Sabemos que los barbijos pasaron de costar $4 a $28, y que no nos podemos apelotonar en ningún lugar por miedo a ser contagiados de Gripe A. Que en Salta se vende la cocaína mas barata del mundo. Que se están aliando De Narvaez, Romerito, Olmedo, Macri y Sola.
Pese a todo eso, (¿histeria colectiva?) nosotras seguimos con nuestro Cinedebate, presentando un documental super, archi, mega, remil independiente que no vas a ver en otro lado que no sea mañana en Beelzebul – Necochea 748 – Entrada $2 – un barbijo, una bolsa de pochoclos que luego, se puede reutilizar como un práctico barbijo artesanal.
Les dejamos algunas referencias para que vean que vale la pena ir a apelotonarse mañana!
Diego Lerer
La complejidad de Ciudad de María está escondida por debajo de su aparente sencillez. Su virtud es su cuidada combinación entre participación y distancia para tratar un hecho de intrincadas aristas como es el fenómeno de la Virgen del Rosario de San Nicolás que —hace casi 20 años— se le apareció a Gladys Motta, un ama de casa común, y virtualmente cambió la cara de un pueblo entero.
La cámara de Enrique Bellande, nacido en el lugar, tiene la habilidad de sentir empatía por los personajes y permitir entrever costados cuestionables del fenómeno. En su recorrida por entrevistas y testimonios de amigas de la señora Motta, de curas, representantes políticos, la prensa y, sobre todo, la gente que día a día, y especialmente los 25 de setiembre, visita la ciudad para pedirle milagros, Bellande consigue armar un rompecabezas al que sólo le falta su centro para poder completarse.
Y el centro es la mismísima Motta, mujer misteriosa que se niega a salir de su casa, en especial cuando hay una cámara cerca. Así, Ciudad de María se convierte casi en un filme de suspenso, en el que Bellande —a la manera de Michael Moore en Roger & Me— va acercándose poco a poco a un personaje que no quiere ser filmado. Ella, seguro, sola y frente a la cámara, permitiría develar cuestiones. Su silencio y ocultamiento agranda su mitología.
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