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domingo, noviembre 24, 2024

Jesús Rodríguez: periodismo y precariedad laboral, una lección de vida

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El corresponsal de Clarín, Jesús Rodríguez, le encuentra razón al reclamo de Ricardo López -quien le ganó un juicio a una radio-, pero le hace ver que la precariedad laboral no está en una sala de redacción, sino en el lugar donde se cubren los acontecimientos. Así vive, así piensa y así trabaja Jesús Rodríguez.

Confieso a los lectores de Salta 21 que ayer me sorprendí cuando leí el comentario que nos envió el periodista de Clarín, Jesús Rodríguez como aporte a la discusión sobre precariedad laboral en medios de prensa que se generó en este sitio.

Después de varios intentos telefónicos, ubiqué a Rodríguez para entrevistarlo. Y aquí lo tengo enfrente, con el rostro tostado.

¿Es un bronceado caribeño?

Para nada. Aprovecho mis ratos libres para dedicarme a cuidar los treinta rosales que tengo, regar a cada uno de los árboles, palmeras, parras y otras variedades, que entre todas suman más de un centenar. Será por eso que tengo un tostado caribeño. Pero a este entretenimiento -porque no cuido mi jardín por obligación-, no lo cambio por nada en el mundo.

¿Por qué no lo cambiás por nada?

Porque encontré el lugar donde resuelvo muchas cosas y donde he logrado, de la nada –es una forma de decir-, sacar temas periodísticos importantes que tienen mucha trascendencia. Te lo resumo, en mi jardín, encontré el espacio para pensar. Tal es así que siempre llevo encima una lapicera y una hoja de papel, donde armo una grilla de temas, y hasta las frases que se me ocurren en ese momento. Si me gustan, las reservo para mis futuros artículos.

¿Podrías decirme un par de frases que hayas usado en una nota de color?

A fines de los 80´ viajo a Susques, en pleno corazón del altiplano jujeño. Cuando entregué la nota,Claudio Andrada, un editor que ya se jubiló de Clarín, me observa el primer párrafo y me pide que le dé vuelo a la redacción. Entonces se me ocurrió: “Del otro lado del río, a la distancia, el pueblo aparece con su rostro marrón adobe…”

A Claudio le encantó. Pero aquella frase, me abrió el camino hacia las metáforas. Tengo una más reciente y la cito porque la escuché en un programa de televisión de la Capital Federal, dentro de un informe turístico sobre los Valles Calchaquíes de Salta. Mi artículo en Clarín, versaba sobre el pueblo fantasma de Alemanía, y lo comencé diciendo: “La única calle de Alemanía, que corre de sur a norte, tiene cien metros de soledad…” En el relato televisivo se dijo que “a la única calle de Alemanía su gente le puso el nombre Cien metros de Soledad, porque alguien emuló al gran escritor Gabriel García Márquez, y de ahí el nombre”. Quiero ir a Alemanía cuando tenga un tiempo libre, para corroborar si esa calle lleva ese nombre, porque de ser así, ya tengo una nota para la Revista Ñ.

Además de Clarín también se ve tu firma en Ñ…

No sólo en Ñ, sino en todos los productos que tiene Clarín, como la revista Viva, Genios, Pymes, y todos los suplementos como Educación, Espectáculos, Mujer, Deportes, Rural, Eco y Viajes. A esto hay que agregarle que escribo -salvo en Ciudad-, en todas las secciones del diario como El País, El Mundo, Sociedad, y Policiales. Creo que sobre Salta, que es mi provincia natal, escribí al menos 1.200 artículos (sin contar los “pirulos”) en mis últimos veinte años. En el 2008, cumplo los 25 años efectivos en Clarín.

¿Cómo fue tu formación periodística?

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Tengo un estilo propio, forjado desde muy abajo. Comencé con una escoba en la mano y le servía café nada menos que a los hermanos Antonio y Oscar Nella Castro, cuando estos dos grandes del periodismo salteño se juntaban en la Corresponsalía de Clarín donde hoy está el Banco Francés, con don Manuel J. Castilla, el Cuchi Leguizamón, Walter Adet, personajes que me quedaron en la memoria porque yo tenía 10 años de edad.

¡Diez años!

