Es increíble el nivel cultural que tienen algunos sujetos que se desempeñan laboralmente en el rubro del autotransporte de pasajeros tipo taxi.
El caos vehicular que originaron en el medio día del martes 11 de marzo fue realmente un insulto a las demás personas que se esforzaban por correr al ritmo de la agujas que por estas horas es tan crítico y exigente para cualquiera.
Estos denominados trabajadores en defensa de su fuente laboral, sobre avenida San Martín, interrumpieron el denso transitar y originaron una verdadera congestión a gran escala para las personas de la ciudad que circulan de norte a sur y de este a oeste produciendo un tapón en el microcentro. Usando sus instrumentos de trabajo, “el tacho”, reclamaron sus derechos mientras mucho de estos se comían un sándwich y bebían una gaseo observando la obra de arte que llevaban a cabo. Ante el reclamo de algunos transeúntes, groseramente respondían cosas cómo …“y por qué no me da trabajo ud.?” Como si su reclamo fuera una responsabilidad de la ciudadanía en general.
Esta estrategia es totalmente repudiable por estos tiempos y se asemeja a la actitud que tienen esos cochinos que orinan a la intemperie y a la vista de todos en cualquier árbol o arbusto cuando las ganas están por explotar la vejiga. Se podría tener más educación y respeto por el prójimo. Un poco de consideración por los demás es exigido y esto hace necesario tener valor para ser más educados y pedir, por ejemplo, permiso para usar un baño de bar o estación de servicio.
Este grupo de tacheros creyó que la mediatización de la medida de fuerza a último momento significó un permiso para realizar su reclamo, el cual a estas alturas no le interesa en lo más mínimo a la gente y no porque esta no sea solidaria, sino por el malestar causado. El reclamo de los derechos avasallando los de los otros es una injusticia y es del todo repudiable.
Por otro lado, decir que el quilombo causado es un mensaje para que las autoridades escuchen y que estas se vean forzadas a obrar en consecuencia a lo que se pretende, es una barbaridad. ¿A quién se le ocurre forzar la voluntad y la administración estatal por reclamos de derechos sin haber agotado las instancias de negociación en una mesa de diálogo? Esta estrategia de negociar es más culta y de hecho molesta menos a los demás. Claro está que para lograr resultados convenientes para una y otra parte, es indispensable que ambas cedan. Insistir sobre reclamos de esta manera tan primitiva es insistir sobre actos de desestabilización del diario accionar de la sociedad y es una actividad del todo temeraria por parte de aquellos que la fomentan y la ejecutan, sean o no conscientes de lo que sucede.
La presión y el forzamiento de las políticas de estado o de las estrategias de administración pública son acciones sindicales y políticas anticuadas para estos días, y sobresale sobre estos hechos la falta de dirigencia. No estamos bajo las condiciones sociales de un 17 de octubre, o de un Mayo francés o de un desmembramiento ucraniano o de un retroceso ideológico como el que sucede en Venezuela. Es decir, que este tipo de actos, no es amparado por un malestar general o mayoritario como para ir a solicitar la complicidad o el apoyo de la sociedad o de su gran mayoría.
Volviendo al tema del meón público. Lo que se hace de manera desubicada molesta a los demás y causa rechazo y por aquellos que fomentan estas movilizaciones podemos decir que son verdaderos dirigentes que mean fuera del tarro. ¡Dejémonos de joder y no jodamos a los demás!
– Por Hugo Luis Daher