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jueves, abril 25, 2024

Conversaciones con Gerardo Restom: Palomitas, la historia

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En la publicación del libro “Tristezas escondidas”- de poca difusión- el abogado Restom desmitifica que los mártires de Palomitas fueran asesinados allí. Ocurrió en el Cuartel del Ejército Argentino. Once sacrificados. ¿Por qué no abrieron los cajones?

No puedo evitar decir que Gerardo tiene la mirada de un hombre honorable, transparente e idealista. Lo conocí en persona el viernes 20, por la mañana. También a Rosa Solá, su esposa. Jamás los vi en mi vida, antes. Conocieron a Carlos – quien fuera mi padre- y a quien vi tres veces en mi vida; la primera, yo muy chica, también cuando Ragone, el ex gobernador de Salta, fue a su casa donde yo estaba de visita. Al poco tiempo- recuerdo- empezó el miedo y se hablaba de su asesinato. Y Rosa me dijo algo- luego de la entrevista a Gerardo- que me dejó emocionada: “llevás el periodismo en la sangre”.

Esa fue una mañana que no voy a olvidar, en casa de los Restom. Las anécdotas de Gerardo son increíbles, me refirió algunas sobre el Barbudo Castilla y el Teuco. Me enteré que con el Barbudo hizo títeres y que llegó hasta Perú con una obra. Los viajes y la poesía de Castilla, son tesoros que anhela el escritor de Tristezas escondidas . Recita el poema para Evangelina Gutiérrez, la niña del Ingenio Esperanza, parada a la vera del camino, que el poeta retratara en sus versos.

Gerardo es salteño “de pura cepa”- me dice. Jamás fue citado a declarar. Cuando incorporaron a Turk como mártir de Palomitas, Bulacio se sacó de encima el peso de la justicia. “Lo asesinaron en Jujuy”- se sabe y lo reafirma. Pablo Outes Saravia, asesinado, se refugió durante seis meses en casa del letrado. A Gerardo lo persiguieron y lo pusieron preso el 26 de marzo en Jujuy, dos días después del golpe milico. Ese día nació su hijo y Rosa con un niño recién nacido en brazos, estaba desesperada. “Mi esposo se salvó de milagro”- cuenta. A la mujer de Turk le dijeron que se ponga luto porque se lo entregaban al marido muerto. Rosa, en la comisaría, salió tras ella para no escuchar idéntica frase. Había que ser fuerte y esperar volver a ver con vida a Gerardo.

Uno de los hijos de la pareja Restom lleva los nombres de los hermanos Outes y de su papá Gerardo, que se llama también Roberto.

El abogado me dice: “trabajo para los pobres, escribo para los pobres”. Lo hace con su sencilla manera de hablar. Tiene convicciones.

Algo siniestro: cuando le dieron siete días para salir de Jujuy, por debajo de la puerta le enviaban mensajes que decían: “te quedan seis días…te quedan cinco… te quedan cuatro…”

La entrevista

Dr. Gerardo: Ud. revela una verdad que pienso yo que va a dar qué hablar porque modifica la historia. ¿Cómo llega Ud. a este conocimiento sobre la masacre de Palomitas que de verdad ocurrió -como dice Ud. en su libro- acá en el cuartel de Salta?