Si. Yo era canillita como mi tío José Gabriel, a quien se lo conocía como “Piragüita” porque él nació con una joroba, era menudo de estatura, pero hasta hoy sostengo que siempre tuvo un corazón inmenso que se ocultaba en su joroba. Mi tío tenía un kiosco de revista en la vereda del Bar Los Tribunales (Mitre y Rivadavia). Yo le llevaba el diario La Prensa (que era de color sepia), al Cuchi Leguizamón, cuando éste vivía frente a la Sociedad Española. Mi tío me enseñó el hábito de la lectura y esto ya lo demostraba en la escuela Brown donde me defendía muy bien en las composiciones que solicitaba mi maestra de apellido Tedín, en quinto grado.

Realmente te costó mucho llegar donde estás ahora…

Por supuesto que me costó mucho. Y si me permites, en la defensa por López que hizo un profesor, donde destaca el esfuerzo que hizo este muchacho para estudiar y trabajar en una FM de la UNSa, me tomo el atrevimiento de decir que el esfuerzo, no es una exclusividad de los pobres, sino del ser humano. Y el pobre que llega lejos, es porque aprovechó su inteligencia por el bien de su persona. Recuerdo cuando me casé hace veinte años, mi esposa que es docente, ganaba más del doble que yo. Pero ella me ayudó a superar todos los obstáculos, porque me conoció periodista y con el dinero justo que no alcanzaba para darnos ciertos gustos de flamante matrimonio. Sin ella, no hubiese superado tantas etapas hasta llegar –sin proponérmelo-, al cargo máximo de Clarín en una provincia, como lo es ser corresponsal.

¿Cómo llegaste a ser corresponsal?

jpg_clarin.jpg Se lo debo a Clarín. Cuando falleció don Antonio Nella Castro, quien fue el corresponsal de Clarín en Salta, me pidieron que me quede al frente de la corresponsalía por una semana. En ese lapso, ocurrieron dos cosas: la primera fue que en Buenos Aires, llovieron las propuestas de destacados periodistas locales para cubrir el cargo. Lo segundo, fue que en esos días, me enteré de un caso policial donde un hombre vio cómo una patota le destruía a pedradas el parabrisas de su camioneta. El hombre salió a la calle con una escopeta e hizo un tiro con el que hirió a varios, a uno de ellos en los ojos. Esta nota fue tapa de Clarín durante dos días, porque una semana antes, se había dado en Buenos Aires el caso del justiciero ingeniero Santos. Mi tema fue exclusivo y eso me permitió quedar al frente de la corresponsalía interinamente por dos años, donde aporté muchas notas y me gané el puesto sin reclamar nunca un pago retroactivo.

¿Por qué no lo reclamaste?

Porque la vida me enseñó a no morder la mano de quien te da de comer.

La verdadera precariedad laboral de un periodista

Un pedido de derecho a réplica de Javier López frente a la posición de Salta 21 en lo que respecta a su conflicto con radio Noticias dio pie a un foro de discusión sobre la precariedad laboral de los trabajadores de prensa. Jesús Rodriguez participa de ese foro con un comentario del que extractamos acá algunos tramos:

– “La precariedad laboral de los trabajadores de prensa no es algo que se haya descubierto en Salta, sino que forma parte de todos los periodistas que hay en el mundo.

– Salvando las distancias con aquellos que van a cubrir guerras, a investigar sobre narcotráfico, o cualquier nota que implique un riesgo para su vida, voy a citar algunos ejemplos de la precariedad laboral a la que se somete un periodista todos los días”.

– “La experiencia que le tocó vivir al señor Javier Ricardo López, y que lo llevó a entablar una demanda judicial a FM-Noticias, y que ganó, tiene que ver con lo económico, y fuera del ámbito del ejercicio del Periodismo, esto sin ninguna mala intención ni de desmerecer su condición de conductor de un programa radial de tango, y como corrector de pruebas de un semanario (según sus propias palabras)”.

Mosquitos, gas vomitivo, agresiones

Reproducimos a continuación fragmentos tomados de la nota publicada en el foro de discusión (Ver «Derecho a réplica…») que tienen que ver con experiencias difíciles vividas por Jesús Rodríguez en ocasión de su trabajo de periodístico:

– “Hace un tiempo atrás me tocó hacer una nota en Santa Victoria Este, en una camioneta maltrecha. Llegué con el atardecer en los talones. Aquí, pasé la noche bajo un árbol porque en el humilde rancho donde me prestaron una cama, no podía seguir aguantando los mosquitos, con el riesgo de que me pique una vinchuca y más aún, fue durante el brote de cólera (1992-1994)”.

– “Cubrí las duras movilizaciones del “Perro” Santillán, en Jujuy, donde descubrí que la Policía usó gas vomitivo de un remanente vencido que le perteneció al Ejército de los EE.UU. Ese día, cuando comenzó la represión frente a la legislatura jujeña, quedé en medio de la nube de gas que me dejó de rodillas y no paraba de vomitar junto a otras personas (está publicado en Clarín)”.

