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sábado, noviembre 23, 2024

Terremotos, temblores, tsunamis, y Apocalipsis

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Cuando la estructura tiembla y las estanterías se comienzan a caer algunos se hacen los sotas no queriendo darse cuenta de lo que realmente está pasando: demasiado miedo para soportarlo y se hacen el bocho confundiendo la realidad con la ficción; total esto sucede lejos, aquí todo tranqui. Vidas de novela.

Otros entran en la paranoia escatológica y se piran de la realidad envolviéndose entre las nubes apocalípticas buscando de alguna manera consuelo y contención ante el terror de los sucesos. Vidas alienadas.

Un grupo más selecto intenta mantener la calma ante la amenazante tragedia que por lo bajo susurra la potencia destructora y alimentando la guardia existencial ante lo que realmente parece evidente se entregan resignados ante el destino fatal guardando un mínimo de esperanza de no ser alcanzados totalmente por esta y se dedican a acopiar cosas por las dudas: alimentos, lugares, energía, etc…. (Ojala no me toque o al menos me deje en pie, tendré algo para subsistir). Vidas resignadas y egoístas.

La realidad es que la tierra tiembla como nunca, que los mares se agitan formando gigantescas oleadas y que el clima enrarecido día a día desconcierta y asusta cada vez más.

A esto hay que sumarle el aporte de los medios de comunicación que no pocas veces alimentan el pánico, la desazón, la impotencia y en definitiva agigantan pesadamente el sentimiento de estar súper indefensos por la vida…

… nos guste o no este sentimiento de estar indefensos es lo más verdadero que se pueda experimentar ante la eminente tragedia natural. ¿Qué seguridad tenemos? ¿Cómo protegernos ante los avatares de la naturaleza? ¿Nos queda alguna posibilidad, alguna opción ante las fuerzas destructoras originadas por la madre naturaleza?

Los quizás y los tal veces mandan por estos tiempos y solo sirven para dejarnos enseñanzas que de última nos humanizan. El sentimiento solidario revive en las personas buenas; la generosidad, la mancomunidad de esfuerzos se ponen a la orden del día y verdaderamente nos sentimos más bellas como personas. Vidas dignas.

Finalmente, la madre naturaleza nos deja ver bien clarito que somos totalmente delicados, dependientes, súper indefensos. Que la autosuficiencia y la soberbia del hombre sobran para nada más que provocar daños entre semejantes y a la misma naturaleza.

Aquí estamos a merced del destino dirán algunos, otros a merced de Dios, y otros quizás aprendiendo a ser más humanos entre tanta deshumanización sin importar lo incierto del futuro, aprendiendo del pasado, atendiendo el presente y sembrando para un posible y mejor porvenir.

Las leyes naturales no se detienen y lo que el hombre siembra cosecha (la eterna formulita Aristotélica causa-efecto o en la física clásica se dice a cada acción le corresponde una reacción). En fin, la persona humana ha tenido tiempo para reflexionar y aprender de las tragedias naturales y artificiales. El hombre de hoy es administrador de una potente tecnología, de grandes fuentes de producción y energía y realmente lo que hay y se hizo hasta ahora humanamente hablando sobra para prevenir y superar crisis como la de los Tsunamis, terremotos y lo que fuere… En las sociedades más débiles las catástrofes se llevan más víctimas y en las más ricas se salvan más, obvio, axiomático, empírico y pragmático. Cargar de culpas a Dios o al diablo es realmente insensato… aunque el diablo puede estar metiendo su cola…

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