– Llego a través de una fuente fidedigna de la persona que lo acompañó a los presos desde el momento que salieron desde la cárcel, que se había puesto a oscuras para que nadie sepa que se los estaba sacando aunque ya era voz populi que eso iba a ocurrir. Esta persona no tenía cargo militar sino más bien cargo carcelario. Y al tiempo de haber obtenido la libertad después de haber estado preso por el proceso; después de haber sido intimado a abandonar Jujuy en el término de siete días, me constituí en un exiliado dentro de mi propio país -que es el peor exilo- y tuve que venir a Salta. Acá me encontré con él y me narró exactamente la manera en que ocurrió, por lo menos me contó cómo murió Pablo Outes que había pedido permiso para hincarse y rezar antes de que lo mataran -de ahí pongo en mi libro unas cuantas palabras en su boca. Recibió un tiro en la nuca. Y esa fue la muerte que por lo menos a mí me interesaba conocer. No digo el nombre de esta persona porque aun quedan familiares vivos que pueden sufrir la persecución y que siempre han estado atemorizados de otras cosas. Pero también la lógica impone que no tenían ninguna necesidad de desviarse por ese camino que ellos habían querido tomar -supuestamente- para llevar los presos a Córdoba. No pueden desviarse a una finca -que “por casualidad” hasta el día de hoy es de uno de los inspectores de policía, al que nosotros le pusimos el apodo del águila blanca– y que concluye ahí en la finca. No tenían ningún tipo de motivo para hacerlo y ellos querían hacer creer como que iba a haber un encuentro con guerrilleros que ya estaban enterados para liberarlos. Esto hubiera sido sobre la ruta 9 que es la ruta que va hacia Güemes, hubiera sido ahí el tiroteo o algo. Sin embargo tomaron autos y una camioneta a la que secuestraron; los ataron a los dueños en unos árboles que había ahí cerca de la rotonda de Güemes -toda esa zona desde la rotonda de Güemes hasta Salta fue zona liberada- con el propósito de que ellos pudieran concluir su tarea dinamitando los cadáveres que ya estaban dentro de la camioneta y de un auto.

Pienso que si se abriera uno de los cajones que ellos entregaron con la orden de “no abrirlos nunca” y se verificaran con ADN los huesos diferentes de diferentes partes del cuerpo, se encontrarían ADN contradictorios porque después se recogió a los muertos así como si fueran pájaros de caza.

También yo destaco la muerte del Dr. Turk. Al Dr. Turk lo mataron en Jujuy. A él lo detuvieron tal vez al mismo tiempo que conmigo; las esposas hacían cola para hablar con este dios del terror puesto allá: el coronel Bulacio. Y cuando le tocó el turno a la Sra. de Turk él le dijo que se fuera, que se pusiera luto y que no volviera nunca más. No puede ser que después de treinta años lo traigan al cadáver de Turk a Palomitas donde no ha ocurrido nunca una muerte de nadie, nadie quedó vivo, eran once personas que ya iban muertas.

¿Y por qué nadie absolutamente nadie antes tiró una hipótesis de que esto no ocurrió, por qué esto se sigue ocultando y Ud. se animó a decirlo?

– Porque yo estoy obligado por la amistad que me ligaba con Pablo Outes y por muchos más que han compartido conmigo una lucha tremenda, siempre en lo político, sin herir a nadie ni ser hombre de la tribuna para la diatriba sino más bien para decir verdades. Además el miedo se impuso en todas las familias que pasaron por esto y en otras han producido grandes dolores, como pienso que le pasó a la familia de Teresa Leonardi a quien no conozco. La considero una gran poeta y la bendigo por el hecho que Dios le ha dado esa cultura fina para decir poesía, dice lo que a veces no se denuncia verbalmente. La gente aun sigue con miedo porque los represores están sueltos porque Alfonsín no tuvo el coraje siquiera de haber sustituido a todos los jueces de la Argentina para eliminar de una sola vez la impunidad que hasta el día de hoy todavía existe y cada vez con mayor fuerza; no es que haya disminuido, la impunidad se consolida en la justicia cada vez más.

¿Ud. fue perseguido políticamente, verdad?

– Sí. Siempre hemos tenido altercados con policías, siempre hemos estado unos cuantos días presos, siempre hemos tenido que luchar a veces por salvaguardar la vida nuestra. Sufríamos amenazas cada vez que íbamos a ocupar una tribuna, la mano negra… todas esas cosas, a las cuales el ímpetu de nuestra juventud nos llevaba a decir la verdad a pesar de todas las amenazas.

Cuando Ud. señala en uno de sus capítulos al Chaqueño Palavecino y a Miguel Ángel Cáceres que están cuestionados por varias razones, ¿no le parece que podría revisarse eso? ¿O Ud. está convencido que son referentes culturales?