– “También me enfrenté con un grupo de piqueteros de General Mosconi que se molestó conmigo –y no fui agredido por la gracia de Dios-, porque en mis artículos sobre los cortes de rutas en el lugar, ponía como referente a “Pepino” Fernández, mientras que otros también querían figurar en mis artículos”

– «Ya que estoy con los cortes de rutas, en Tartagal Pedro (un fotógrafo de un medio nacional), estaba grave con el riesgo de que se le produzca una pancreatitis. La única alternativa para salvar su vida era trasladarlo urgente a Buenos Aires. Lo llamé a Fernando Palópolis, y le expliqué la situación. La devolución de llamada no tardó ni cinco minutos: “El gobernador Romero ya dio la orden de que el avión sanitario esté a las siete de la mañana en el aeropuerto de Mosconi. Pero voy a pedirte algo –me dijo-, que nadie sepa que el gobernador intervino en forma directa en este trámite”. Pedro llegó a tiempo para ser operado y salvó su vida».

– “Con estos antecedentes (que son muchos más), se puede hablar con fundamentos sobre la real precariedad laboral que debe enfrentar un periodista, porque en el campo de acción está la precariedad laboral y no dentro de una redacción, donde se puede dar que, al no estar de acuerdo porque no hay aire acondicionado, no tengo la más completa PC –ahora, antes tenías que escribir en la Olivetti-, o te pagan lo que uno considera inapropiado, y se complica si no se tiene una estabilidad laboral, más vale irse y volver a empezar en otro lado, cosa que muchos colegas que conozco, lo hicieron para siempre tener una puerta abierta”.

Nota relacionada:

Derecho a réplica: «Voy a hablar de la esperanza»

www.salta21.com/spip.php?article323&var_mode=calcul

(hacer click para entrar)


Comentario

Por qué el periodista debe tener un buen sueldo

Jesús:

Me sumo al debate en Salta21 (que sigo de cerca y sobre el que ya escribí en opadromo.blogspot.com). Te tengo un gran respeto, porque conozco tu trabajo, las coberturas que hacés en el Norte, los aportes a las emisoras capitalinas. Y es por eso que quiero ahondar en este debate con vos (que trasciende el juicio laboral que Ricardo López ganó a Fm Noticias). Hay algo en lo que discrepo profundamente. En tu nota, decís que “la experiencia que le tocó vivir al señor Javier Ricardo López, y que lo llevó a entablar una demanda judicial a FM-Noticias, y que ganó, tiene que ver con lo económico…”.

Dejemos ahora este caso concreto. El problema es que “lo económico” va en detrimento del trabajo del periodista. Un periodista que no tiene plata para ponerle pilas a un grabador, para hacer las llamadas telefónicas que considera necesarias o para tomarse un colectivo y lograr una cobertura de “x” evento en otro punto de la provincia, no puede hacer bien su trabajo.

Como verás, Jesús, no sólo tiene que ver con lo económico. Es verdad que el trabajo del periodista es, por los lugares y las noticias que le toca cubrir, precario en sí mismo. Tus ejemplos son claros. Sin embargo, creo que para algunos esa precariedad es aún mayor, cuando no tienen cobertura médica o el dinero para comprar medicamentos.

En el blog, un lector anónimo dejó este mensaje, con el que estoy de acuerdo: “La buena remuneración de los periodistas es necesaria y es urgente: para que se puedan desarrollar investigaciones a largo plazo, para excavar en las estructuras de poder”, afirma y añade que el amateurismo termina siempre con notas superficiales, con meros comentarios de programas de TV; hacen notas anodinas, totalmente funcionales al poder de turno.

Muchos buenos periodistas hoy tienen que buscarse otros trabajos (que nada tienen que ver con los medios de comunicación) para poder llevar el pan a sus hogares. Y en ese tiempo libre tratan de informarse y escriben o hacen programas de radio. Hacen lo que pueden y cada tanto le dan un buen cross a la mandíbula al poder. Pero lo ideal es que puedan trabajar como periodistas a tiempo completo, de una manera profesional. Serían mucho más nocivos para el poder. Los mejores salarios son precisos para conseguir un periodismo independiente y profesional. Espero tu respuesta.

Un abrazo, Daniel Medina

PS: En otro punto de tu nota marcás la diferencia entre el periodista que está en la calle y el de redacción. Creo que ese punto es mucho más complejo y en otra ocasión, con gusto, podríamos profundizar esa idea, que me ha parecido importante y es el puntapié inicial de otro debate.

