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jueves, abril 25, 2024

El misterio de la felicidad, una apuesta mainstream

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Esta nueva ficción de Daniel Burman es menos compleja que filmes como “El abrazo partido” (2003), “El nido vacío” (2008) y “Dos hermanos” (2010). Es ante todo, una película de actores.

Al principio hay una pareja, de amigos, Guillermo Francella (Santiago) y Fabián Arenillas (Eugenio), luego sustituida por la dupla FrancellaInés Estévez (Laura). Y la sustitución se da frente a un hecho inesperado que da pie al desarrollo de la historia.

La relación de amistad que mantienen los protagonistas es bastante interesante, Daniel Burman y Sergio Dubcovsky se sumergieron en la mente masculina para que apreciemos cómo ve un hombre a su mejor amigo, cómo puede haberse fabricado una vida con ese amigo, al punto de haber-incluso-creado a alguien completamente desconocido. Resulta muy actual que los hombres no necesiten a una mujer, a un amor, cuando depositan todas sus energías en la relación con el mejor amigo con quien comparten trabajo, salidas, desayunos, compra de ropa y deporte. Santiago se acuesta con una mujer, pero hablando mal y pronto, se “echa un polvo” y nada más. Podría tratarse de una verdadera sublimación en la que el amigo cumple – salvo en lo sexual- todas las necesidades afectivas de Santiago. Si no fuera por el detalle de la heterosexualidad de ambos, serían la pareja perfecta. Desde este punto de vista, el humor se logra en las situaciones y en este especie de prólogo, se asienta la comedia que hace un giro hacia lo dramático, para recuperar el tono de comedia hacia el final.

Pero Santiago es “feliz” con esa vida de rutinas que armó desde hace 20 años o más. No se cuestionó nada porque estaba cómodo y es muy básico. Francella luce sus gestos, su mirada, su sonrisa, apela a la ternura y se deja querer. Su genialidad compositiva es francamente su simpleza, edifica un personaje basado en un tipo cualquiera, pero corresponde con su carisma y presencia frente a la pantalla.

Cuando Eugenio desaparece, aparece Laura, muy bien interpretada por Estévez, quien no deja nunca de mostrarnos sus distintas facetas a través de las emociones que le imprime a su composición actoral. Tipo “la Tanta” de “Un novio para mi mujer”, pero madura, aunque la comparación suene odiosa.

En esta parte el guión se encoje un poco, Laura reemplaza en todo el sentido de la palabra a Eugenio. Con ella, Santiago hace lo que hacía con su mejor amigo: apostar, jugar al paddle, atender el negocio…No hay un plus y se mete por un canal angosto en el que la felicidad es también algo sencillo, nada del otro mundo, pero hay que develar de qué se trata y no perder de vista los sueños. Lo bueno del film es cómo se caen ciertos prejuicios sobre las mujeres de los mejores amigos, cómo se está al lado de alguien cuyos sueños no eran compartidos y cómo se olvidan las personas de ser felices. Laura no tenía un matrimonio feliz, tampoco estaba enamorada de su marido. En definitiva, que Eugenio se haya ido a buscar su felicidad, es lo mejor que pudo pasarles a los tres.

Los personajes que aparecen interpretados por Alejandro Awada, María Fiorentino, Sergio Boris y Silvina Escudero, son como “aportantes” de datos para armar un rompecabezas sobre el misterio, palabra un poco fuerte para definir algo obvio.

El título nos hace pensar en algo más filosófico que muta enseguida por algo común, pero creo que en definitiva el misterio no era el que nosotros creíamos. Burman se refiere al misterio de las relaciones y de cómo el universo se encarga de conectar a las personas que eran las adecuadas para hallar la felicidad.

El director también buscó cómo relacionar a Inés Estévez y Guillermo Francella, como lo hizo con Antonio Gasalla y Graciela Borges, Oscar Martínez y Cecilia Roth, entre otros de sus dirigidos. La resultante es una comedia de verano, muy actual, en la que las relaciones de pareja son un misterio. Y la felicidad es alcanzable.

El misterio de la felicidad (Argentina-Brasil/2014). Dirección: Daniel Burman. Con Guillermo Francella, Inés Estévez, Fabián Arenillas, María Fiorentino, Alejandro Awada, Sergio Boris y Silvina Escudero. Guión: Daniel Burman y Sergio Dubcovsky. Fotografía: Daniel Sebastián Ortega. Música: Nico Cota. Edición: Luis Barros. Dirección de arte: Margarita Tambornino y Alexandre Meyer. Sonido: Jésica Suárez. Vestuario: Roberta Pesci. Distribuidora: Buena Vista International. Duración: 92 minutos.

– Nota relacionada:

El nido vacío: un dramaturgo cincuentón en crisis

https://www.salta21.com/El-nido-vacio-un-dramaturgo.html

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