Presiones para «recuperar» días de clase dificilmente recuperables, descuentos de sueldos que no terminan de reponerse, falta de recibos que permitan controlar presuntos aumentos que no se perciben en los bolsillos provocan un persistente malestar en la docencia salteña tras una larga y desgastante lucha por la recomposición salarial.
El conflicto docente en su fase más aguda se superó con el compromiso del gobierno de pagar los días de huelga a cambio de una recuperación pedagógica y un aumento del básico a 360 en abril y 380 en agosto, tras una lucha que postergó casi dos meses el inicio de las clases en la provincia de Salta, con más de 30 días del calendario escolar perdidos para la mayoría de los estudiantes de nivel inicial, EGB y Polimodal.
Pero los problemas de fondo de la educación en Salta, incluido el tema salarial, distan de haber sido superados. El acuerdo circunstancial fue una suerte de magro empate de las partes en pugna -docentes y gobierno- tras una larga lucha que resultó desgastante para ambos.
Los problemas edilicios en muchos establecimientos educativos de la provincia persisten. La mejora salarial no logra ni tan siquiera actualizar los ingresos para ponerlos a tono con la pérdida del valor adquisitivo producido por la inflación. El sistema médico de salud laboral se basa en lograr la asistencia forzada a clases de maestros y profesores enfermos que no tienen asegurado el tiempo de reposo necesario para recuperarse de sus dolencias físicas y psíquicas.
El tema de la reasignación de montos adecuados por el trabajo en zonas desfavorables no ha sido abordado. Tampoco se debate acerca de la excesiva carga horaria de profesores que deben acumular un número imposible de horas cátedra frente al aula (66, cuando en Europa ronda en las 18 o 20) que atenta contra la calidad de la enseñanza. No se ha formado aún una mesa de trabajo para tratar estos problemas de fondo. Lo cual muestra que el acuerdo logrado fue circunstancial y que la crisis educativa está lejos de ser superada.
El malestar entre los docentes continúa, y se manifiesta en charlas y discusiones en las salas de profesores donde se comenta la caótica manera en la que se realizaron descuentos y presuntas reposiciones de las cifras descontadas. No hay recibos de sueldo para controlar lo que se cobra y muchos son los que peregrinan hasta la calle Lavalle con la esperanza que algún liquidador le explique qué le descontaron y cuánto le deben.
Mientras tanto el gobierno parece haber dado marcha atrás en su decisión de una recuperación «cuantitativa» de los días de clase perdidos con la asistencia a escuelas y colegios los días sábados por la mañana y a contra turno. La oposición de padres, docentes y alumnos hizo naufragar esta iniciativa. La exigencia quedó limitada a la presentación de un proyecto de recuperación pedagógica por parte de cada docente que dada las circunstancias tendrá una importancia más formal que real.
Sin una política educativa clara y seria -no la tiene el gobierno actual ni aparentemente quienes aspiran a gobernar la provincia tras el mandato que está llegando a su fin- la crisis educativa se parece a una lenta agonía que se intenta ocultar tras la fachada de una supuesta prosperidad de la Salta sojera y turística.