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lunes, noviembre 25, 2024

Algunas primeras y breves reflexiones sobre los resultados de las elecciones de octubre

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El kirchnerismo, en 2011, sacó 11.593.023 votos (54% de los positivos, 39% del padrón). Hoy, apenas dos años después, araña los 7.500.000 (4 millones menos, 32% de los positivos, 24% del Padrón).

Sin embargo, dicen que «festejan», aunque las caras de los derrotados denotan que la procesión va por dentro.

Estos tipos, que han recibido tremendo cachetazo, creo yo, en buena parte por su discurso soberbio e intolerante, además de por las penurias que pasamos los que habitamos este hermoso suelo, no aprenden más. Se demuestran incapaces de una autocrítica, ni qué hablar de pedir perdón por los errores cometidos. Así les fue.

Tal vez hayan pensado que eso de decirle a la gente que todo estaba bien cuando no estaban demasiadas cosas bien, les saldría gratis. Tal vez hayan pensado que eso de que se podía comer dignamente con $6 mientras ellos se daban enormes panzadas dignas de monarcas anacrónicos no tendría costo. Tal vez hayan pensado que cacarear contra el Sistema Financiero y fundamentalmente el FMI, para después ir a pedirles la escupidera porque se les viene la estantería abajo, pasaría desapercibido.

Quizá sus febriles pensamientos no hayan tenido en cuenta que declamar que YPF “era nuestro” sólo para entregarle nuestros hidrocarburos al Chevron de Rockefeller no iba a caer muy bien en amplios sectores de la población. Lo mismo que echarle la culpa a los laburantes de los desastres ferroviarios, cuando todos nos damos cuenta que manejan máquinas obsoletas por la desidia del gobierno. Quizá hayan pensado que todos nos conformaríamos con que, después de 10 años “K”, el reparto de la masa salarial sea que el 10% más rico se lleve el 30% y el 10% más pobre, sólo el 1,4% (dato del Indec, 1er trimestre del 2013).

Demasiado como para que no pese en el ánimo de los votantes, evidentemente. Y por ello, 4 millones que habían apoyado al kirchnerismo en 2011, dejaron de hacerlo.

Lástima que esa derrota significó que el favor de las masas se volcara mayoritariamente hacia sectores más explícitamente derechosos, que no lo disimulan en su discurso. Massa es la mutación que generó el kirchnerismo para perpetuar al pejotismo en el poder. Y para seguir «profundizando el modelo» que le llena los bolsillos a empresarios, banqueros, financistas y especuladores de bolsa aún más descaradamente que en la «déKada K».

El PROfacho Macri se animó a lanzar su candidatura para el 2015 envalentonado por los votos porteños. Binner y su tibieza prosojera también. Hasta Cobos infló el pecho por su holgado triunfo en Mendoza. El pan-radicalismo y sus aliados (con Pino derechizado a la cabeza) se han consolidado como segunda fuerza nacional.

Es decir, lo que el kirchnerismo ha conseguido es, fundamentalmente, revivir a esa derecha que en el 2003 estaba hundida 10 mil metros bajo el mar. Por eso, entre otras cosas nefastas, quedará en la Historia.

Una consideración especial merecen los 1.150.000 votos que obtuvo el FIT, que además demuestra lo inequitativo e injusto del sistema electoral argentino: con esa cantidad de sufragios, sólo consiguió tres escaños, mientras que, por ejemplo UNEN, con sólo 680.000, logró 7. O el PRO, que con menos del doble, consiguió llegar a 18.

Por encima de estas cuestiones propias de las miserabilidades burguesas, abre una gran esperanza para la consciencia de la clase trabajadora el hecho de que tantos hayan optado por un programa de izquierda, y de los más duros. Lástima también, más allá de la alegría por los tres diputados troskistas en el Congreso burgués, que la izquierda no haya sabido unirse otra vez. Seguramente hubiese habido más escaños rojos cubiertos en todas las legislaturas locales y en la nacional también. Así lo demuestra la votación en la Capital, donde Altamira no consiguió entrar a la Cámara de Diputados, pero otro cantar hubiese sido si se hubiesen sumado los votos de AyL y Marea Popular, llegando a casi el 12%. Ojalá algún día aprendamos que sólo unidos podremos concretar nuestros sueños, más allá de las urnas y los votos. Parece que en el corto plazo, le cabrá al FIT la responsabilidad mayor en ese sentido, pues se ha transformado en la referencia ineludible de nuestro espacio ideológico.

Mientras tanto, la pobreza de millones y la dependencia de nuestro pueblo de las garras del poder económico y de la globalización imperialista no corren riesgo. Esos son, como siempre y por desgracia, los verdaderos ganadores de esta nueva elección

– Por Gustavo Robles

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