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jueves, mayo 2, 2024

Cortinas de humo para tapar una educación en ruinas

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Las discusión sobre días de clase y reajuste de contenidos sirvió para tapar la realidad de la educación en Salta, signada por bajos salarios, deficiencias edilicias y malas condiciones sanitarias. Una decadencia sin fin que jibariza los contenidos.

A criterio de Tribuna Docente, los acuerdos de la Intergremial con el gobierno para “ajustar” contenidos tras la prolongación del receso de invierno por la gripe A sirvió para encubrir que las escuelas no tienen las condiciones sanitarias mínimas.

“Por supuesto que en las reuniones entre burocracia y gobierno nada se habló de las deficiencias edilicias y la falta de recursos suficientes, y menos de reajustar los salarios para el segundo cuatrimestre (el actual costo de la canasta familiar es de $ 4.000). Los obreros de los dos ingenios salteños han obtenido el 22,5% de aumento. ¡Y a los docentes nos quieren mantener con el 12%!”, se queja la agrupación que integra la Asamblea Provincial Docente. “Con la complicidad de la burocracia sindical tratan de tapar todo especulando sobre la cantidad de días de clases. Pretenden darnos “lecciones” sobre “recuperación” a quienes todos los días realizamos enormes esfuerzos para desenvolver una labor en situaciones educativas y de trabajo precarias, con alumnos mal alimentados, con escuelas sin refacciones ni gabinetes psicopedagógicos, sin insumos ni personal suficientes y con docentres con salarios de pobreza”.

Menos ajustes y más inversión

La profesora de Lengua y Literatura Mabel Ovejero presentó en la jornada del viernes un escrito en el que informa: “Continuaré de la mejor forma posible el desarrollo de las planificaciones oportunamente presentadas, sin realizar más modificaciones que las determinadas por las necesidades de cada grupo”.

jpg_jibaro.jpgOvejero denuncia un proceso de “jibarización” del sistema educativo perpetrado a través de una triple reducción (de los CBC de la Nación a los juridiccionales e institucionales), de proyectos de “retención” (otra reducción de contenidos) y de la valoración de “habilidades” por sobre los contenidos (¡como si aquellas pudieran adquirirse sin estos!) . Por fortuna, señala, los contenidos llamados “conceptuales”
retuvieron protagonismo en el programa “gracias a la constancia y sabiduría de muchos docentes bien preparados”.

Ovejero denuncia que se instaló la idea que la institución educativa era la responsable de todos los males socio-económico-familiares del alumno, al que se lo consolaba no con una educación de excelencias sino con más y más fáciles y relajadas oportunidades (lo que se llamó jocosamente “la raspadita”, por el “siga participando”).

Así los programas se jibarizaron y la escuela perdió prestigio ante la comunidad. Como el salario también venía reduciéndose llegaron los paros y al volver a clases había que presentar proyectos de recuperación, con la misma falacia: “no se recuperan contenidos sino habilidades”. Y así llegamos a la educación en tiempos de la gripe A y -como un aporte más a la burocracia escolar- nuevos ajustes de contenidos.

Dice la profesora Mabel Ovejero: “El tiempo sí se ha perdido, y es irrecuperable de no mediar un cambio profundo, pero no de los contenidos sino de las condiciones de trabajo para los docentes y de aprendizaje para los alumnos. Lo que, sin dudas, significa mayor inversión en educación”.

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