NdR Daniel Medina trabajó en la Agencia DDN y en FM Noticias. Fue columnista de la revista Política y Cultura. También ejerció el periodismo en el programa “Ver o no ver” de FM Unsa, en el semanario Cuarto Poder y en el sitio Saltalibre.


Por la Protección Intelectual del Periodista

Daniel:

Antes que nada, muchas gracias por tus conceptos hacia mi tarea periodística, y me alegro de que te hayas sumado al debate, del cual espero, surjan planteos positivos que puedan plasmarse en un borrador para comenzar a buscar la forma de crear la Protección Intelectual del Periodista, a cargo del Estado Nacional, que vaya más allá de las leyes que asisten a los trabajadores aquí en la Argentina. Será, sin dudas, una tarea difícil, pero no imposible. Eso sí, se debería buscar la forma de tratar este tema fuera del ámbito laboral y gremial porque para estos dos últimos están las leyes laborales vigentes.

Que se entienda que la Protección Intelectual del Periodista, por parte del Estado Nacional debe contemplar los daños que la actividad provoque en la salud del periodista. Un periodista está expuesto diariamente a riesgos extremos como a ser secuestrado, asesinado, golpeado para callarlo, al estrés de la Redacción, y a sufrir un accidente en cumplimiento de la cobertura periodística. “No nos olvidemos de Cabezas”.

Que la Protección Intelectual del Periodista, por parte del Estado Nacional, otorgue un subsidio mensual de por vida equivalente al 100% de su último salario de bolsillo cobrado por el periodista que haya sufrido durante el cumplimiento de sus funciones, una enfermedad coronaria, cerebral o sufra una discapacidad física que le impida continuar con sus tareas, y sin que esto implique que el Estado o las AFJP se desentiendan del pago de la Jubilación ordinaria.

Hay datos donde constan que muchos periodistas murieron antes de llegar a jubilarse. Además, a partir de los 50, hay quienes sufrieron infartos con lesiones severas, y otros con ACV (accidente cerebro vascular), por lo que no pueden seguir trabajando. Pero conozco casos donde el periodista, cuando medianamente ve que se recupera, vuelve a trabajar, ya con un alto riesgo de morir.

Vas a ver Daniel, que el tiempo me va a dar la razón, porque cuando la actividad periodística sea colegiada, y el periodista pase a ser un profesional (como lo es un médico, un contador, un veterinario y tantas otras profesiones que hay), el Estado va a ser quien imponga un Código de Ética, y es ahí donde tenemos que solicitar la Protección Intelectual del Periodista.

Daniel, me dejé llevar por mis neuronas, y me fui del tema que nos convocó a esta charla virtual. Cuando encasillé en lo económico en el planteo judicial de López, lo hice porque él puso el acento que su situación laboral estaba en negro (lo dijo con otras palabras) en FM-Noticias.

En ningún momento leí, salvo que esté planteado en el expediente judicial, que López haya enfatizado en su demanda contra la FM, que la emisora no le reintegraba los gastos ocasionados para cubrir las notas solicitadas por los editores de la emisora, como también de aquellas notas que por su propia iniciativa las cubría y, que al ser emitidas al aire por la emisora, ese material pasaba a ser de exclusividad de la radio, por lo que los gastos provocados para su cobertura, no les fueron reintegrados al periodista (incluido la compra de pilas para el grabador).

Ahora bien, a los jefes no les interesa saber cómo y en qué llegó ese periodista a horario a la Redacción. Tampoco le interesa que ese periodista se retire en el horario establecido, como tampoco les interesa si tenés o no dinero para pagarte el pasaje de colectivo para volver a tu casa ¿o sí? Pero los periodistas responsables, nunca se van a retirar de la Redacción, mientras no hayan redactado a conciencia y responsabilidad, el artículo encomendado por el editor. Y si tiene que volver caminando, no le queda otra.

Daniel, en otra oportunidad vamos a charlar sobre la diferencia que hay de un periodista de escritorio con aquel que sale a la calle. Te adelanto algo como para mostrarte una de las tantas cosas que distinguen a estos dos tipos de periodistas: “el que sale a la calle, vuelve con la nota exclusiva”.

Te cuento una anécdota: hace tres años, la Embajada Británica, en Buenos Aires, invitó a 100 periodistas argentinos a participar de una jornada de Capacitación Periodística con Pablo Mendelevich como coordinador del evento quien a su vez estaba como representante de la Universidad de Palermo, entidad que hizo la selección de los participantes a pedido de la Embajada, que corrió con todos los gastos pagos durante cuatro días (martes a viernes).

