… buenas notas.
El personal flotante
El principal impacto que tiene el crecimiento de una población de docentes
que no se encuentran ligados a la universidad por lazos estables de
contratación es el decrecimiento del compromiso con sus objetivos y
programas. Estas formas de trabajo precario, inestable, a veces temporal,
reproduce formas de trabajo propias de las maquilas y el trabajo informal
(5), aquel que a veces creemos confinado a las esquinas de nuestras
populosas ciudades en donde se nos venden baratijas, frutas, dulces o
cualquier otra cosa. Esto incidirá de manera directa en la calidad de la
docencia pero, sobre todo, de la investigación, la cual será cada vez más
artículo de lujo al que se accede después que ha sido satisfecha la primera
y más importante tarea a la que se le irá reduciendo a la universidad: la
de graduar profesionales.
Una primera conclusión que podemos derivar de lo antedicho es que la
cultura neoliberal se ha enquistado con fuerza al interior de la
universidad pública, y que esto tiene como uno de sus resultados la
existencia, en su seno, de dos universidades:
• una que “avanza con el tono de los tiempos” y otra que “se queda
rezagada”, cuestionando, oponiéndose o resistiendo al rumbo de los
acontecimientos;
• una que accede a mejores condiciones de infraestructura física y
tecnológica, y otra a la que a veces le falta hasta lo elemental;
• una que se compromete con los fines y objetivos de la universidad y otra
que la ve como “un trabajo” más.
• Una con estudiantes con problemas económicos que a veces ponen en riesgo
su estadía en la institución, y otra con muchachos y muchachas que abarrota
los estacionamientos con sus automóviles.
Una universidad menos democrática, más excluyente, menos crítica;
fracturada y contradictoria.
La educación superior privada
“Es bastante deseable que todos los jóvenes, independientemente de la
riqueza, de la religión o del color, o, también, del nivel social de sus
propias familias, tengan la oportunidad de recibir tanta instrucción cuanto
puedan asimilar, siempre que estén dispuestos a pagar por ella, sea en el
presente, sea a costa de rendimientos superiores que percibirán en el
futuro, gracias a la instrucción recibida.” Milton y Rose Friedman(6)
El modelo neoliberal de educación, que la entiende como un “servicio” que
puede ofrecerse en un mercado en el que compiten distintos oferentes,
promueve el surgimiento explosivo de universidades privadas. Estas tienen
una oferta de servicios académicos en donde se vislumbran “nichos de
mercado” determinados, es decir, en donde se tiene certeza que contarán con
una gran demanda.
«Macdonalización de la enseñanza» han dado en llamar algunos al lento pero
inexorable proceso de integración de la enseñanza superior al mundo del
mercado. Y justamente este paralelismo que parece ser meridianamente claro
y «correcto» a la hora de graficar un proceso de cambio que implica, además
de globalización, un fuerte desarrollo tecnológico que permite la
diseminación del conocimiento, suscita fuertes controversias.
A propósito de esta comparación, el Director General Adjunto de Educación
de la UNESCO, John Daniel, señala tres puntos que pueden ayudarnos a
reflexionar sobre la evolución que vive hoy la educación: en primer lugar
según él, a pesar de su ubicuidad, lo que esta cadena gastronómica brinda,
es una proporción mínima de lo que la gente consume; en segundo lugar,
vende porque a la gente le gusta la comida que sirve; y por último, la
clave de su éxito está en que ofrece un menú limitado de platillos
disponibles en locales idénticos y con el mismo sabor y calidad en todas
partes del mundo.
Más allá de ello, el eje de la controversia educacional radica en si esta
evolución -o comercialización de la educación- es positiva o no para la
enseñanza y para la sociedad.
Lo que si está fuera de debate, es que la educación se está transformando
en un commodity. No en vano la educación superior ha pasado a ser objeto de
estudio de la firma Merrill Lynch, especializada en inversiones bancarias.
Tampoco es casual que las dos principales firmas dedicadas a comercializar
la educación superior en Estados Unidos (Apollo y Sylvan Learning) coticen
hoy en Wall Street y que el Acuerdo General de Servicios Comerciales (GATS)
haya incluido a la educación en una lista de servicios a ser privatizados.