– Yo no tengo trato con ellos. Al Chaqueño Palavecino lo conocí en un asado en la casa del Dr. Arancibia -que es su apoderado- pero no creo que me recuerde, ni que haya tenido conocimiento de que yo lo menciono en mi libro como un gran filántropo, dentro de todo, porque he visto las cargas que él manda para su Chaco, para su terruño natal, a la par que señalo esa generosidad que tienen varias personas como Don David, y otros más que nombro dentro de ese libro. Y en cuanto al profesor Cáceres tengo un respeto por la forma en que defiende todo lo nuestro, más que todo cuando se trata de la historia de Güemes que a mí también me tocó defenderla cuando fui profesor de historia y porque hay una sóla cosa que todo el mundo dice -que Ud. la debe conocer- que es popular… que es en la forma en que murió. No es así como ha ocurrido, sin embargo se impuso con el tiempo, propio de los enemigos que él tenía. Güemes era gran figura nacional para mí, y creo que para el profesor Cáceres también y con él tuve un sólo contacto personal y ha sido suficiente para que uno, se ponga a disposición del otro, en caso de necesitarse para evaluar nada más que algunas cuestiones históricas.

Lo que pasa es que la famila Adet, los hijos de Walter, se quejaron el año pasado y hubo un escándalo porque el profesor Cáceres acusó a su padre, Walter, de haber colaborado con la dictadura. No sé si Ud. se acuerda de estos hechos, o se enteró de lo que pasó…

– No, no me enteré. Pero de Walter fui muy amigo, conozco al hijo, a la hija no la conozco todavía, pero con Walter hacían un dúo, un binomio con Jacobo Regen. Éramos grandes amigos, cuando yo estaba estudiando en Tucumán, ellos estaban trabajando en el diario La Gaceta , y ni siquiera el hecho de la ausencia mía para estudiar ha sido motivo para alejarme de la amistad profunda, y la admiración que yo tengo por la obra de Walter. Considero que el canto a la madre que él hace, es el más bello de todos los cantos que se han hecho en el mundo, porque él describe tal cual es la madre, en medio de la pobreza, en medio de eso que uno también supo vivir, porque uno se ha criado en conventillos, conoció la pobreza y mordió y masticó la tierra. Los que producen eso, siempre tienen un alma noble, no puedo creer jamás, lo que Ud. me acaba de decir porque no puedo ni siquiera, soslayar ni detenerme a pensar porque no lo creo. Eso sí que no. Pienso que Walter era más bien un hombre callado, un hombre bohemio, y el silencio para él era vital , para otros a veces nos conduce a otras cosas. Hay gente que a través del silencio, llegó al suicidio , pero él no, para él el silencio era vital. Por eso pienso que esto que Ud. me cuenta, aunque no lo sabía, y menos con que haya sido dicho por el profesor, no, no lo creo; jamás, jamás, puedo pensar una cosa de ese modo y mucho menos de él que ha sabido soslayar, al igual que Espinosa… que tantos otros valores que nosotros hemos tenido en la poesía, la pobreza, la falta de apego a lo material, y mucho menos a mirar por los visillos, porque eso ningún poeta de Salta lo ha hecho.

¿Conoció personalmente al Dr. Miguel Ragone?

– Sí, lo conocí personalmente, en varias ocasiones así en forma breve, por el hecho de que a veces lo encontraba en el Hogar Escuela cuando yo la iba a visitar a mi suegra, porque ella trabajaba allí.

¿Y Ud. lo menciona en su libro? ¿Qué piensa del caso Ragone en particular?

– Yo no lo menciono al caso, porque es un caso anterior al hecho que yo comienzo a narrar. Pero pienso que él no se merecía un final así, porque no era su preocupación en ese momento el volver a la política, o el volver a ocupar grandes cargos. Yo sabía por un gran amigo que era la mano derecha de él, el “Colorao”, que él siempre decía que la política no era para él. Ragone más era medico que político, y así, en la política, se desempeñó con la ternura, con la paciencia, con toda la bondad que él representaba en sus ojos, en su mirada. Eso era lo que a él lo hacía crecer ante el pueblo que veía una figura que no había cambiado para nada, ni por el cargo ni siquiera por el tiempo.

