Otra vez la soprano Romina Santillán lució su hermoso timbre y su afinación perfecta en los pasajes sentidos de esta original música sacra sobre la base de un género popular como el tango.
Salta, viernes 7 de abril de 2017 en la Basílica Menor de San Francisco y martes 11 de abril de 2017 en la Parroquia Nuestra Señora de la Candelaria de La Viña. Romina Santillán (soprano). Coro de Cámara de la Universidad Católica de Salta. Orquesta Sinfónica de Salta. Director Maestro Jorge Lhez. Sinfonía en re menor RV 169 “Al Santo Sepulcro” de Antonio Vivaldi (1678-1741) Sinfonía nº 40 en re mayor (*) de Pedro Ximénez de Abril Tirado (1780-1856). Misa a Buenos Aires “Misa Tango” de Martín Palmeri (1965). (*) Estreno en Argentina.
Corría el mes de setiembre de 1982 y el Mozarteum Argentino Filial Salta trajo, dentro de su programa anual de conciertos, al famoso grupo I Solisti Italiani. Antes de comenzar el concierto, su líder, el malogrado violonchelista Enzo Altobelli se arrimó al borde del escenario y con su voz ronquilla dijo: “Iniciamos esta presentación con una obra fuera de programa, la sinfonía del compositor Antonio Vivaldi Al Santo Sepulcro en homenaje a los caídos en la guerra de Malvinas que mereció de toda Italia su adhesión a la Argentina cuya rendición fue como un puñal en el corazón de nuestro pueblo”.
A partir de allí comenzó esa breve página del compositor veneciano interpretada con tal sentimiento que provocó no pocos ojos húmedos en los asistentes. La obra dura unos ocho minutos y en esta oportunidad, el maestro Lhez eligió un tempo más corto que desde un punto de vista del significado tal vez se podría observar la representación de una pequeña pérdida de sacralidad retórica.
Cerró el concierto de San Francisco con la última de las sinfonías escritas por el desconocido compositor peruano del barroco tardío llegado a nuestras tierras. Su producción fue abundante, prolífica. La sola mención de cuarenta sinfonías ya coloca a Ximénez o Ximénes en un lugar musical de preponderancia en lo que fue el Virreinato del Río de la Plata. Su producción comenzó a conocerse luego del hallazgo de una numerosa cantidad de páginas a principios del actual siglo generando ser llamado “el Rossini de América”. En este caso, su Sinfonía nº 40 tiene la tradicional estructura de una sinfonía del centro europeo con dos movimientos iniciales de abundante riqueza temática. Después reemplaza el tradicional “minué” por una forma aproximada al “tempo de vals” para cerrar con un “rondó” de originales figuraciones.
Cuatro días después nos trasladamos a la Iglesia de La Viña para oír nuevamente el homenaje Al Santo Sepulcro y cerrar con la “Misa Tango” del argentino Martín Palmeri que conociéramos en setiembre del año pasado con el compositor al piano. Otra vez la soprano Romina Santillán lució su hermoso timbre y su afinación perfecta en los pasajes sentidos de esta original música sacra sobre la base de un género popular como el tango.
Precisamente en ese ámbito el bandoneón de Germán Mercado con su fraseo canyengue y casi de compadrito y aún así sin desentonar la idea de la misa tradicional. Ya lo dije antes y lo repito ahora, la obra es sólida y el maestro Lhez con su ripieno acertó en el repertorio del día 7 y el del día 11, en ambos casos ante templos colmados de oyentes que aprobaron con entusiasmo su labor directriz, cargada de factores técnicos enriquecedores entre los que destaco su envidiable manejo de las intensidades.
Música original y atractiva para estos días de recogimiento que finalizan con la Resurrección del Señor.