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viernes, mayo 3, 2024

Alfredo Olmedo: El mal mayor

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Volvió Alfredo Olmedo durante la semana y fue noticia. No parecía ser el de antes de las elecciones de junio: hombre encongido y de hablar monosilábico. Las fotos publicadas el miércoles 12, de la reunión que los senadores sostuvieron con el Ministro de Medio Ambiente, lo mostraron sentado erguidamente.

– Por Daniel Avalos (Lic. en Historia, ISEPCi Salta)

Tiene sentido. Ahora es Olmedo y su 17% de los votos. Entonces reapareció, letal y autorizado. Por eso increpó al Ministro, reclamándole que al mapa que indica las zonas autorizadas para el desmonte lo “pinte todo de verde y ponga el control necesario”. No fue un exabrupto, un dicho inconveniente e inesperado de alguien que no midió las consecuencias. Una interpretación de esas sería subestimar a Olmedo, y Olmedo, evidentemente, no se está subestimando. Liderando a los senadores de la reunión, expresando lo que ha expresado, reclamando lo que ha reclamado, dejó en claro que pretende ser un conductor. Como todo aspirante a conductor, tiene un plan en marcha y, también, un horizonte claro hacia donde llevar al rebaño. Lo dijo en un programa de radio: Anta es el puerto deseado, “una economía en movimiento que es ejemplo de la Nación.”

jpg_soja_4.jpgAnalicemos con trazos gruesos el ejemplo. Olvidémonos, por un momento, el imperio sojero que su familia instaló allí para detenernos, solamente, en algunas cifras generales. Recurramos para ello a ciertas estadísticas actualizadas al año 2007. Por ejemplo, que desde la campaña 1998/99 las toneladas de soja allí producidas no dejaron de multiplicarse, pasando de 392.850 en 1999 a 1.291.020 en el 2007 (Secretaría de Agricultura, Pesca y Alimentación de la Nación). Una cifra bien impresionante, cuyo valor bruto de producción sería más impresionante aún, si multiplicáramos esas toneladas por el precio promedio de la misma en el mercado mundial durante aquel año. No caben dudas, la soja avanza en Salta, como Olmedo en la política, con pasos decididos. Veamos. Según los datos de la Dirección General de Estadísticas de la provincia, en el año 1999 el valor exportado de productos salteños tenía en las oleaginosas sólo el 2,1% del total, porcentaje que llegó al 10,3% en 2007. Cifra sólo superada por el rubro combustibles y aceites minerales (42,7%) y hortalizas y legumbres, que alcanzó el 13,7%. Rubro este último que, sin embargo, en 1999 representaba el 24,4% del total.

Desde entonces, las oleaginosas aumentaron su presencia, dejando jpg_olmedo.jpgatrás a productos como el tabaco, los frutos, los productos químicos, azúcares, cereales, sales, algodón y cueros vacunos. Promete hacer lo mismo con las hortalizas y legumbres, graficando de manera asombrosa eso que muchos denuncian como una reprimarización de la economía provincial y el avance del monocultivo.

¿Cuál ha sido el secreto de este tipo de desarrollo? Olmedo padre lo sintetizó magistralmente. “Tenemos que observar qué consume el mundo y ver si eso se puede producir en nuestra zona” (La Nación, 18/11/06). El mundo, es decir el mercado mundial, quiere soja, y Anta, como todas las zonas situadas en la frontera agrícola, se la provee.

El desarrollo según Olmedo es así: rentabilidad asombrosa, tecnología de punta, avance de la desforestación, monocultivo… y hombres que sobran. El problema, según Olmedo, es que faltan tierras y que el Estado no se las quiere dar. Añora otros tiempos; por ejemplo, cuando Romero se convirtió en un proveedor desmesurado de tierras.

jpg_soja_1.jpgRecordemos el caso paradigmático. Corría abril de 2005 y los lotes 32 y 33 de General Pizarro (Anta) eran desafectados de su condición de “reserva natural provincial protegida”, a la que había accedido en el año 1995. La ley de desafectación fue un pedido del Poder Ejecutivo Provincial que, basándose en informes técnicos que advertían cierta degradación del monte en zonas de esos lotes, en vez de iniciar las actividades de recuperación y protección del área, analizar las posibles causas del problema y encarar las correcciones correspondientes, promulgó la Ley 7.274, que autorizaba al PEP a vender los lotes 32 y 33 subdivididos en siete parcelas, de más de 2.000 hectáreas cada una, a un valor de $500 la hectárea.

