Una de las favoritas de este festival con mayoría de obras de Buenos Aires bajo el lema “Late alto el teatro”, es El trompo metálico (en la J.C.D. a las 22 hs.) que se instala como una de las más sobresalientes de la nueva dramaturgia argentina. El mundo al revés de una familia que invisibiliza la buena educación.
Carla Pessolano es en El Trompo metálico , Catalina, y en El bergantín es Emilia, la de los anteojos con guantes verdes. Uno y otro trabajo, distan enormemente, pues precisamente la obra El bergantín no convenció actoralmente, en cambio la niña está lograda.
Catalina es la pequeña niña sabelotodo criada bajo la lupa de una educación opresiva y represiva, cuyo leit motiv parece anclar en la intelectualidad. Aspecto que se derrumba de a pedazos al tiempo que descubrimos una especie de monstruos en la función de padres: Richard, Diego de Paula, y Magdalena, Gretha Berghese.
Una escena que se abre con “Si basta para mí basta para todos”, ordena velozmente el mundo de Catalina: una ley paterna sin sentido, autoritaria, anacrónica y absurda. Cuando el padre dice basta en el juego del tutti fruti es suficiente para la “obediencia debida”. Pero esta Catalina que ocupa el lugar del aprendiente está en condiciones de soñar e ir más lejos que sus antagonistas; desde el otro lugar, los temibles padres podrían estar teniendo una pesadilla y sin embargo, no hay algo que indique que se trata de un mundo onírico. Salvo por el vestuario anacrónico de los personajes y porque Richard exclama que es un inventor.
El anacronismo bordea el absurdo y provoca humor como así también las frases absurdas de Richard: “naciste fallada” (ante la perfección de Catalina), “qué infantil” (ante un correlato perfecto sobre una interpretación de un cuento que hace Catalina), “somos pluscuamperfectos” (se dice a sí el padre), “tengo una hija infotraficante” (al enterarse que Catalina dictó en una prueba), “basta de barbarie quiero orden y progreso” (al referirse a la supuesta ignorancia de la niña), “peón de patria” (le dice a su hija porque esta es escolta derecha de la bandera de ceremonias en el acto del 9 de julio), “tenés una visión holocáustica del mundo” (porque la pequeña ve con buenos ojos la vida). Todo esto descubre una suerte de mundo al revés: mientras los padres de hoy se quejan porque sus hijos son poco pensantes estos padres se quejan porque la hija es demasiado pensante pero su conocimiento no les es suficiente, no los conforma incluso Richard llega a decirle que “modifique su actitud enciclopédica”. Hasta allí Catalina no había descubierto el secreto. Hay una especie de crítica a la enciclopedia y se cumple finalmente lo preanunciado por el padre porque ella logra ser feliz cuando rompe la estructura.
En la figura de Magdalena aparece la idea de la falsa intelectualidad ya que todo confunde y en el tutti fruti donde juegan con saberes supra académicos no puede llenar sus columnas y se queja de que la hija siempre la cuestiona. El mismo Richard no soporta que Catalina sepa más que él y decide empatar el juego.
Aparece en la obra un cuestionamiento sobre el falso conocimiento y la falta de pragmatismo pero pone a prueba “la mala sangre” de la pequeña. Se desliza una idea sobre la unión entre un argentino y una italiana que engendran el fracaso como prejuicio que ronda la estupidez argentina. ¿Por qué Catalina se va al Oriente? Emigra, gira como un trompo, quizá porque el conocimiento en este país no tiene cabida. Los intelectuales verdaderos son fracasados en este país, no progresan y jamás son reconocidos como merecen. La mentalidad es retrógrada, quizá en ello recala la anacronía. El trompo quedó por última vez en manos de Napoleón y ahora este juguete es como la lámpara mágica en manos de Catalina. ¿Será la mujer la que haga girar la historia? O la historia devorará a la mujer… como el intento de este padre-lobo casi siniestro, producto de una ley arbitraria.
