Después de la 2da. Guerra Mundial en Yalta, los Estados Unidos y la Unión Soviética se repartían una parte del territorio de los vencidos. A este respecto, un politógo inglés escribió alguna vez:” Para llegar a este resultado, se necesitan, destrucción y exterminios masivos de personas. Para eso sirven las Guerras…”
Se sabe de la cercanía de un año político-electoral en la Argentina. Las distintas
provincias, incluida Salta, observan perplejas y porqué no desorientadas cómo oscila el todavía no definido tablero político que eyectará candidatos presidenciables posibles y potables para el año 2011.
Menuda pregunta, si nos atenemos al contexto socio-económico y social que
nos circunda en esta región cuasi fronteriza. Es como pretender descubrir la cua
dratura del círculo.
En este espinoso asunto, y desde los primeros años del kirchnerismo se ha escrito harta liturgia en expedientes judiciales como en medios periodísticos y, jamás se ha podido hallar un justo medio: ¿hay Justicia para Jueces en la Argentina de hoy?
Cuando hace más de un cuarto de siglo el entonces Presidente de la Nación, Raúl Alfonsín subió al púlpito para responderle al Arzobispo de Buenos Aires quien en su homilía habitual le había refregados críticas a su gestión de gobierno, surgió la inevitable polémica pública si el ex primer mandatario estaba habilitado para replicar en las propias barbas del purpurado.
El 9 de marzo de 1977 Jorge R. Videla, presidente de facto y, hoy penado común, sancionaba y promulgaba la Ley 21526 de Bancos y Entidades Financieras, “en uso de las facultades otorgadas por el art. 5to. del Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional”.
Nunca como hoy en Salta, se echa manos de la Historia para justificar un Orden establecido como hace 200 años y que regía los destinos de una sociedad aldeana y marginal, por grupos minoritarios y de élites denominadas clases altas o pudientes.