Y por ahí parecen pasar hoy las claves del problema. Si la educación es
redituable -que lo es- ¿quiénes determinarán los contenidos de los «Menús
Combos» de estos «McDonalds de la pizarra»? O bien, siguiendo el
razonamiento de John Daniel en cuanto a que la oferta de estos Fast Foods
representa una mínima proporción de la comida que la gente consume, no es
despreciable el hecho de que cada vez es también menor… «la gente que los
puede consumir». ¿Es realmente cierto que lo que ofrecen es lo que gusta al
«consumidor»?, o bien es lo que sirve al mercado.
Por un lado se argumenta que la masificación de la educación superior
beneficia a los estudiantes potenciales ya que se reduce los costos de
producción y por ende se pone el «producto» al alcance de mayor número de
personas. Así, las ventajas parecen pasar exclusivamente por una mayor
diseminación del conocimiento. Un conocimiento que en apariencia está cada
vez más cerca de los «ciudadanos comunes» a través de las nuevas
tecnologías o mediante la apertura de los mercados a proveedores
extranjeros de educación, que apuntan en particular a los países menos
desarrollados, quienes buscan suplir de esa forma sus carencias.
Por otro, la incontrastable realidad parece mostrar día a día cómo el
mercado estandariza el menú y los combos se preparan pensando en los
comensales de los países desarrollados, para quienes los ingredientes
educativos -las asignaturas- deben satisfacer el sabor de la ecuación
costo-beneficio, en desmedro de las materias más «insulsas» -o menos
rentables- como las ciencias humanas. No sólo se limita el espectro de
asignaturas ofrecidas; se lo restringe al modelo occidental hegemónico. Ni
hablar del costo que implicará el acceso a estos menús educativos, ya que
la comercialización de la educación superior supone la privatización de la
oferta educativa. Una oferta que cada vez más gente mirará desde fuera, por
la imposibilidad de acceder económicamente a la misma, agudizando así la
desigualdad social.
Finalmente, la controversia hoy pasa también por reconocer que dejar a la
educación a merced de las fuerzas del mercado implica desconocer que esta
es un derecho reconocido por la Declaración Universal de los Derechos
Humanos. Este debate se centra, de igual modo, en aceptar la importancia
que la educación tiene y debe tener para el desarrollo de las sociedades.
En este entendido, y a juzgar por lo que se comienza a ver, esta
Macdonalización parece suponer que la investigación está motivada no por lo
que conviene al bien común sino por lo que las grandes empresas consideran
lucrativo.
En este marco, la universidad privada se constituye en uno de los motores
que profundizan la segmentación, la fragmentación y las desigualdades
sociales: podrá estudiar en ellas quienes tengan los recursos para costear
una carrera. Para ello, se establecen sistemas de financiamiento que
endeudan a los estudiantes y sus familias, los cuales deben rembolsar
préstamos (a veces cuantiosos y a largo plazo) una vez que obtengan un
título y se incorporen al mercado laboral.
¿Alternativas?
Evidentemente, los cambios que se suceden en la educación superior
latinoamericana en la contemporaneidad, y que hemos venido puntualizando
hasta aquí, son producto de las profundas transformaciones que sufre el
sistema social en general, enmarcado en los procesos de globalización
neoliberal que tiene lugar desde la primera mitad de los años ochenta del
siglo XX.
Como es ampliamente conocido, América Latina se ha convertido en la región
del mundo en donde, a partir de finales de la década de los noventa, se ha
venido experimentando una serie de movimientos socio-políticos que exploran
la forma de desvincularse de ese tipo de modelo de desarrollo. Estos
movimientos encuentran su génesis tanto en formas políticas tradicionales,
como en aquellas que se desprenden de la acción de los nuevos movimientos
sociales. Todas deben ser entendidas como búsquedas, como propuestas, como
intentos por encontrar alternativas más democráticas al estado de cosas que
anteriormente presentamos.
