En el momento más duro del enfrentamiento entre sojeros vip y jóvenes peronistas, los periodistas hicimos de colchón entre los bandos. No se veía un policía. Finalmente los peronistas lograron entrar en la Plaza de Mayo y los sojeros se dispersaron.
(Desde Avenida de Mayo, Buenos Aires) Alrededor de las 20 las radios comienzan a informar sobre «cacerolazos» en el barrio Norte y en Recoleta, sectores de clase alta. A las 21 grupos de jóvenes avanzan tocando cacerolas por la 9 de julio. La gente que espera el colectivo para volver a sus barrios los mira.
Victoria, de 18 años, explica el motivo de la protesta: «mis padres tienen campos y la cosa no da para más, tiene que parar con las retenciones». También Alejandro (26) dice que tienen que eliminar las retenciones. Sus padres son productores y él estudia agronomía en Buenos Aires.
Una mujer que lleva a una anciana en silla de ruedas los aplaude. Dice que hay que apoyar al campo para defender el país porque a los esteros del Iberá ya se los apropiaron los extranjeros. Un hombre que se acerca a pedir una moneda para viajar en ómnibus insiste: «los campos argentinos están en manos de los ingleses, son dueños de las grandes corporaciones que dominan el mundo», repite.
En pleno centro, Suipacha y Paraguay, se oye el repique de cacerolas desde algunos departamentos. Pasan autos de lujo tocando bocina. Un hombre elegante va al comando de una cuatro x cuatro impresionante, desde la que flamea una bandera. Una rubia platinada va a su lado, tocando una cacerola que saca por la ventanilla. Sin pensarlo, les hago un gesto, asombrado, juntando los dedos de la mano como diciéndoles: ¿y ustedes protestan?. Estamos todos locos…
Entro a un bar y veo por Crónica que la rebelión sojera copó la plaza y una multitud -que bajó desde los barrios acomodados del norte en sus autos cero y sus cuatro por cuatro- protesta contra las retenciones. Por Diagonal Norte tomo hacia la Plaza. Cruzo a gente que vuelve tocando cacerolas. Están bien vestidos, bronceados, perfumados. Increíble. En el mundo al revés que es hoy la Argentina son los ricos los que protestan. Un muchacho cruzó en medio de la calle su Mercedes y toca y toca la bocina. Sentada, otra joven (¿la novia? ¿la hermana?) hace flamear una banderita que saca por la ventana del coche. Entro a la Plaza y otra vez me sorprendo: realmente son muchos, miles. Tal vez unas diez mil personas.
Sin policías, la prensa al medio
Veo que rebeldes vip corren desde el sector de la Catedral hacia Avenida de Mayo. Una fuerte columna de manifestantes sojeros va hacia allí y avanza por la Avenida. Veo que otro grupo avanza con banderas rojinegras: es la Juventud Peronista que cruza Perú y enfila para la plaza. Los dos bandos se encuentra a unos 20 metros de Perú. Los separa apenas unos metros, que son copados por los periodistas con cámaras, máquinas, y grabadores. Quedamos como un delgado colchón entre los bandos que se amenazan, se insultan, se empujan. «Cristina puta!», «gorilas golpistas!», «vagos, vayan a trabajar!», «vendepatrias!».
Finalmente la pulseada la ganan los peronistas que avanzan hacia la plaza. Los sojeros retroceden y se desbandan. Hay empujones, escaramuzas, trompadas. Los peronistas ingresan a Plaza de Mayo y «los defensores del campo» abandonan el campo de batalla. El saldo: un joven peronista herido en la frente con un proyectil (¿un botellazo?).
Juan, un joven hijo de desaparecidos, considera que a los productores les falta grandeza para compartir la riqueza que genera el campo. No son solidarios con el resto del país. Las retenciones son un modo adecuado de redistribución de los ingresos, opina.
Más tarde hay otra escaramuza frente a la catedral donde manifestantes peronistas pintan: «Evita» y «Bergoglio, vos sos la dictadura». Un joven intenta oponerse y termina con la cara pintada con aerosol rojo.
«Son los golpistas de siempre»
Tres productores dialogan en las escalinatas sobre sus problemas económicos. Creen que la protesta está llegando a un punto en el que el perjuicio será muy grande, y que habría que levantar el paro para oxigenar las fuerzas e intentar un diálogo con el gobierno. Creen que echarán al joven ministro de economía como chivo expiatorio. Se los ve preocupados. «¿Vos sos de Salta? ¿Lo conocés a Belisario Saravia? El me hizo una nota hace un tiempo», me dice un productor lechero.
