Cristina Kirchner en las elecciones bonaerenses: del “40% cómodo con una ventaja del 15%” que sostenían sus aduladores a la pelea voto a voto con el candidato no estrella de Macri.
¿Qué expectativas tenía Cristina Kirchner antes del domingo pasado y qué es lo que finalmente consiguió? ¿Cuál es su futuro? ¿Es verdad que Cristina ya fue?
El 18 de Junio pasado, en su columna del diario kirchnerista Página 12, el periodista militante Raúl Kollmann, comentando las elecciones de las PASO de Agosto publicaba los pronósticos que le había acercado la Consultora X de Artemio López, el encuestador preferido de la Jefa.
Según Kollmann, Artemio sostenía: “Lo que percibimos es un escenario con dominio de la figura de Cristina Kirchner que gira en torno al 40 por ciento de las preferencias…”, y agregaba: “Es nítida igualmente una segunda minoría representada por Cambiemos y sus candidatos con 25 por ciento de intención de voto…” Más adelante, el encuestador preferido del oficialismo de la “década ganada” y aportante al Relato afirmaba que Sergio Massa iba a ser el verdadero competidor del candidato de Cambiemos (al que no llamaba por su nombre), y que Cristina “estaba muy delante de ellos dos con el 15% de diferencia”.
Finalmente las cosas no se dieron así: el domingo 13 sobre el filo de la medianoche los resultados de los comicios mostraban un escenario muy distinto. Esteban Bullrich, el candidato macrista a quién Cristina y los kirchneristas ninguneaban por considerarlo un político de segunda, peleaba con Ella de igual a igual el primer puesto en el escrutinio: ni 40 puntos para el primero ni 25 para el segundo; el candidato ninguneado y Ella como estrella principal orillaban el 34 por ciento y el triunfo podía ser de cualquiera de los dos.
A las 3 de la madrugada la Jefa suprema seguía sin aparecer en el estadio de Arsenal donde sus fanáticos esperaban su palabra. A esa hora sus principales laderos, en especial Jorge Taiana y el ex radical Leopoldo Moreau, no podían ocultar su desconcierto y lo único a que atinaban era a tirarle chicanas al gobierno nacional destacando que sus responsables trabajaban lentamente ex profeso en el recuento de los votos (como si ellos hubieran sigo veloces cuando les tocó hacerlo).
En la madrugada del lunes Cristina Kirchner ya se había dado cuenta que el interior de la provincia y una parte importante del conurbano bonaerense le había dado la espalda. Una tibia compensación llegaría cuando se conocieron los votos de los municipios donde sus electores apoyan desde 1983 mayoritariamente al Peronismo, como La Matanza y Lomas de Zamora. Allí la diferencia a su favor logró restar parte del voto en contra de los otros distritos.
Cabe aquí detenernos para hacer un breve pantallazo sobre lo que es La Matanza.
Este municipio es el más grande en extensión de la Argentina, el más poblado (tiene 2.200.000 habitantes -más que cinco provincias juntas- de los cuales la mitad están en condiciones de votar). Allí cualquier candidato que postule oficialmente el Peronismo tiene asegurada su elección como Intendente, además de obtener la mayoría en el Concejo Deliberante. Obviamente ese arrastre llega también a los candidatos a diputados o a senadores de ese espacio político.
El primer intendente de La Matanza en 1983 fue un tal Federico Russo, un exponente de la derecha peronista, y el último elegido en el 2015 es Verónica Magario, a quién secundan todos los herederos de Montoneros (su papá era el secretario de Finanzas de esa organización armada en los setentas y un hombre de confianza de Firmenich). Tenga una ideología de derecha o de izquierda, quién llegue a las elecciones de la mano del Peronismo oficial cosechará la mayoría de los votos en ese distrito. Es como una ley no escrita.
A lo largo de estos 35 años tanta generosidad y fidelidad de la mayoría de los habitantes matanceros hacia sus dirigentes peronistas no ha sido debidamente correspondida por estos. Cuando uno recorre localidades como González Catán, Laferrere, Rafael Castillo o Virrey del Pino en ese municipio, encuentra pobreza por doquier: chicos descalzos, escuelas y hospitales en estado lamentable, líquidos cloacales que derraman en zanjas cavadas por los vecinos a la vera de sus calles sin pavimentar debido a la carencia de cloacas y agua potable, una enorme falta de infraestructura que no ayuda mínimamente a una buena calidad de vida. De 400.000 chicos en edad de cursar la escuela primaria o la secundaria, hay 100.00 que no asisten a ningún establecimiento escolar ni trabajan. Para aliviar la pobreza de su gente los dirigentes peronistas reparten planes sociales a diestra y siniestra. Quién escribe esta nota tiene amigos salteños que vivían en esas localidades y ha tenido oportunidad de visitarlos varias veces desde que se fueron de nuestra provincia en busca de mejores oportunidades tras el cierre de YPF en el norte salteño.
Pero así como La Matanza es un bastión del Peronismo es también el termómetro que mide el ascenso o la caída de los políticos encumbrados del partido creado por el General Perón. En 1995 Carlos Saúl Menem, en busca de su reelección como Presidente, logró en La Matanza el 58% de los votos; el hombre a ese momento había ya rifado medio país e iba por más, pero conservaba aún su poder político. En el 2015 Scioli sacó allí el 49%. Cristina el domingo en ese territorio, después del enorme poder que tuvo hasta hace un año y medio, apenas llegó al 45% de los sufragios: mucho tal vez para compensar su derrota en la mayoría de los otros municipios pero poco si quiere mirar con optimismo el futuro, permanecer en el candelero y volver al poder en el 2019.
En vista de los resultados del domingo pasado, es posible que el espacio de Cambiemos consiga un triunfo ajustado en octubre en la provincia de Buenos Aires. Pero aún ganando Cristina –también en forma ajustada- el triunfo obtenido por el espacio que lidera Mauricio Macri a nivel nacional está condicionando de antemano las aspiraciones futuras de la viuda de Néstor Kirchner.
¿Cuánto hilo le queda entonces en su carretel político a Cristina? La pregunta no solo apunta al resultado electoral sino también a que casi todos los gobernadores a los que tenía en una mano hasta el 2015 hace un tiempo que empezaron a tomar distancia, y hoy se muestran más interesados en mantener relaciones cordiales con Macri para conseguir levantar las alicaídas economías de sus provincias que en respaldar a su antigua Jefa. Los próximos meses nos develarán el misterio. Seguramente se mantendrán al lado de Ella algunos peronistas históricos, los viejos y nuevos montoneros atrincherados en La Matanza, algunos intelectuales izquierdistas y la muchachada del Partido Comunista, que tras sus etapas de crisis decidió abrazar y morir con el populismo kirchnerista.
Como hemos visto desde la llegada de la Democracia, cuando el Jefe del Peronismo empieza a perder poder el partido entra en estado deliberativo y comienzan a aparecer nuevos candidatos para sucederlo. Así pasó con Carlos Menem, a quién reemplazó Duhalde y con éste cuando llegó Kirchner. Al momento hay varios anotados para tomar la manija: Urtubey, Massa y Randazzo los más conocidos, donde el salteño parece hacer picado en punta tras el espaldarazo electoral que recibió el domingo. La burocracia sindical, por su parte, espera para ver con quién negociar.
Por ahora, el horizonte del Gobierno (y de Cambiemos) es más tranquilo, mientras Maria Eugenia Vidal sigue sumando puntaje en la preferencia de la gente y Macri consolida su liderazgo.