Activistas de Greenpeace denunciaron desde las ruinas de Machu Pichu el peligro del biodiesel para bosques y alimentos. En la Unión Europea y en América Latina se están promoviendo los biocombustibles, pero esto genera más problemas que soluciones.
La acción fue realizada el jueves 15 por un grupo internacional de activistas de Greenpeace que se trasladó hasta las ruinas de Machu Pichu
Allí se desplegaron unos carteles gigantes con la siguiente yenda: “¡Peligro, Biocombustibles! Salvemos los bosques – Salvemos el clima”.
«Nuestro objetivo fue hacer que nuestro reclamo llegue a los oídos de los presidentes reunidos en la V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea en Lima, Perú», explicaron los ecologistas.
Greenpeace denuncia que los patrones de producción de biocombustibles están poniendo en peligro la subsistencia de las poblaciones más pobres del mundo al influir sobre los precios de los alimentos.
La producción de biocombustibles está siendo impulsada por los gobiernos de los países industrializados como una “solución rápida” para el problema de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero la producción a gran escala y sin criterios de sustentabilidad genera más problemas que soluciones.
«Si lo que realmente queremos es proteger el clima, necesitamos proteger los últimos bosques nativos que nos quedan», exclaman los militantes de la famosa organización cuyo nombre traducido al español sería «Paz Verde».
«Exigimos a los líderes reunidos en Lima que se reconozca la necesidad de adoptar criterios de sustentabilidad para la producción de biocombustibles. Esta tarea incluye: lograr una reducción positiva y considerable de los gases de efecto invernadero (GEI) de al menos 60%; no degradar directa o indirectamente bosques naturales ni otros ecosistemas y no amenazar la seguridad alimentaria local, en especial la de los países en vías de desarrollo», señaló María Eugenia Testa, de la Unidad Política de Greenpeace Argentina.
Amenaza para bosques y alimentos
La acción de Greenpeace en las ruinas de Machu Pichu fue realizada por un grupo de activistas integrado por ciudadanos chilenos, argentinos, colombianos, australianos y alemanes. La policía peruana demoró a tres activistas luego de que realizaran la acción de despliegue del cartel sobre las ruinas.
A pesar de las advertencias de investigaciones científicas y de las denuncias de importantes organismos internacionales acerca de la clara amenaza que los biocombustibles representan para los bosques y para la seguridad alimentaria, muchos gobiernos de la unión Europea y América Latina siguen impulsando y promoviendo la producción a gran escala de biocombustibles.
“Por otro lado, la extensión de cultivos tales como el maíz, la soja, la colza o la caña de azúcar, destinados a la producción de biocombustibles, influye también en las tierras agrícolas disponibles y provocando la destrucción, directa e indirecta, de ecosistemas naturales, como las selvas y bosques tropicales”, afirmó Testa.
La reglamentación europea estipula un corte obligatorio de los combustibles usados en el transporte con un 5,75% de biocombustibles para el 2010 y del 20% para el 2020.
“Europa ha establecido un corte que excede su capacidad de producción, por lo que se procura que los países de América Latina se conviertan en proveedores dentro del mercado internacional, poniendo en peligro su patrimonio natural” sostuvo Juan Carlos Villalonga, Director Político de Greenpeace Argentina. “Por eso, hoy es imprescindible que los presidentes reunidos en Lima establezcan criterios comunes para ambas regiones de sostenibilidad a la hora de producir biocombustibles.”
En la actualidad, la deforestación a nivel mundial sigue aumentando a una tasa alarmante: desaparecen más de 13 millones de hectáreas al año. La región de América Latina y el caribe aún dispone de abundantes recursos forestales pero alcanza uno de los niveles de deforestación más preocupantes: de 1990 a 2005 perdió alrededor de 64 millones de hectáreas de bosques.
Fuente: http://www.greenpeace.org.ar