Por supuesto, la compra fue adjudicada a distintos empresarios sojeros en nombre del progreso. Datos del INTA de aquel entonces, indicaban que Anta contaba con 234.420 hectáreas sembradas de soja, 50.000 hectáreas más que el departamento que le seguía en todo el Noroeste (Moreno, Santiago del Estero) y con una ocupación promedio de un trabajador rural cada 500 ha. El Anuario Estadístico de la Provincia de Salta de 2004, indicaba también que el índice de necesidades básicas insatisfechas del “ejemplo nacional del desarrollo” era de 43.9, superior en 12,3 puntos al promedio de la provincia, con índices de desnutrición que llegaban al 13% y un analfabetismo del 9.4%. Por entonces, las áreas sembradas con soja, maíz, girasol y trigo habían crecido en los últimos diez años un 46,77% en el país, mientras que la población activa rural disminuía de 1.600.000 a 900.000 trabajadores. (Osvaldo Seggiaro, “Las venas abiertas de Salta”, en Revista Política y Cultura, junio de 2005).

Olmedo, entonces, quiere un Estado decidido a realizar concesiones. La actual gestión ha hecho las suyas, aceptando las modificaciones que el Senado, a través de Olmedo, hizo a la Ley de Ordenamiento Territorial, aprobada en diciembre último. Pero Olmedo dice que su modelo productivo precisa más. Quiere cinco millones de hectáreas y no las cifras que ya han generado más de una polémica: poco más de un millón y medio. Expresó entonces, en su reunión con Julio Nasser, el problema de su modelo de desarrollo: pueden y quieren recaudar sumas asombrosas, pero requieren que el Estado no se entrometa. Y eso lo arroja al ruedo político. Paradójico, porque él, que defiende con los hechos la primacía de la economía por sobre la política, sabe ahora que un plan económico es tan bueno como bueno es contar con la fuerza política capaz de imponerlo. Olmedo hoy está entregado a esa empresa, y justamente allí es cuando del análisis económico pasamos al político.

Tiene cómo encarar tal empresa. Es el máximo referente de una de las fracciones de las clases dominantes que ostenta un asombroso y creciente poderío económico. Una base material imponderable en su objetivo de otorgarle dirección política e ideológica al conjunto de esas fracciones. Sus excelentes relaciones con Juan Carlos Romero no son un dato menor. Una condición de posibilidad para una potencial jpg_soja_2.jpgalianza, asentada no sólo en las conveniencias políticas que toda alianza supone, sino también en sus profundas coincidencias ideológicas: una Argentina y una provincia que se desarrollan de espaldas al país, mirando al mar que las conecta al mercado externo. Orientadas a una concentración de la riqueza sin límites, y que prescinden de los efectos negativos que tal programa supone para el conjunto de la sociedad. En ese marco, la cultura del trabajo y de la producción de la que Olmedo habla forma parte del mismo plan. Se queja de los vagos, de los “planes no trabajar”, porque así sostiene la mentira que quiere sostener: el desempleo y la pobreza no fue ni es fruto directo de economías excluyentes, sino de la natural pereza de los desempleados.

Nada impide creer que Olmedo quiere conquistar el Estado. Los rumores de una fórmula suya con Sonia Escudero para la gobernación en el 2011 no resultan descabellados. Corre además con algunas ventajas extras. Tiene al frente un gobierno que ya no parece seducir a los de abajo, pero tampoco a los de arriba, acostumbrados como estuvieron durante doce años a planificar y ejecutar un proyecto que les resultó sumamente redituable y del que Olmedo es un ejemplo paradigmático. Una gestión, la de Urtubey, colmada de funcionarios que, creyendo ser el Poder, se entretienen exacerbando luchas facciosas y superficiales, cuando los movimientos profundos ocurren bajo las suelas de sus zapatos.

Funcionarios que de seguro, tarde o temprano, padecerán lo que ingeniosamente el Subcomandante Marcos dio en llamar los rigores de un tipo de “política estomacal”: “O son digeridos, o son hechos mierda.”

Fuente: isepcisalta-blog

2 COMENTARIOS

    • Antonio Perez Abella (El resentido)
      Antonio, veo que vos como el que escribio esta nota son unos resentidos. En vez de criticar deberian ver que pueden hacer para ayudar, ha cierto la prensa amarilla (la fiebre amarilla ) da plata.-
      Pongansen a Pensar, el Viejo Olmedo, trabajo de sol a sol y reinvirtio su dinero, uds que hicieron???
      Ha cierto Criticar…

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