En realidad la vida es sistemáticamente desplazada en casi todas las sociedades contemporáneas, ya sea por ignorancia y atrasos en las culturas, ya sea por la elevación casi absoluta del “yo mismo”, es decir del egoísmo.
Un delito se comete cuando se viola la ley. Ley que indica qué es lo que se establece como deber para todos. Se supone que en su contenido está implícita la dosis de verdad y salud que a todos nos hace falta para mantener la sociedad en un equilibrio del derecho.
Pero ¿quién tiene la sabiduría necesaria para establecer lo debido? Actualmente parece ser que los derechos pierden universalidad en este positivismo tan exagerado y exigido ya que cada uno por su lado busca que se le reconozcan los suyos. ¿Es necesario recordar que la alteridad se realiza desde el otro?
Así nacen nuevos delitos que hoy por hoy parece normal cometerlos cotidianamente:
1- Por citar un ejemplo, la legislación de los medios no protege al que escucha o ve, pues ya vemos la cantidad de porquería y alienación que llega a la mente de nuestros chicos, ¡y está totalmente permitido! ¿Libre expresión? Y aquí sólo hablo de intelecto, que es una de las facultades más importante de la persona para ejercer su libertad en la búsqueda de la felicidad. ¿Qué queda de la psicología, la voluntad? Y si aún tiene un halo de vida la dimensión espiritual, ¿qué queda de esta? Las capacidades están hechas añico y día a día se las pulveriza más, empezando por los más pequeños.
2- ¿Más pequeños dije? ¿Derechos del otro? ¿Alteridad? ¿Ley?
Claro, no hablan, aún no han madurado su psicología, dependen sus movimientos de otros, desde su alimentación y hasta su respiración. No pueden expresarse para luchar por sus derechos, son totalmente débiles, fáciles de exterminar. Pero son otros y a mí no me interesan, sólo «yo» me intereso.
En la antigüedad algunas culturas eliminaban a los chicos con capacidades distintas evitando la carga social, o simplemente para seleccionar personas aptas para la guerra o para el trabajo cuando se realizaba una conquista. Pero estos, tenían la posibilidad de luchar, de escapar o quizás de ser protegidos ante el inminente exterminio.
Vemos cumplimentarse día a día un plan de exterminio de las masas desde la concepción en el seno materno.
En realidad la vida es sistemáticamente desplazada en casi todas las sociedades contemporáneas, ya sea por ignorancia y atrasos en las culturas, ya sea por la elevación casi absoluta del “yo mismo”, es decir, del egoísmo que te hace desistir fácilmente al proyecto paterno o materno y todo esto se acompaña con la suficiente dosis de… ¿armar una familia? ¿Para qué? Mejor me las arreglo solo, solito y solo… solo como en la tumba encerrado en mi pequeñez y podredumbre.
¿Quién es el referente de la Ley, quién las garantiza para que la justicia sea una verdadera servidora del derecho? ¿Nuestros “sabios” legisladores, abogados, sociólogos, psicólogos, etc., etc., etc. …? Estos manejan conceptos y percepciones meramente humanas tan perfectas e imperfectas como las apreciaciones de cualquier hombre que va creciendo bien en el mejor de los casos.
Hace falta mejorar la puntería, las cosas no se ven bien solamente desde las miradas humanas. ¿O acaso no se nota la decadencia en los sistemas de ambos hemisferios del mundo donde el centro de las culturas no es ocupado por el hombre íntegro? Seccionado en sus dimensiones más importantes, el hombre parece arrastrarse como un gusano por la vida.
La misma naturaleza (a la cual también se extermina fácilmente día a día) nos habla sabiamente de cómo cuidar la vida en todos sus pasos, cómo ir preparando el contexto para que sea recibida de la mejor manera, y no es más que una creación inferior al hombre.
Es urgente sintonizar con la Sabiduría, con el Amor, con la Fraternidad para que a las puertas de la vida del hombre no llame la muerte, y así, exaltado nuevamente a su Dignidad, pueda caminar en su existencia por un camino más pleno.