«Siempre he pensado que las palabras más sencillas deben ser más que suficientes. Con decir lo que está pasando a cualquiera se le tendría que romper el corazón», dijo Bertolt Brecht. Tres poetas argentinos y un poeta palestino así lo testimonian:
Fuego sobre Gaza
Temporal de muerte
sobre la techumbre de vida.
Amados fragmentos yacen
entre los edificados escombros
mientras la sombra
sangrante del hermano
huye de la ira de Marte.
Un padre aúlla en medio de la calle
con la envoltura del hijo en brazos
e interpela a los cielos.
Las cabezas de los caídos
danzan bajo los relámpagos.
Las madres cual Hécubas
ladran al vacío y siguen
el trayecto de las bombas
como queriendo matar
a dentelladas el aire y reestablecer
en alguna parte el sentido.
¿Dónde está Dios a esta hora?
¿dónde está el mundo
mientras el cielo se cubre
con las extremidades
huérfanas de los niños de Gaza?
¿quién podrá gritar
lo suficientemente alto,
alzar acaso una voz
que no sea un poema?
Antonio Gutiérrez – Argentina, Salta
–
Nosotros amamos la vida
Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella,
bailamos entre dos mártires y erigimos entre ellos un alminar de
violetas o una palmera.
Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.
Robamos un hilo al gusano de seda para construir nuestro cielo y
concluir este éxodo.
Abrimos la puerta del jardín para que el jazmín salga a las calles
cual hermosa mañana.
Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.
Allá donde estemos, cultivamos plantas que crecen deprisa y
recogemos mártires.
Soplamos en la flauta el color de la lejanía, dibujamos un relincho en
el polvo del camino y escribimos nuestros nombres piedra tras piedra.
¡Oh, relámpago! Ilumina para nosotros la noche, ilumínala un poco.
Nosotros amamos la vida cuando hallamos un camino hacia ella.
Mahmud Darwish – Palestina
Dicen las piedras
De la tierra viene la piedra por eso la piedra es un arma pura.
La tierra elige el puño que lanza la piedra por eso el puño
que lanza la piedra es un puño puro.
La tierra busca en la piedra y en el puño que tiene la piedra
su futuro de casa abierta y de luz de pan y de puño libre.
La tierra tiene razón, ella es un caballo enfurecido
cuando vienen a morderle el horizonte.
La tierra y sus caballos van de palmo en palmo por la piedra
y por los puños y con el corazón en ristre alzan muros
de piedras con alas para defender el alba.
La tierra sabe, tiene memoria, recuerda las cocinas
que alzaban la bandera del día desde las ventanas.
Sabe, recuerda los festines del verdugo que arrasando
cocinas desterró las banderas que eran como una música.
Sabe, recuerda a sus niños, uno a uno, nombre por nombre,
y a las mujeres y a los hombres que la florecían
de olivos brillantes bajo el crepúsculo.
La tierra tiene memoria, y en cada parto de la piedra
la ofrece como una revelación, le nace alas
le traza una luz en el costado para que lleve el Basta.
Para que grite Esto es Nuestro.
Aquí nacimos, aquí estamos muriendo dice cada piedra.
Y dice cada piedra:
también de indolencia, a golpes de segundo mortal
y de silbido homicida estamos muriendo
en manos del fuego más terrible morimos, y también
bajo la ocupación bestial de la indiferencia
dicen las piedras.
Pero ya todos sabemos que las piedras no mueren.
Son como algunas palabras. No mueren.
Alzan con su vuelo muros de luz para decir vida.
Gabriel Impaglione – Argentina
Tomar la palabra sin pinzas
Gracias también a ustedes que siempre escuchan con una paciencia triste y delicada. Edna Pozzi
Desprovista de raso y cubierta de alpatacos
que no se detenga la que habla desde adentro
la que instala panfletos en el alma y supura el grito
que no se detenga.
Que sea Palabra corajuda, lumbre y malón
que no amaine su cultrum de ira callada
sólo el respeto por escudo y ahora libre,
que no se detenga.
Dejarlos al borde del abismo donde habiten buitres
que no puedan los insultos con tus corceles ni breteles
que se fuguen los hipócritas y permanezca la Memoria
que no se detenga.
Templada tu ira, borrón de papel, noche del universo
impotencia estaqueada en la pared de la tráquea
sin abismo ni lágrima, sin alaridos, sólo escribe,
que no se detenga.
Que ningún dios mutile tu grito por aquellos
que ya no pueden ni rezar.
Diana Poblet – Argentina
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¡Basta de barbarie! ¡Paz en Medio Oriente!
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