En la esquina aparece María Raschild, de la Federación de Lesbianas. Dice que llegó para oponerse a «los golpistas de siempre». De pronto corre para impedir que le peguen a un joven sobre un costado de la catedral. «Esto es lo que no tienen que hacer, lo que desvirtúa la protesta», se queja.
A la 1,15 ya quedan pocos cantando consignas peronistas en la histórica Plaza de Mayo. La lluvia se desata de golpe y los dispersa. Bajo una parada de colectivo un porteño de floresta me cuenta que vio todo por televisión, que volvieron a enfrentarse dos grupos sociales y económicos antagónicos. Es politólogo y considera que esta es la reedición de una vieja tradición argentina de oposiciones que arranca con el rosismo y el antirrosismo.
«Si los productores agrarios creen que le van a ganar fácilmente al peronismo se equivocan», reflexiona. Cree que Cristina tiene en las bases peronistas urbanas un aliado fuerte para enfrentar la rebelión fashion de los que viven del campo pero residen en lujosas mansiones del barrio Norte.
La rebelión vip sojera copó Plaza de Mayo, pero la JP la recuperó
«hay que separar la paja del trigo»
Estos grupos denominados piqueteros del campo, no son mas que ricos que estan perdiendo riqueza por eso estan queriendo provocar problemas sociales a este prematuro gobierno que también de una manera muy arriezgada coloca esas retenciones abruptamente. por otro lado los oligarcas del campo no se dan cuenta que lo que están haciendo es provocar peligros a la salud y al bienestar social del verdadero pueblo. esta muy claro,en el ultimo caserolazo el verdadero pueblo salio a las calle por que no tenian para comer, no por que iban a ganar menos millones.
El gobierno debería replantear las retenciones escalonadamente por lo menos para los pequeños y medianos productores que son los que abastecen el mercado interno y se ven menos favorecidos por la suba del precio debido a las exportaciones.
leandro Mendez
La rebelión vip sojera copó Plaza de Mayo, pero la JP la recuperó
Realmente uno no sabe que pensar, los medios de comunicación nacionales se encargaban de difundir el descontento de ciertos sectores de clase media alta, e incluso iban mas alla, «cacerolazo en todo el pais», se encargaban de mostrar y proyectar ese sentimiento hacia los otros sectores sociales, la mayoría de ellos sin tomar partido hacia ninguno de los sectores en disputa.
Noté la simpatía que generaba el «cacerolazo» en estos periodistas quienes aplaudian los cortes de calles y rutas que vive el pais. Pero subitamente fruncieron el ceño y sacaron de nuevo su lenguaje gorila y oligarquico cuando las primeras columnas de «piqueteros» en los cuales sobresalían las cabecitas negras, y la simpatía cambió por la ira, de nuevo renegaron que estos sectores sociales «tomaran» la plaza de mayo «a pie firme» diría una periodista desalojaron las cacerolas.
Si bien nadie quiere un enfrentamiento entre argentinos, la latencia del mismo merece una reflexión, están en juego posturas ideológicas, que durante la historia de nuestro pais se mantienen, en algunos periodos se expresan como virtual guerra civil (la última en la decada del 70 del siglo pasado) en otras adormiladas como este tiempo, pero jamas inexistentes, asi parece que la síntesis es Chavez o Bush, antes patria o colonia. El gobierno nacional mas que nunca deberá decidir el rumbo de la política argentina, el campo deberá entender que las ganancias obtenidas en los últimos cuatro años, se hizo en función del sacrificio del pueblo argentino, del pueblo trabajador y de los desocupados que dejó el menemismo (gobierno al que el campo adhirió fervorozamente), que es hora de redistribuir la riqueza y compartirla, forjando así un pais solidario, mas justo y por lo tanto feliz. El gobierno deberá entender que tiene que dejar el discurso y plasmar la redistribución de la riqueza, por que el superavit fiscal es el resultado del sacrificio del pueblo en su conjunto, pueblo que tuvo que soportar desde el corralito, hasta una devaluación increible, que como siempre golpeó a la mayoría pero mas a los humildes. Si el dolar se mantiene a ese nivel, que beneficia justamente al campo y la industria argentina, pues esta relación peso dolar se mantiene a costa del pueblo argentino, es hipócrita pedir libre mercado y querer un dolar mantenido por el pueblo, si quieren libre mercado debe haber un dolar «flotante» según las reglas de mercado, asi hoy tendriamos un dolar a $1,80 que es la realidad del mercado. En fin siempre que cada sector solo pelea por su interés, el conjunto se ve perjudicado, y seguimos con la salud, la educación y la seguridad por el piso.