Desde nuestro subconsciente tenemos claramente incorporada la necesidad y la imprescindibilidad de las escuelas para el crecimiento y organización del país.
Nuestro país desde su organización como Estado Nacional ha ido incrementando débitos con distintos sectores de nuestra sociedad, así tenemos la salud envuelta en oscuros y caros negociados; la vivienda siempre en déficit y las subsidiadas se comparan a conejeras; la tercera edad descuidada, botada como un desperdicio molesto; y hoy fuertemente arrasan con los niños desde antes de nacer, destruyendo la familia y condicionándolos a la inmadurez y la depresión existencial desde la cultura ambiente generada por oscuros y malditos intereses; con la comunidad educativa…un tema aparte, entre otros.
De ésta última podemos ver claramente un sistema que se contorsiona compulsivamente en su intento de dar repuestas a la demandas que le infiere la sociedad actual… Pero en realidad esta sociedad le da la espalda a la educación.
Otrora, la sociedad le demandaba a la escuela ciudadanos con capacidad para insertarse en el mercado laboral y de esta manera mantener y hacer crecer el sistema productivo y el mercado consecuente… Hoy estos últimos, se proveen de ciudadanos capacitados a su medida desde sus propios ámbitos, es decir, el perfil requerido es fabricado por sus propios demandantes.
Quizás se podría salvar la base escolar que hace a la persona no ser analfabeta, estamos hablando de la educación básica, lo cual de hecho no es suficiente para las exigencias del mercado laboral (y menos aún pensar esto para una inclusión social plenificadora de la persona) que en si es cada día más competitivo y estrecho.
Los esfuerzos de actualización legal del sistema educativo, de tecnificación de las escuelas, la intensa capacitación del docente, entre otras cosas, no resultan eficaces ya que las escuelas siguen dando pocas esperanzas a los alumnos para su realización personal reflejándose esta verdad en la poca competencia del joven al terminar sus estudios y el diminuto número de estos que logaran una profesión lucrativa.
Entonces, ¿para qué el sistema educativo? ¿El esquema estructural escolar de hace más de un siglo sirve para el presente? ¿La escuela hoy cumple su objetivo o es usada para otros fines?
El docente enseña aunque el sistema no cumpla su objetivo preestablecido y además tiene que atender a otros objetivos que no son los propios y que se fijan desde políticas estatales (parches sociales) por el gobierno de turno. ¿Quién retribuye esta tarea extra al docente?.
Es verdad que la escuela hoy en día es quizás la última frontera para el marginal, para el excluido, en donde después de esta, el joven o el niño, ya no tienen retorno a la sociedad organizada y establecida según los cánones consensuados por la mayoría. Realmente esta tarea es urgente, importante y profunda; y ahí está el docente cargando con este paquete, esforzándose, gastándose, entregándose al Estado con gran altruismo ya que no recibe retribución alguna ante tamaña empresa.
El docente, verdadero titán de la humanización social, de la vocación llevada a límites increíbles. Límites que rozan no pocas veces con un desgaste humano tremendo a nivel psíquico, afectivo y hasta a veces acelerar en estos su partida definitiva de este mundo. ¿Cuántos docentes mueren a temprana edad con su sistema inmunológico deprimido o por alteraciones de la presión o por fallas cardíacas o por otras razones de salud que no dejan de sorprendernos? Titanes, que dan su vida desde este ingrato sistema educativo, con heroísmo y hasta no pocas veces llegar al martirio.
¿Feliz día maestro? ¿Feliz día docente? ¡Ojalá el Estado, desde el cual se administra el bien público, achique esta deuda tremenda e histórica que tiene con la comunidad educativa! Así realmente el festejo de la vocación del educador será feliz!
