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sábado, noviembre 23, 2024

La insoportable condescendencia de los poderosos

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En la semana que transcurre nuestro gobernador JUAN MANUEL URTUBEY MERA FIGUEROA habló en el estadio DELMI, convenientemente colmado minutos antes de supuestos militantes de su partido, para re-re-re-relanzar (ya perdimos la cuenta de cuántas veces lo han anunciado), el boleto gratuito para estudiantes y jubilados, y anunciar la construcción de muchas viviendas, demasiadas diríamos para considerar el anuncio seriamente. (Se habló de 30.000, cifra emblemática si las hay).

A su lado estaba el abogado MATIAS POSADAS en su carácter de interventor del IPV, intervenido vaya uno a saber porqué, en tanto el mismo mandatario no se cansó de decir que en la entidad todo era transparente, que lo denunciado por el diario El Tribuno era sólo mediático y toda una retahíla de justificaciones que por querer curarse en salud, lo único que hicieron fue ponerse más en evidencia de que el sistema de asignación de viviendas venía poco claro, o más bien demasiado oscuro.

De paso se anunció –anunciatitis crónica exasperada por la campaña de la re-re-elección- la creación de un nuevo organismo llamado Oficina de Control Ciudadano, cuya teórica misión será la de asegurar la participación de la ciudadanía en los asuntos de gobierno en el área de viviendas sociales.

No creerán acaso estos señores que nos vamos a creer que por esa nueva dependencia vamos a tener más injerencia en los asuntos de la Provincia y del IPV, en el cual todo estaba bien y no necesitaba de ningún control. O sí?

Ya que todo es tan transparente y prístino y los funcionarios encargados de contrarrestar el escándalo están dispuestos a dejarnos participar a los ciudadanos en el control, me anoto desde ya para chequear diariamente los vuelos de las aeronaves de la Provincia.

Tema sobre el cual El Tribuno (es decir JUAN CARLOS ROMERO a través de ese diario), no le dedica espacio alguno por ser deudor crónico de vuelos no oficiales y tener la causa del hangar al ladito y prefiere ni acordarse. Hay temas con los que nos cascoteamos y temas de los que acordamos no hablar. Se entiende no?

Pero lo más curioso de todos estos verdaderos actos de inmadurez funcional, lo fue la frase lanzada apocalípticamente desde la acostumbrada pose de superioridad que tiene el joven mandatario, con esa condescendencia tan típica de quien creyéndose en posición de superioridad se dirige a los inferiores atrevidamente: «Hemos venido a traer transparencia pero fundamentalmente a trabajar para los más humildes, se acabaron los gobiernos para los poderosos»

En los oídos de un desprevenido turista escuchar esta oración podría sonar hasta simpática y esperanzadora de un gobierno que recién se inicia, en un discurso inaugural digamos.

Pero tirada así nomás con énfasis de revelación a seis años y medio de mandato aparece como un verdadero desatino, porque si recién ahora el gobierno va a aportar transparencia y no va a ser para los poderosos, habrá que preguntarse porqué se esperó casi siete años. Además hablar de transparencia en este contexto es toda una confesión de veracidad de la denuncia mediática. “Fercho” ALESANCO TOFFOLI mientras tanto, bien gracias.

Que ahora es el turno de los humildes es una muy repetida arenga de tribuna del gobernador. Ya no cansa, aburre. Él precisamente quiere aparecer como el justiciero que luchará contra el poder; él justamente que ha ejercido y ejerce el poder de manera omnímoda y a su sola discreción.

Si realmente quisiera el locuaz mandatario tener un perfil bajo y ajeno a las corruptelas del ejercicio de mandatos consecutivos urdidos a la sombra de los aparatos partidarios, tendría que empezar por cambiar su propia forma de vida.

Por ejemplo vivir en su propia casa y no en la lujosa mansión de Las Costas, no abusar del Lear 45, no traer a Salta costosos equipos de rugby para despuntar el vicio adolescente, no viajar a ver a Los Pumas bajo el fantoche de comisión oficial.

También podría dejar de anotar a los amigos y entenados para que se prendan a la teta del Estado con cargos de consultores, asesores, o coordinadores; parar con las designaciones de primos e hijos de funcionarios estudiantes como ñoquis en la Casa de Salta en Buenos Aires.

Igualmente podría dejar de impulsar como candidatos a hermanos y no otorgar el manejo de toda la obra pública a su hermano FACUNDO URTUBEY; terminar con la costumbre de premiar a funcionarios salientes con nuevas designaciones; parar los constantes viajes al exterior de sus funcionarios que vacacionan con viáticos oficiales.

Tendría también que dejar de meter la nariz en el Consejo de la Magistratura, el Tribunal del Jury de Enjuiciamientio y el Ministerio Público; y así la lista podría seguir llenando página y páginas, entre las cuales podría incluir el anuncio de que respetará la palabra empeñada y no irá por otro mandato más emulando a su mentor y antecesor, quedándose doce años atornillado a los ampulosos sillones del Grand Bourg.

Por eso escuchar de su boca que ahora es la hora de los humildes –por enésima vez- y que se acabó la hora de los poderosos, cuando el que ejerce el poder de manera grosera hasta en los más mínimos detalles de la marcha de la Provincia es él mismo, no tiene ni seriedad ni vigencia. Fue una frase hecha más, que de tan remanida revela por cierto –además de todo lo expuesto- una clara falta de imaginación.

A casi siete años de mandato y preparando obscenamente desde ya el desembarco para otros cuatro años futuros que completarán la temida docena, resulta evidente que hará falta mucho más que superficiales anuncios o histeriqueos de tablón.

Si la proyección de los próximos cinco años de gobierno, el que le queda y los cuatro posteriores a los que aspira borrando con el codo lo que empeñando su honor escribiera allá en el comienzo del 2007, es apenas seguir con los enroques de funcionarios mediocres e improvisando sobre la marcha de los acontecimientos intervenciones lavadoras y contramarchas repentinas, sin un plan cierto y debidamente expuesto ante todos los Salteños, el panorama aparece inevitablemente como, -por lo menos- preocupante y sin la tan promocionada esperanza de cambio.

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