Y llegó la pianista auspiciada por la Embajada de Israel en Argentina. Dorel Golan es una personalidad demasiado joven aun. Recibió su master el año pasado. Enfrentó esa obra de arte que es el nº 2 de Rachmaninov que Salta gozó de la mano de la rusa Oxana MIikhailoff-Mackov en 2003 en inolvidable versión.
Teatro Provincial de Salta. Viernes 13 de marzo de 2009. Orquesta Sinfónica de Salta. Solista: Dorel Golan (piano). Director: Luis Gorelik. El Gaucho con Botas Nuevas (Gilardo Gilardi 1899-1963). Concierto para piano y orquesta nº 2 en do menor op. 18 (Sergei Rachmaninov 1873-1943). Sinfonía nº 4 en fa menor op.36 (Piotr Ilych Tchaikovsky 1840-1893).
Estreno en Salta. El Gaucho con Botas Nuevas, obra de Gilardo Gilardi, compositor y pedagogo ejemplar -tuvo como alumnos a figuras rutilantes de la música argentina- fue además una de las personalidades mas honestas del arte musical de nuestro país o sea que no es tan difícil reunir alto nivel artístico con el ser una buena persona. La obra está escrita con seriedad técnica a pesar que su intención sea la picaresca de un hombre del campo nacional, que estrena sus relucientes botas. Es casi un poema sinfónico, sobre todo luego de la sección lenta dentro de sus diez minutos de duración. Es bueno saber que la orquesta tiene pensado una grabación de temas argentinos donde el presente estaría incluido.
Y llegó la pianista auspiciada por la Embajada de Israel en Argentina. Dorel Golan es una personalidad demasiado joven aun. Recibió su master el año pasado. Enfrentó esa obra de arte que es el nº 2 de Rachmaninov que Salta gozó de la mano de la rusa Oxana MIikhailoff-Mackov en 2003 en inolvidable versión. Pero ésta de hoy tuvo momentos estelares y otros que no. Ejemplos: estupendos los dúos del piano solista con Emilio López Alonso (oboe) y Elenco Tabakov (corno) en el primer movimiento y con Cecilia Ulloque (flauta) en el segundo. En este concierto, el director y la orquesta deben entregarse al solista, deben acompañarlo. Pero para eso hacía falta un solista ganador, vibrante, apasionado, virtuoso, tierno, de pedal inmaculado, enérgico, de poderoso fraseo y si bien Golan rozó todo esto, cada cualidad siempre apareció como que le faltaba algo para ser completa. La orquesta conoce la obra pero hubiera sido preferible un volumen sonoro más recatado sobre todo en el primer movimiento. Golan es fina, elegante, aunque sin un poderoso sonido. Tal vez el piano no estaba del todo bien. Además, se trata de una obra que necesita pasión al por mayor como el pasaje, casi al final del segundo movimiento en donde la cuerda y el piano explotan de romanticismo y en el concierto pasó casi desapercibido. Sin embargo Golán es una artista que merece crédito futuro. De todas formas me quedé pensando: ¿Y nuestro Javier Anderlini? Bien, gracias.
Para el final otro plato fuerte que satisfizo al público otra vez numeroso. Este es un tema que merece análisis pues de la baja cantidad de entradas vendidas el año pasado, se ha pasado a una demanda compradora casi importante como presagio de una temporada mejor que las anteriores. Los cuarenta y cinco minutos que dura la Cuarta de Tchaikovsky fueron ofrecidos como se debe. Enérgica al inicio, de notoria angustia después, dilatado su fraseo, sonido compacto, lirismo donde fue necesario, con un tercer movimiento casi inesperado en sus “pizzicati” construyendo un “scherzo” nervioso e inquieto, que abre la posibilidad de un final de robusta explosión sonora. Gorelik la conoce bien. Hasta se dio el lujo de bajar su batuta como quien oye a sus músicos debidamente preparados de antemano. Brillante la masa de metales, eficaz la cuerda, atrapante la madera y precisa la percusión. Fue una buena Cuarta, obra que comienza a desnudar el espíritu atormentado del compositor hasta llegar a esa aplastante sinfonía como es la sexta. Su triunfante coda enfervorizó a la gente con su contundencia huracanada.