Algunas ideas para resolver los interrogantes más frecuentes que se presentan cuando los chicos regresan a la escuela. ¿Cuándo pueden viajar solos a la escuela? A grandes rasgos hay ciertos temas a tener en cuenta.
Podemos decir que desde los 6 hasta los 7 años conviene que el chico valla acompañado durante ese período, su pensamiento está capacitado para tener en cuenta una sola cosa por vez. A esta edad tiene dificultad y no contempla imprevistos, como un auto que se cruce con el semáforo en rojo, o algún vehículo tomando una curva con exceso de velocidad.
Se puede en ese período estimularlo de a poco, así más adelante podrá viajar solo. Es una buena idea salir a hacer compras o simplemente a pasear, pidiéndole al niño que reconozca ciertos puntos del camino y que sea el mismo que guíe el recorrido.
Desde los 7 a 8 años, puede empezar a viajar solo en colectivo si las distancias no son lejanas. Conviene que las primeras experiencias las realice con un mayor. Resulta conveniente mostrarle puntos clave del recorrido.
A partir de los 8 a 9 años, el pensamiento es más complejo y abarca un número mayor de variables. Por eso está en perfectas condiciones de ir solo a la escuela. A esa edad puede estar atento a distintos factores y tiene una capacidad mayor de concentración. De todas formases conveniente de que lo acompañemos hasta estar seguros de que reconoce el camino. Prevenirlo de que no baje antes ni después de las paradas señaladas.
Desde los 9 a los 12 años ya está preparado para enfrentar casi todo lo que le sucede en la calle. Puede formularse hipótesis, combinar distintos factores y enfrentar con éxito situaciones que nunca experimentó.
Datos a tener en cuenta
Hay excepciones a la regla, que no tienen que ver con la maduración del chico. Si sale muy temprano, o vuelve tarde y tiene que caminar de noche, no conviene que valla solo. Sobre todo si vive en un Barrio oscuro, poco transitado o peligroso.
Es importante que los chicos no se sientan abandonados ni desprotegidos, porque instruyen que a los padres les resulta incómodo llevarlos y traerlos. Igualmente importante es no sobreprotegerlos sino estimular la confianza en sí mismos.
En todos los caso, lo mejor es charlar largo y tendido con los chicos antes de mandarlos solos. Tratar de ver como lo toman ellos, como un logro o una pérdida. Un poco de sabiduría casera, antes de salir de casa nunca está de más decirles: “No aceptés regalos de personas que no conozcas, ni de hombres ni de mujeres”, – “no hablés con extraños”, – “no subás a ningún vehículo por más que te digan que van de parte de papá o de mamá” – “ no te distraigás” – “tené cuidado con los autos”.
Los papás no deben trasmitir miedo, convirtiéndolo en un chico temeroso de todo lo que lo rodea. Pero sí explicarle que en la calle existen peligros y que debe estar muy atento. ¿Cómo? Describiéndole situaciones reales y verosímiles, con personas de carne y hueso. Por ejemplo, el caso de un desconocido que se le acerca y le ofrece golosinas, haciéndole entender que esa persona puede ser “mala”, que no acepte, que acuda rápido donde esté una señorita de la escuela y diga lo que le pasa, si no las hay que este junto a varios chicos.
Nada de mentiras o personajes increíbles como “El hombre de la Bolsa”. No conviene aislarlo de la realidad y meterlo en un mundo de “Caperucita Roja” y “Lobos Malos”. Los peligros son reales y son de carne y hueso. A los 9 años los chicos ya tienen conciencia de que los desconocidos pueden ser un peligro.
¿Y si no quiere ir al colegio?
Lo primero que hay que tratar de averiguar el motivo real que esconde esa negativa. Si recién comienzan las clase y el chico todavía “no se sacó el traje de baño” la repuesta es obvia: la “fiaca” de las vacaciones aún está demasiado presente. Un remedio eficiente es compartir los preparativos de las clases en familia, salir a comprar útiles, forrar cuadernos, etc. y vivir la vuelta al colegio como un programa divertido. Si las clases están avanzadas y el chico no quiere ir a la escuela es otro cantar.
Una razón muy frecuente es una mudanza reciente: Barrio, casa, escuela y compañeros nuevos, implican demasiadas novedades. Lo mejor es poner en conocimiento a la maestra para que ayude al chico a sentirse contenido y la adaptación será más rápida. En estas circunstancias resulta normal que sean 2 o 3 días que no quiera ir, pero después de esos días hay que ponerse firme y mandarlo aunque sea a disgusto.
Otro motivo muy común sobre todo en chicos de primero a tercer grado, es él pegoteo con la mamá. La mayoría de las veces es ella la responsable porque fomenta las faltas. Es el tipo de mujer que necesita sentirse imprescindible y le cuesta mucho asumir que los niños crecen y se independizan. Por eso mismo ella misma tendrá que modificar su actitud.
Si al niño lo dejan faltar una y otra vez porque sí, va a querer faltar cuando se le ocurra. Recuerde: no es bueno transformar la falta en un premio, y el colegio en un lugar de castigo.
“Se siente mal” ¿lo mando igual?
Muchas veces las mamas dudan cuando el chico está resfriado y no saben si mandarlo a la escuela. Si no está muy acatarrado ni molesto, y sin tos ni estornudos que faciliten el contagio, no tiene por qué faltar. No hay que sobreprotegerlo aprovechando dos estornudos para no mandarlo. Si lo vemos decaído, molesto y con pocas posibilidades de concentrarse y prestar atención, no tiene sentido mandarlo.
Si tuvo fiebre a la noche, es mejor que falte aunque a la mañana le baje la temperatura. La fiebre, se sabe es la reacción defensiva del organismo frente a un cuerpo extraño. En este caso, conviene que el chico haga reposo de un día para reponer sus defensas, si continúa debe ser visto por un médico.
– Por Laura Estefanía
– Fuente. RBC profesionales de Salta