El jueves, los organizadores recibieron a los 100 periodistas con una cena en la Embajada Británica. Los cien periodistas pasamos por el mismo detector de metales (los que tienen los aeropuertos), y a su costado derecho, había una moto impresionante que los cien periodistas vimos ahí estacionada. De los 100, uno se atrevió a preguntar por qué estaba ahí la moto (ese era yo). El agregado de la Embajada (no recuerdo su apellido), me dijo que “era la moto del Embajador, Robert. A la hora de los postres, volví a insistir y averigüé más datos: “con esa moto, el último verano, el embajador viajó desde Mendoza hasta La Quiaca, por la ruta nacional 40”, me lo cuenta el agregado de la embajada.

Volví a Salta en el vuelo del sábado por la noche. De inmediato le escribí un e-mail al editor de la Revista Viva, José Alemán, y le comento el tema que había encontrado en Buenos Aires. Me lo pide, y le aclaro que yo estaba en Salta, y que no lo había conversado con el embajador, sino con su agregado. Le pedí a José que mande un periodista (la designa a Alba Piotto), y que le iba a hacer el contacto. La nota fue tapa: “El embajador motoquero”, y ocupó cinco páginas en Viva.

Moraleja: “un par de ojos que tiene calle, ven más que 99 pares de editores” (la moraleja se me acaba de ocurrir).

Daniel, nos veremos en algún momento.

Un abrazo,

Jesús Rodríguez

Corresponsal de Clarín en Salta

Punto final


1 COMENTARIO

  1. Precariedad laboral II
    Jesús:

    Me sumo al debate en salta21 (que sigo de cerca y sobre el que ya escribí en opadromo.blogspot.com). Te tengo un gran respeto, porque conozco tu trabajo, las coberturas que hacés en el Norte, los aportes a las emisoras capitalinas. Y es por eso que quiero ahondar en este debate con vos (que trasciende el juicio laboral que Ricardo López ganó a Fm Noticias).
    Hay algo en lo que discrepo profundamente. En tu nota, decís que “la experiencia que le tocó vivir al señor Javier Ricardo López, y que lo llevó a entablar una demanda judicial a FM-Noticias, y que ganó, tiene que ver con lo económico…”.

    Dejemos ahora este caso concreto. El problema es que “lo económico” va en detrimento del trabajo del periodista. Un periodista que no tiene plata para ponerle pilas a un grabador, para hacer las llamadas telefónicas que considera necesarias o para tomarse un colectivo y lograr una cobertura de “x” evento en otro punto de la provincia, no puede hacer bien su trabajo.

    Como verás, Jesús, no sólo tiene que ver con lo económico.
    Es verdad que el trabajo del periodista es, por los lugares y las noticias que le toca cubrir, precario en sí mismo. Tus ejemplos son claros. Sin embargo, creo que para algunos esa precariedad es aún mayor, cuando no tienen cobertura médica o el dinero para comprar medicamentos.

    En el blog, un lector anónimo dejó este mensaje, con el que estoy de acuerdo: “La buena remuneración de los periodistas es necesaria y es urgente: para que se puedan desarrollar investigaciones a largo plazo, para excavar en las estructuras de poder”, afirma y añade que el amateurismo termina siempre con notas superficiales, con meros comentarios de programas de TV; hacen notas anodinas, totalmente funcionales al poder de turno.

    Muchos buenos periodistas hoy tienen que buscarse otros trabajos (que nada tienen que ver con los medios de comunicación) para poder llevar el pan a sus hogares. Y en ese tiempo libre tratan de informarse y escriben o hacen programas de radio. Hacen lo que pueden y cada tanto le dan un buen cross a la mandíbula al poder. Pero lo ideal es que puedan trabajar como periodistas a tiempo completo, de una manera profesional. Serían mucho más nocivos para el poder.
    Los mejores salarios son precisos para conseguir un periodismo independiente y profesional. Espero tu respuesta.

    Un abrazo, Daniel Medina (ex redactor de la Agencia DDNFm Noticias– y columnista de: revista Política y Cultura, programa “Ver o no ver” (Fm Unsa.), Semanario Cuarto Poder y Saltalibre, entre otros.)
    Pd: En otro punto de tu nota marcás la diferencia entre el periodista que está en la calle y el de redacción. Creo que ese punto es mucho más complejo y en otra ocasión, con gusto, podríamos profundizar esa idea, que me ha parecido importante y es el puntapié inicial de otro debate.

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