Inmersas en las dinámicas antes descritas, las instituciones universitarias
parecen no tener suficiente dinamismo para generar cambios que las
transformen y resuelvan las situaciones de ambivalencia en las que se
encuentran. Desde su seno, sin embargo, grupos vinculados a los llamados
nuevos movimientos sociales, o desde estos mismo, han surgido algunas
propuestas en torno a cómo reorientar la educación superior pública; dada
su naturaleza, éstos ponen énfasis en la creación de modelos educativos que
tengan una estrecha ligazón con las necesidades e intereses de aquellos
grupos que, habiendo sufrido las mayores consecuencias negativas de la
implementación de las políticas neoliberales, han adquirido altas cotas de
conciencia política contestataria frente al sistema. Las propuestas
resultantes son, por lo tanto, portadoras de un alto contenido de
criticidad frente al sistema, y pugnan por la construcción de un
pensamiento alternativo al prevaleciente en la esfera de lo oficial.
A continuación presentamos, a manera de ejemplo, dos casos que ilustran lo
antedicho; el primero de ellos, que nace del seno de la Escuela de
Psicología de la Universidad de Rosario, Argentina, se preocupa por renovar
no solamente los contenidos vehiculados sino, también, gestar nuevo
conocimiento a partir de procesos participativos. El segundo, nacido de uno
de los movimientos sociales de nuevo tipo más conocidos de América Latina,
las Madres de la Plaza de Mayo, de Argentina, recuerda aquellos ensayos de
centros populares vinculados a la educación que el naciente movimiento
contestatario (obrero, sindical, anarquista, socialista y espiritualista)
de principios del siglo XX impulsó.
Caso Nº 1:
Una experiencia auto-organizativa en gestación como alternativa a la
universidad estatal en descomposición y la universidad de mercado
emergente: la Universidad Experimental (UX) (Rosario, Argentina)
La universidad experimental (UX) es un proyecto que funciona en la ciudad
de Rosario, Argentina, y que se propone construir un espacio público
no-estatal en el que coexistan tres áreas relacionadas: autoformación,
laboratorio teórico y co-investigación. Es un intento de producir formas
constituyentes de militancia que tengan como terreno existencial los
problemas del saber y el pensamiento, de su producción y de su capacidad de
producir efectos políticos en las experiencias de auto-organización social.
Es por ello que se propone ir más allá de la crítica de la universidad
estatal en descomposición y de la universidad de mercado emergente. En este
sentido, la universidad experimental prefigura la universidad pública
no-estatal (7): un modelo de universidad contemporánea alternativa a la
universidad de mercado. Para ello, se avanza también en la elaboración de
un horizonte de composición con movimientos sociales que sostengan procesos
de autoorganización a través de los cuales se construyan formas de vida
basadas en la autonomía de la producción colectiva.
Organización
1. autoformación: una organización modular
Se propone un recorrido que pueda irse deteniendo en distintos dispositivos
de producción de subjetividad contemporáneos (8): el amor, el trabajo, el
mercado, la universidad y las problemáticas de género. Y a través de ellos,
dentro de ellos, contra ellos, más allá de ellos, los procesos de
autoorganización, los dispositivos de autoalteración de la vida que
producen tiempos y espacios de singularización en los que podemos decidir
cómo queremos vivir.
2. laboratorio teórico
La idea de contar con un laboratorio teórico radica en el deseo de
construir un colectivo de trabajo para imaginar conceptos, hipótesis y
maneras de pensar que luego puedan ponerse en disponibilidad como
herramientas o recursos para el pensamiento en situación. Como espacio de
práctica teórica, el laboratorio se orientaría a producir teoría no tanto a
partir de problemas y situaciones específicas sino a partir del trabajo de
la imaginación. Esto implica experimentar, probar, testear ciertas
configuraciones de pensamiento (hipótesis, conceptos), darles forma,
complejizarlas, y luego socializarlas para que devengan recursos
disponibles para las situaciones de intervención.
En suma, se trata de la constitución de un grupo que se reúna
periódicamente a formalizar y repensar los conceptos e hipótesis que
venimos utilizando y a imaginar otros nuevos que puedan vislumbrarse como
útiles de cara a un futuro.
