En otras oportunidades en esta misma columna, hemos puesto el acento en la estrategia que los gobiernos utilizan para anunciar las medidas en materia económica o financiera, con un dejo de complejidad para que, aun anoticiados todos de cuál es esa decisión, no se llegue a entender del todo.
En estos días y como primera medida puesta en marcha entre todas las otras imposiciones del FMI –que el oficialismo gobernante llama acuerdo- se ha ordenado que se reduzca drásticamente la llamada base monetaria, y dicho así, aparecería tal vez como una cuestión técnica, quizás a cargo del BCRA o de los bancos privados, pero claramente no es así.
Se trata de un tema que le afectará directamente a todos y cada uno de los ciudadanos de a pie de nuestra vapuleada Nación Argentina, que les recortará sus haberes, sus ingresos, su posibilidad de compra de bienes necesarios, y en definitiva se trata de ajustarle a todos, otra vez, el cinturón.
La famosa base monetaria no es otra cosa que la cantidad de billetes que circulan a diario en manos de la gente, sumada a la que tienen los bancos, y finalmente también se cuentan los depósitos que los mismos bancos hacen ante el BCRA. Es el cómputo total de dinero nacional circulante.
Por eso cuando Usted escuche que se va a restringir la base monetaria, eso quiere decir que el gobierno va a tratar de retirar de la calle, la mayor cantidad de dinero físico circulante, de los billetes con los que se opera a diario. Y eso se hace de diversas maneras, todo con la supuestamente loable finalidad, de reducir la inflación.
La teoría es que si se quita dinero del mercado, es decir si hay pocos billetes en mano de la gente, se va a tener menor posibilidad de comprar, y por eso habrá menos demanda de bienes y servicios, y de acuerdo a la teoría monetarista, como habrá pocos clientes queriendo comprar, los comerciantes van a bajar los precios. ¿Estos es así realmente? Minga¡
Ante el fracaso del control de la inflación, que es generada por la especulación financiera y no por la demanda (inflación de demanda), se quiere apagar el incendio con más nafta, pretendiendo ignorar que los empresarios ajustan sus precios por costos y no por la demanda, y que por ende la eventual reducción de la tasa de inflación será insignificante.
Si un comerciante necesitaba para cubrir sus costos vender –por ejemplo- veinte unidades de un producto, y ahora vende quince por la restricción de la base monetaria (porque la gente no tiene billetes), para cubrir sus costos sube el precio de los quince que vende, y como estos están caros, venderá luego doce, y entonces volverá a subir el precio de esos doce para cubrir los costos anteriores y así se genera rápidamente una espiral de inflación con estancamiento (estanflación). No se vende, pero igual los precios suben y suben.
No hay que ser un científico para darse cuenta que este sistema es lapidario de cualquier esperanza de desarrollo o reconversión de la economía de un País, y que siguiendo con estas recetas llegará rápidamente un mayor deterioro del mercado interno, es decir, del almacén, la carnicería, la mercería y la ferretería de cada barrio.
Con cada cierre de comercios minoristas afectados por la famosa restricción de la base monetaria, habrá cada vez menos personas con ingresos propios, y se producirá menos demanda, y el círculo viciosos de aumentará, y la recesión interna se hará insostenible.
Esto el oficialismo Macrista que ejecuta los planes diseñados desde el FMI para sostener este sistema perverso, lo sabe perfectamente, pues los números no pueden ocultarse. El INDEC ha informado el aumento del desempleo, la pobreza, la indigencia, y la caída de la actividad económica.
Cualquier principiante de estudios de economía se podría preguntar, ¿porqué si esto es tan simple y anunciado, y la caída de lo que queda de la estructura económica del País se visualiza como inevitable, se sigue con esta receta?
Y la respuesta es una sola y también muy fácil, el FMI de la mano de la señora LAGARDE sabe que la debacle vendrá sí o sí, y lo que quiere asegurar es el cobro de sus créditos, y los demás que se arreglen.
Y el dinero que se sacará de circulación irá mediante la colocación de Lebacs, Letes, Leliqs, etc; a los mismos bancos, que depositan a su vez en el BCRA sus recursos en esa especulación financiera, y de esa manera el Estado Nacional garantiza a los usureros del FMI los pagos pendientes.
Una vez hubo un presidente Argentino que en 1877 ante la paqueta Sociedad Rural, expresó sin sonrojarse: “Hay dos millones de argentinos que economizarán sobre su hambre y sobre su sed para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe en los mercados extranjeros”. Se ahorraba para pagar al extranjero con el hambre y la sed de los argentinos.
Hoy no son dos millones sino muchos más los que tendrán que pasar hambre y sed, para que la inserción en el Mundo anunciada por el presidente MACRI como la panacea de su programa de gobierno.
Con tasas de interés del 74% anual para colocaciones fantasmas de siete días de los especuladores, el aumento de la fuga de capitales, el remate diario de dólares del BCRA para contener al dólar, la recesión que se aumentará, la inflación que casi no parará, el desempleo que aumentará, y la falta de confianza cada vez mayor que no consiente tener que esperar futuros supuestos semestres de despegue, forman un cóctel peligroso para la estabilidad social.
Para que la falta de credibilidad sea perfecta, el actual titular del BCRA, Guido SANDLERIS ha vociferado que “ni loco compra dólares hoy” lo que el consciente colectivo rememora en el acto con otras pavadas anteriores, como “el que apuesta al dólar va a perder” o “el que depositó dólares recibirá dólares”. Mucho más si la frase viene de quien alguien que tiene sus ahorros en el exterior, y en dólares.
La prensa oficialista pautada ha comenzado a hablar del fracaso del plan económico, pero no hay que dejarse confundir. No puede haber fracaso de lo que nunca existió, la Argentina sólo tuvo una administración financiera especulativa desde el comienzo mismo de la gestión, con el pago a los fondos buitres y de allí en adelante. Nunca hubo ni hay un plan económico.
Solamente una vergonzosa gestión de meros administradores de fondos para la usura, un papel que el cipayo clásico argentino sabe hacer a la perfección.