¿Tristezas escondidas es su primer libro?

– Si, es mi primer libro, mi primera obrita, que ha dolido mucho escribirla porque rememorar la tristeza, duele más a veces, que haberla vivido.

¿Va a reeditar el libro?

– No reeditar, sino editar… Se me fueron casi todos los ejemplares, y no publicité casi nada sobre esto, y tal vez me entreguen esta semana unos doscientos ejemplares más, vamos a ver si nos presentamos en la feria del libro en Bs. As.

Cuénteme acerca de su participación en el caso Capellán

– Ahí yo participé con la firme convicción de la inocencia del hombre; fue por un breve tiempo, dado que era un hombre con mucha vibración, mucha angustia, mucha desesperación y los casos los tiene que dirigir el abogado defensor y no el imputado. Yo lo puse en libertad, lo dejé en libertad, lo dejé en la calle como quien dice, pero no por dinero, sino, lo dejé caminando tranquilamente, en libertad y creo que sigue en ese estado. Pero no sé por qué motivo después me cambió y puso a otro abogado.

Su libro también reclama a la presidenta una especie de miramiento diferente hacia lo social, y hacia los derechos humanos. ¿Cree que se puede encausar esa política, que hay posibilidades, que realmente puede haber una apertura con respecto a los derechos humanos, sacándose las mascaras todos los políticos?

– Tiene que ocurrir, pero sin embargo todas las consecuencias van trayendo la falta de seguridad en Bs. As. Más que todo está haciendo que los derechos humanos tomen una chatura prácticamente porque no se sabe contener a la juventud, como yo lo digo en el libro. Planteo un proyecto de que los cuarteles que se encuentran vacíos, pueden ser suficientemente aulas y además dormitorios, comedores, de todo… para crear talleres, para enseñarle a la juventud, no la obediencia debida que se hacía con el servicio militar obligatorio, sino con un poco de autoridad. Digamos dos meses de entrenamiento para que puedan servir en cualquier caso, que no lo considero casi posible, de beligerancia entre países hermanos. Pero nunca falta la espina que por ahí duela en el costado de algún presidente o vicepresidente.

Lo que sí ahora esos cuarteles, están sirviendo hasta de hostal, están cobrando cincuenta pesos para que la gente vaya, se aloje… Cincuenta pesos por persona… se alojan, duermen… Ellos aducen que es la gente que viene a ver a la Virgen del Cerro, que son muchísimos turistas, son ómnibus y ómnibus que llegan, entonces los acampan ahí, le dan cama, comida… y todo por cincuenta pesos. Los salones de los oficiales y suboficiales son alquilados para fiestas de cumpleaños, para fiestas de quince, para fiestas de casamiento, entonces los cuarteles se han convertido en un boliche más o en un semi hostal. En lo que se debe convertir es en talleres en donde se enseñe a los terciarizados -que aprendan a ser plomeros electricistas, torneros, carpinteros, en fin…- y hasta hay ingenieros que pueden formar una profesión para que dibujen planos, para que hagan tantos trabajos para los cuales se convoca a la juventud. Eso los va a sacar de la calle y les va a enseñar lo que es la autoridad, es decir, si hay un mal comportamiento no va a salir el fin de semana, no va a su casa en castigo, entonces hay premio y castigo. En los ejércitos siempre fue así, los cuarteles fueron así, entonces acá también se puede hacer así. La autoridad hoy en día no está representada en la familia, es decir los padres ya no pueden tener contención de sus hijos por eso los lanzan a la calle.

¿Entonces Ud. puede decir que acuerda con Susana Gimenez que dijo hace poco que los jóvenes deben volver a la colimba para salir del paco?