3. co-investigación y auto-investigación
La co-investigación es una forma de investigación militante que supone un
trabajo de cooperación productiva entre colectivos heterogéneos, para poder
pensar a partir del encuentro ciertas problemáticas que no podrían pensarse
por separado, con la premisa de que el saber generado tiene que ser útil
para operar al interior de las prácticas que cada colectivo sostiene.
Por otro lado, la auto-investigación es otra modalidad de la investigación
militante en la cual un colectivo construye un proceso de análisis de sus
propias condiciones a partir de un recorrido exploratorio por los puntos
visibles e invisibles de sus prácticas.
En ambos casos, se trata de constituir experiencias de pensamiento que
intensifiquen el desarrollo de la autoorganización social.
4. ejes y espacios transversales
Los procesos de producción de subjetividad y sus relaciones con las
prácticas de autoorganización son ejes transversales que atravesarán todas
las instancias de la UX (subjetividad amorosa, subjetividad laboral,
subjetividad femenina, subjetividad mercantil, subjetividad universitaria,
etc.)
La UX desarrolla además un proceso permanente de investigación y formación
pedagógica, dedicado a pensar y proponer dispositivos pedagógicos
universitarios que constituyan un aporte metodológico a una experiencia de
estas características.
La UX dispone, también, de un conjunto de actividades transversales por
fuera del cronograma de los módulos de autoformación: debates, jornadas de
pensamiento y presentaciones de libros. Estos espacios estarán destinados a
presentar problemáticas específicas para intensificar redes de cooperación
productiva.
5. modos de participación
Las decisiones generales de la universidad experimental se toman en una
asamblea de problematización, elaboración y gestión. Esta asamblea asume la
coordinación general del proyecto, las relaciones políticas e
institucionales globales, el financiamiento, la promoción del espacio y la
gestión de lo imprevisto. Están planeadas reuniones semanales para
balancear, registrar, discutir, (auto)criticar, reflexionar sobre las
tensiones que vayan produciéndose, etc.
La gestión de cada módulo de auto-formación, de cada espacio de
co-investigación y del laboratorio teórico, es asumido por equipos
autónomos
de elaboración.
6. financiamiento
Los recursos financieros de la UX provienen de la organización de jornadas,
eventos y fiestas. Los participantes de las distintas instancias de la UX
(miembro de la asamblea de gestión, integrante de equipo autónomo de
elaboración, cursante) están convocados a colaborar con el trabajo que hará
posible el sustento material del espacio.
Caso Nº 2:
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo
En 1999, la Asociación Madres de Plaza de Mayo, decide crear lo que ellos
llamaron “un nuevo espacio de resistencia”: la Universidad Popular. En
septiembre de ese año, a partir del Seminario de Análisis Crítico de la
Realidad Argentina (1983-1999) dictado en la Librería de las Madres y del
Café Literario «Osvaldo Bayer», comienza a constituirse este nuevo
proyecto, mientras se van levantando las futuras aulas.
En abril del año 2000, se inaugura el proyecto que busca ensamblar cultura
y política en la formación de los estudiantes.
Así esta Universidad Popular tiene el propósito de estimular un pensamiento
crítico y organizar ámbitos grupales de reflexión creativa. Articular la
teoría y la práctica, generar herramientas para disputar la hegemonía
intelectual, abrir un espacio para que los sectores populares y los nuevos
movimientos sociales puedan participar y crear formas de construcción
política.
La Universidad Popular se propone superar las prácticas educativas del
sistema, legitimadoras de la opresión. La Universidad pretende recuperar
las tradiciones de luchas populares, transformar la sociedad y a nosotros
mismos, en el saber y la lucha.
Todos los espacios de discusión político-académico que construye la
Universidad Popular encuentran su validez en la praxis que se ha sostenido
a lo largo de estos años de experiencia junto a las Madres de Plaza de Mayo.
Integran la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo más de ochocientos
estudiantes y ciento cuarenta docentes quienes, participan en las distintas
Carreras, Seminarios y Talleres apoyados todos ellos por un equipo de no
docentes, llevando adelante en su conjunto este proyecto.
