Villa 31 – Capitalismo, racismo y xenofobia

“Realmente, es indignante que extranjeros amenacen con cortar una autopista porque no los dejan asentarse en un terreno. Son ilegales, nadie los forzó a venir y quedarse, y encima hay que gastar plata para reubicarlos. Un Sarkozy nos vendría bien… Si fueran argentinos bueno, sería nuestro problema, y nuestra obligación, pero ¿qué derecho tiene una paraguaya ilegal a reclamarle a nuestro país?”

En vísperas de conmemorarse el día por los Derechos Humanos, don Mauricio ordenó desalojar a sangre y fuego, terrenos de Villa 31, Buenos Aires, que se ocuparon por sectores carenciados, los que fueron catalogados de “bolivianos”, en un claro gesto discriminatorio que le valió la repulsa de distintos referentes políticos y hasta de la Embajada del hermano país (las increíbles palabras del encabezado de la nota, pueden consultarse en http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1296286 y fueron escupidas por un lector anónimo).

Lo primero que aflora es que Macri es el representante más bestial de la derecha argentina, que se muestra en sus alocuciones como racista y xenófoba, continuando con ello, con la línea más espantosa de una ideología que tuvo sus emergentes en un personaje nefasto de la estatura de Bartolomé Mitre y en el exterminio del Paraguay del siglo XIX, en nombre de “la democracia”, democracia que es la que vuelve a invocar don Mauricio –si bien no todo es lo mismo, la perspectiva histórica de larga duración nos enseña a ver convergencias, continuidades, allí donde otros pueden insistir con discontinuidades (uno de los elementos de convergencia es precisamente, el repiqueteo de determinados significantes, como el de “la democracia”).

Macri no revela únicamente su Inconsciente, sino que explicita el feroz Inconsciente de la derecha argentina, que tuvo “padres fundadores” como Roca, Sarmiento y Mitre, cada uno y aunque suene “fuerte”…, con el perfil de genuinos asesinos de masas y seriales.

Lo otro a destacar es que esa derecha históricamente autoritaria, racista y xenófoba cada tanto, fabrica “enemigos sociales” a tono con su inveterado racismo. En la oportunidad, le tocó a los ciudadanos de Bolivia, pero bien podrían haber sido los paraguayos, los brasileños, los peruanos, los uruguayos –de hecho, los noticieros basura no se pierden la ocasión de aludir a determinados “criminales” provenientes de “ciertas” naciones “sudacas”, como si el “delito” no sólo tuviera rostro de “cabecita negra” sino como si fuera necesariamente perpetrado por “extranjeros”, esos que tanto “molestan” a doña Mirtha y consortes.

Sin embargo y tal cual lo indica un sociólogo de la Historia yankee (Immanuel Wallerstein), existe una profunda solidaridad entre el capitalismo, el racismo, el sexismo y la xenofobia. El tema es que los que son marginados, excluidos, negados por su condición de “raza”, sexo y lugar de nacimiento son retribuidos con ingresos inferiores a los que responden al patrón cultural dominante: blancos, cuasi europeos, adultos y varones “viriles” –por esto es que las luchas feministas, por la diversidad, etc., no debieran soslayar que el patriarcalismo, la homofobia, etc., dependen de una peculiar estructura de clases y de una lógica histórica de la producción de riqueza, con base en la propiedad privada, en el dinero, en el salario y en la ganancia.

De nuestra propia cosecha agregamos que hay un “proceso de menorización” por el cual los segmentos que son marginados, excluidos, negados son transformados en sujetos que “requieren” de alguna tutela (la del Estado, la de ONGs, entre otros “tuteladores”). A la par, existe un “proceso de minorización” por el que las diversas mayorías (como la de los “extranjeros”) son convertidas en “minorías” que se “oponen” a otras minorías que no obstante, se auto significan como una mayoría legítima.

Bien dicen los analistas como Holloway, que el capitalismo fragmenta por doquier: es que cuanto más separada se encuentre la población por idiosincrasias, por identidades, por tipos culturales, más fácil es doblegar a los grupos subalternos y a los trabajadores, y más difícil es aunar la pelea contra el capital y el capitalismo, dado que inmediatamente surge el falso dilema de en carácter de qué sujeto luchamos –si en tanto mujeres, homosexuales, negros, judíos, obreros (peleamos en cuanto seres humanos sin divisiones, por una colectividad emancipada de alucinemas perniciosos como el de la Patria, el status, el prestigio, la fama, la propiedad).