Hay mucha condensación en la obra, muchas claves como especies de enigmas a descifrar. Cada cual elegirá el sentido mejor, el propio, como si la construcción final recayera en nosotros, especies de soñadores a los que se nos desafía con atravesar la censura. ¿Alojamos cada uno una fachada? ¿Somos esos padres terribles o nos ubicamos junto a niña para escapar con ella de un falso progreso?
¿Nace fallado el que piensa o el que cree que piensa?
¿Serán seres imaginarios, de tan absurdos, fantasmales; de tan librescos, ausentes?
Se registra una cultura decadente, como la del diccionario de bolsillo o la mínima instrucción de una revista infantil, la que usa Magdalena para aprender, que es el Billiken.
Catalina encuentra el mecanismo del juego: quizá sea girar sobre sí misma para hallar la respuesta o quizá las vueltas al aire condensan la ausencia, el mismo presente que se diluye a cada instante, el segundo que se vuelve pasado y que por un nuevo giro accionado con idéntico mecanismo, volvemos a repetirnos en el curso de los acontecimientos reales o en la representación de ellos.
Pero el padre es como el sistema mismo, devorador, es quien transmite la idea de un exilio en la propia casa donde la violencia atenta permanentemente contra sus habitantes, expulsándolos, arrojándolos como a un trompo. Y a rodar…
La ópera prima de Heidi, quien además se encuentra dando un curso de actuación en Salta, induce a la pregunta. Nos reímos del autoritarismo como si fuésemos cómplices de él, tan culpables de victimizar a Catalina como sus antagonistas de ficción. Hasta que no soportamos la falla del sistema, la corrupción de las instituciones, la decadencia de los valores, y nos tornamos dramáticos.
Diego de Paula es brillante y son muy buenas las actuaciones de Greta y Carla. Con una excelente dirección y un texto potente, nos quedamos solos, miramos desvanecerse el movimiento del trompo, casi como una pincelada perfecta de una existencia frágil y compleja. Creo, más allá de todo esto, que el trompo es la idea de un cambio, un rompimiento, un quiebre.
– Autoría: Heidi Steinhardt
– Actuan: Greta Berghese, Diego de Paula, Carla Pessolano
– Diseño de vestuario: Heidi Steinhardt
– Diseño de luces: Santiago Miró
– Asistencia de dirección: Ayelén Laxalt
– Coordinación artística: José Miguel Onaindia
– Dirección: Heidi Steinhardt
– Ayer a las 20 vimos Intemperie en La Fundación y a las 23, 30 Job en la sala Mecano
Acerca de Intemperie y Job, y de las obras que suben hoy a escena: Flia y Stéfano
Intemperie
Con poca afluencia de público a las 20 hs., vimos la obra “Intemperie”, 
que en general, fue un poco densa. En realidad cuando vi dos actores sentados en un banquito, idea que ya vimos en tantas obras, me pareció poco original. Como así también la valijita del actor con trillada composición de personaje. Cabe subrayar el trabajo de Georgina Rey que mostró mejores vetas compositivas y cualidades artísticas logradas.
Basada en El Square de Marguerite Duras. El y ella se encuentran a la “Intemperie”. Como todos los hombres y mujeres que hablan con palabras plenas de lágrimas y risas. Ella que persevera, desde la quietud, en su deseo de ser elegida, él que se mantiene constantemente viajando para soportar su soledad. Pero una tarde, en una plaza, a la Intemperie, se da un giro. Y ese encuentro, esa interrupción del tiempo de todos los días, los hará otros.