La Universidad dicta:
1) Carreras: Derechos Humanos, Psicología Social, Periodismo de
Investigación, Economía Política y Social, Educación Popular, Cine
Documental, Cooperativismo, Psicodrama, Lic. en Trabajo Social y a partir
del año 2007 Abogacía, las dos últimas con título habilitante.
2) Seminarios: Leer El Capital, Introducción al Psicoanálisis, Teología de
la Liberación, Arte Rehabilitación e Integración Social y Seminario de
Lectura: Pensadores Marxistas Latinoamericanos.
3) Cátedras Bolivarianas: Historia Latinoamericana, Historia del Movimiento
Obrero.
4) Clases Públicas: Conflictos Sociales y Lucha Obrera, La Historia
Argentina que no nos contaron, Ciclo de Resumen Latinoamericano.
5) Materias de cursada obligatoria para todas las Carreras: Cátedra de
Formación Política Ernesto Che Guevara, Cátedra de Formación Política
Carlos Marx, Cátedra Historia de las Madres de Plaza de Mayo.
Integran la propuesta político-cultural de la Universidad, la Biblioteca
«Julio Huasi», la Librería de las Madres, el Café Literario «Osvaldo
Bayer», Ediciones Madres de Plaza de Mayo y la Videoteca de las Madres,
completando la oferta de material necesario para el desarrollo de los
estudios e investigaciones de estudiantes y docentes.
En sus pocos años de existencia, la Universidad ha gestado numerosas
producciones académicas: videos, cortos, libros, cuadernillos; además de
establecer y profundizar lazos solidarios y de mutuo aprendizaje con
diversos movimientos sociales: trabajadores desocupados, fábricas
recuperadas, asambleas barriales, piqueteros de todo el país.
La Universidad está constituida por un Consejo Directivo, con
representación estudiantil, docente, no docente y de las Madres de Plaza de
Mayo. Un Comité Académico formado por Coordinadores de Carreras y
Seminarios Anuales. Un Comité Administrativo integrado por estudiantes,
docentes y no docentes. Juntas de Carrera en las que participan docentes y
estudiantes de las distintas disciplinas que se dictan en la Universidad
Popular.
Conclusiones
1. El modelo civilizatorio neoliberal ha penetrado en la universidad
pública estatal y ha provocado, en su seno, el desencadenamiento de una
serie de procesos que desnaturalizan algunos de los objetivos básicos para
los que fueron creadas en América Latina. Uno de ellos, que debe asociarse
el tipo de universidad que nació con la reforma de Córdoba a inicios del
siglo XX, es el que se propone que la educación constituya un mecanismo (a
veces el principal) de movilidad social contribuyendo, de esta forma, a la
democratización de la sociedad en su conjunto.
2. La universidad pública se ha visto compelida a desdibujar el modelo de
institución abierta a todos los sectores sociales, viéndose inmersa en
procesos que la orientan hacia la comercialización de los servicios que
ofrece.
3. La puesta en marcha de este modelo ha propiciado, también, una cada vez
mayor segmentación al interior mismo de la universidad. Aquellas áreas que
se encuentren más en consonancia con la concepción tecnocrática del
desarrollo que promueve el neoliberalismo y que, por lo tanto, serán objeto
de una mayor demanda, serán más “exitosas” en la venta de servicios y
tendrán más recursos. Las humanidades, las artes y las ciencias sociales se
encuentran en el ámbito de las disciplinas y áreas del conocimiento
consideradas prescindibles por este modelo, con lo que se transformarán en
espacios tendentes a la marginalidad.
4. El paradigma de educación superior del neolibealismo es la universidad
privada. Esta sido promovida tanto por los gobiernos como por los
organismos financieros internacionales. La universidad privada contribuye a
reproducir los rasgos antidemocráticos que se deriva de la cultura
neoliberal, y colaborará en la creación de una sociedad cada vez más
desigual y polarizada.