– No, yo no creo en el servicio militar obligatorio, creo en que los cuarteles tienen que servir para la juventud, formarse talleres para que aprendan un oficio, para que puedan ejercer. Yo le digo: un plomero que va casa por casa puede ganar más que un profesional, entonces con eso el joven va avanzando en la vida y comienza a tener sueños pero soñar sin envidiar, nunca hay que envidiar, la envidia es el veneno que se penetra en la sangre de cualquier persona. No hay por qué decir “mirá aquel tiene y yo no tengo”. A él le ha costado sacrificio, uno no sabe si en su juventud vendió diarios o tantas cosas que se pueden ir haciendo; desde muy chico se trabaja, yo trabajé desde los cinco años. Me acuerdo que barría el Cine Florida toda la semana con un amigo para poder tener una entrada al matiné el día domingo. Y lo hacíamos con gracia, con humor, sin pensar nunca en por qué aquel tiene un auto y yo no lo tengo, que es lo que se estila hoy en día.

El avance tecnológico que se ha producido en el mundo, ha variado la mente en los jóvenes. Acá nosotros vemos el chateo, todas esas cosas que yo no las entiendo bien pero sé que se hacen, parejas que se dan cita por internet, parecen ser armas creadas por el diablo, no por Dios.

Por último Gerardo, ¿cómo le parece que debiéramos vivir el 24 de marzo, los salteños en particular?

– Yo pienso que el 24 de marzo marca el día de la traición, prácticamente tendríamos que estar de luto ese día, no poner las banderas argentinas, sino banderas negras, que signifiquen el luto de los argentinos.

Con respecto a Malvinas, todos hemos salido a la calle, porque las Malvinas para nosotros representan mucho sentimiento. Me acuerdo cuando escuché el Himno y las noticias… lloraba desesperadamente , y el pueblo acudió a las plazas por un sentimiento, en tanto los militares han demostrado una cobardía total -salvo muy raros ejemplos hechos por la fuerza aérea.

Le puedo decir por buena fuente: Anaya fue el más cobarde de todos de los tres que estaban en la junta militar, él retiró después del hundimiento del barco Belgrano todas sus naves, sus flotas, y “la Tacher” dijo “yo lo hice con un propósito de que este hombre sabía que se iba a retirar”. Y lo dice Rattembach que la comisión creada, para juzgar a esta gente -y que fue condenada a muerte mientras que la junta militar creada por Frondizi- sobresee a Anaya, a Galtieri y a Lami Dozo; y Menen los indulta, cuando ellos son traidores a la patria. Ellos entregaron las Malvinas, sabían que las Malvinas eran nuestras, ya lo había sostenido con esa inteligencia Zavala Ortiz, como canciller de Illia había conseguido por lo menos el Foreign Office. Un canciller de Inglaterra tuvo que venir a la Argentina para hablar de soberanía. Eso se produjo en los primeros meses del año 66 , entonces ya era una cuestión de esperar, al estilo Hong Kong , al estilo de tanta gente que en el año 99 recuperó sus tierras , y ya forman parte -como ser Hong Kong del territorio de China. Lo nuestro iba camino a eso, Zavala Ortiz cambió la palabra “deseo” de los isleños por el “interés” de los isleños, es decir, que si ellos pedían una recompensa pecuniaria, se les podía pagar.

En cambio, en la actualidad yo veo cómo la cancillería nos abochorna a los argentinos, pretendiendo una soberanía perdida, pareciera que no leyeron nada, no saben lo que ocurrió después de la guerra ni Taiana, ni la presidenta ni nadie sabe hablar de la soberanía. Luego viene Brown, primer ministro de Inglaterra, y desarma todo el discurso que ellos elaboraron tan perfectamente. Los isleños, los kelpers, no son kelpers, ahora son ingleses de primera categoría, tienen una constitución de las Malvinas, hay una constitución, tienen una gobernación, hay un gobernador; hay un congreso; y aparte hay un consejo y un regimiento que está instalado permanentemente en las Malvinas.

Hace poco salió en el diario, que unos veteranos habían ido subrepticiamente a las islas, de golpe cayeron en las Malvinas y los kelpers les dijeron cómo no avisaron, ellos hubieran puesto un guía, según la resolución 502, o sea compartir conjuntamente con ellos las islas Malvinas, pero el trato de los argentinos hacia ellos ha sido un trato desdeñoso.

– Nota relacionada:

Los mártires no murieron en Palomitas sino en el Cuartel, aquí

https://www.salta21.com/spip.php?article1715

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