Ganadora del Premio producción teatral 2006 otorgado por El Instituto Nacional de Teatro. Ganadora del premio Teatro del mundo 2008 (trabajos destacados por la adaptación)
Adaptación: Claudia Carbonell, Alejandra Gonzales
Actúan: Georgina Rey, Fernando Armani
Escenografía: Marcela Bazzano
Realización escenográfica: Jorge Mondillo
Vestuario: Graciela Caruso
Diseño de Luces: Marcos Pastorino, Claudia Carbonell
Música Original: Fernando Lerman
Fotografía: Marina Devesa
Dirección: Claudia Carbonell
Job
La obra del Grupo La vela (México) es netamente efectista y muy narrativa. La idea del director está plasmada. En mi opinión, los efectos superan las actuaciones y ahondan lo que dice el texto pero seguramente, sin estos efectos, hubiese sido difícil de sostener teatralmente el discurso. Los lenguajes visuales aparecen con tanta fuerza que pasan a cobrar mucho protagonismo; no obstante, se muestra cierta desprolijidad en su uso lo que distrae permanentemente al espectador. La obra es interesante en muchos aspectos visuales, y en la disposición espacial.
Job está escrita por Enrique Olmos de Ita y dirigida por Darío Pantaleón, a quien conocemos por “Las chicas del 3 ½ flopis” , que se presentó en Salta hace varios años. Se basa en el libro de Job en el Antiguo Testamento, en el cual se relata con descarnada belleza las penurias y lamentos de un hombre fiel a su fe. Su clamor sirve de base para sentar en este montaje a un Job urbano y sujeto a las pruebas ya no de Dios y Satán como tales, pero sí a las fuerzas de la violencia y la impunidad que existen en la actualidad.
Un secuestro malogrado, y la víctima a merced de la voluntad de sus captores dan una anécdota simple que ofrece un manojo de datos e identificaciones: Job, Dios y Satán hacen la pieza. Como en el texto bíblico la voz de Job es el reclamo, el grito de la esperanza insatisfecha.
Para hoy
La obra Flia. de la Compañía de Teatro La Fronda, se presentará a las 20, en La Fundación. a las 22 en la Sala Juan Carlos Dávalos de la Casa de la Cultura, el público podrá disfrutar de la obra Stefano del Grupo La Apacheta.
– Flia. – Dirección: Ana Sánchez.
Los personajes se presentan según quiénes son y a qué se dedican, con sus deseos y sus Proyectos y durante el desarrollo se irán tejiendo los vínculos. Vínculos que darán por resultado una familia en la que hay una ausencia significativa y determinante: la madre.
Dos hijos en edad escolar, dos padres, dos hermanos en disputa por la casa y una mujer que busca su lugar dentro de este grupo familiar. Todos se encuentran y circulan alrededor de una mesa familiar en la que no es siempre la comida lo que los reúne, sino los conflictos expuestos o silenciados, la búsqueda de respuestas a esa ausencia y los recuerdos que si bien son compartidos no son coincidentes. Cada uno arma su propio álbum retratando a los otros en el pasado como un recorte de la memoria.
La vida familiar es el punto en común de estos siete personajes cuyos destinos son muy diversos, pero siempre signados por esos vínculos que los constituyen como familia.
– Stefano – Dirección: Guillermo Cacace.
Stéfano, músico napolitano, llegó a la Argentina en busca de estabilidad económica y renombre profesional (su mayor aspiración era componer una ópera que lo convertiría en una celebridad).
Se casó con una argentina, tuvo hijos y, ya mayor, ve como se le pasa la vida sin lograr ninguno de sus objetivos.
Tras enterarse de que ha perdido su puesto en la orquesta porque hace “la cabra” (ya no tiene aire en sus pulmones, es decir, ya no sirve como trombonista) y frente a la incomprensión de su familia, su vida pierde sentido. Conciente de que no ha podido realizar ninguno de sus sueños de juventud, su espacio vital se estrecha, se siente que ya no hay un lugar en el mundo para él y muere.
El conflicto se manifiesta con la tensión que se produce entre el deseo por el arte como concreción espiritual de la vida y los modos de la supervivencia que exige la realidad.
– Notas relacionadas:
Spregelburd: escenas de Acasusso podrían llevárselas El Bergantín
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“El Teatro Festeja: el país en el país”, corredor nacional en Salta _ http://www.salta21.com/spip.php?article2235
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