5. Las alternativas a esta situación son difíciles de ubicar. No se detecta
que las instituciones públicas de educación superior latinoamericanas
generen movimientos que rompan radicalmente con esta situación, aunque de
su seno puedan surgir propuestas que sí se lo propongan. A tono con los
tiempos que corren, éstas pondrán especial énfasis en plantear iniciativas
que vinculen a la universidad con los nuevos movimientos sociales, que hoy
por hoy, tienen buena parte del protagonismo antisistémico que caracteriza
a la convulsa situación política latinoamericana. ¿Podrán surgir de ahí
nuevas propuestas educativas que renueven los vínculos de la universidad
con la sociedad en su conjunto? ¿Podrá la universidad retomar su papel
democratizador en la estructura social? ¿Tendrán esas nuevas propuestas la
fuerza suficiente para no transformarse, también ellas, en propuestas para
una elite? ¿Serán capaces las experiencias nacionales que impulsan
alternativas al modelo neoliberal en América Latina, de gestar un tipo de
universidad que responda a los requerimientos de esa época de cambios
socio-políticos inéditos que construyen; que responda a las necesidades de
la crisis ecológica en marcha que amenaza con ponerle fin a la presencia
del género humano sobre la Tierra? Estas y muchas otras preguntas quedan
sobre el tapete.
Notas:
1) En “Sobre mercados y utopías: la victoria ideológico-cultural del
neoliberalismo”; Memoria; México, marzo 2002.
2) Se entiende por Consenso de Washington un listado de políticas
económicas consideradas durante los años 1990 por los organismos
financieros internacionales y centros económicos con sede en Washington DC,
Estados Unidos, como el mejor programa económico que los países debían
aplicar para impulsar el crecimiento. Estas políticas pasaban por: 1) la
disciplina fiscal; 2) el reordenamiento de las prioridades del gasto
público; 3) la reforma impositiva; 4) la liberalización de las tasas de
interés; 5) una tasa de cambio competitiva; 6) la liberalización del
comercio internacional (trade liberalization); 7) la liberalización de la
entrada de inversiones extranjeras directas; 8) las privatizaciones; 9) la
desregulación; 10) los derechos de propiedad.
3) Op.cit.
4) Véase Orienta Caponi y Humberto Mendoza; “El neoliberalismo y la
educación” en
http://www.actaodontologica.com/ediciones/1997/3/neoliberalismo_educacion.as
p.
5) Son el resultado de las políticas de flexibilización laboral.
6) “La tiranía del statu quo”; Editorial Ariel; Barcelona; 1934; pg.. 188.
7) Dice su documento fundacional: “La universidad experimental no confronta
ni desconoce a la universidad estatal sino que la habita desde otra lógica.
A diferencia de otros proyectos militantes su gesto no es tanto el éxodo
como el campamento. Éste responde, antes que a una cuestión ideológica, a
una concreta disponibilidad de recursos. La hipótesis piquetera colabora en
mostrar la vinculación que tenemos con la universidad estatal: no queremos
disputar cargos, no queremos gestionar la institución, no queremos el
centro de estudiantes. Lo que nos interesa es la apropiación de recursos
para la autogestión de nuestros proyectos. En definitiva, apostamos a la
sustracción de los intercambios sociales universitarios sometidos a las
regulaciones estatales y mercantiles para componerlos con los procesos
autónomos de producción de la vida social. Intentamos funcionar como una
plataforma de conexiones entre los implicados en la experiencia y los
procesos de autoorganización social. Esperamos que este proceso de apertura
y articulación nos conduzca continuamente al rediseño del proyecto de la
ux”; en “porqué la UX”; Borrador UX 2007
(http://universidadexperimental.wiki-site.com/index.php/Borrador_ux_2007).
8) El acento de los módulos en aspectos de la subjetividad proviene del
hecho que la UX nace, como ya acotamos antes, en el seno de la Escuela de
Psicología de la Universidad de Rosario, y apenas empieza a expandirse
hacia otras áreas del saber y el conocimiento.
Rafael Cuevas Molina es profesor-investigador del Instituto de Estudios
Latinoamericanos (IDELA) y del Doctorado en Letras y Artes para América
Central (DILAAC) de la Universidad Nacional de Costa Rica.
Referencias:
Borón, Atilio; “Sobre mercados y utopías: la victoria ideológico-cultural
del neoliberalismo”, Memoria (México, marzo 2002).
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– Escrito por Rafael Cuevas Molina