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viernes, marzo 29, 2024

Burocratización en el Registro Civil

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Resulta llamativa la marketización de algunos funcionaros en su pasear por los medios de comunicación presumiendo de lo bien que las cosas funcionan por su respectiva dependencia.

Del dicho al hecho…

Nos referimos al Registro Civil Salteño del cual y desde distintos estamentos estatales se lo pondera por su modernización burocrática y por las estrategias que se implementaron para la atención de la población cívica desde las diversas “sucursales” que se habilitaron en distintos puntos de la ciudad, por ejemplo: Súper Libertad, hospital materno infantil, Villa Lavalle, etc…

Obtener un turno para la inscripción de un nacimiento resulta una demora que normalmente suma dos semanas. Llegada a la tan anhelada fecha para sacar del anonimato al neonato (espera que se asemeja a una especie de estado NN temporal o quizás a una peligrosa grieta en el sistema por donde se podrían filtrar bebes) se inicia el trámite para la obtención de la partida y del correspondiente DNI. Se intenta a través de las planificaciones modernas del Estado simplificar ambas tramitaciones (partida y DNI) y realizar un control más eficaz en lo que se refiere a la tabulación cívica de los ciudadanos Argentinos.

Pero las incoherencias del staff burocrático suman al desorden general y de por cierto ofenden a la dignidad civil por la toma de pelo que se hace de manera descarada.

No faltan para nada menciones sobre “no venga entre las 14 y 15 hs porque es nuestro momento de almorzar” o expresiones tales como “el sistema se cayó y ya no queda tiempo para seguir atendiéndolos. Por favor vengan mañana”. El recurso del sistema caído es obsoleto y sin embargo con esta excusa te forrean y te hacen venir nuevamente otro dia más.

El trabajo programado para el día en nada se cumple y se lo posterga para después (deja para mañana lo que puedas hacer hoy) pero en los papeles se hace firmar al ciudadano para dejar constancia de la cantidad de civiles atendidos como si la tramitación estaría terminada.

¿Por qué se dejan pasar estas cosas más allá de los controles de la misma repartición pública que de por si habla de su mediocridad?

La gente sencilla cree en los servidores públicos y confía que el trámite está en buenas manos o, quizás por temor al sadismo del burócrata la persona cede a estos códigos de incivilidad, “no vaya a ser que cajoneen o se extravíen indefinidamente los papeles”.

Así estamos andando el siglo XXI al galope del potro del progresismo y aún en muchos sectores de la administración se desenvuelven con la cultura burocrática del frustrado estado paternalista.

Por eso a los jerarcas de la administración de la cosa pública menos palabras por TV y más hechos que beneficien a la gente en su dignidad.

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