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sábado, noviembre 23, 2024

Entrevista exclusiva a Nel Diago: “Rodrigo García no se va a someter jamás”

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El español especialista en teatro, llegó a Salta la semana pasada para dar una conferencia sobre «Un argentino que triunfa en Europa: La dramaturgia postdramática de Rodrigo García -con muestra de espectáculos en DVD-«. Salta 21 lo entrevistó el lunes 16 al mediodía, antes de asistir a la conferencia de las 20 hs. en Casa de la Cultura.

Nel Diago Moncholí es Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia. Profesor Titular de Filología Española (Historia del Teatro Español). Ha sido Coordinador del Aula de Teatro de la Universidad de Valencia. Actualmente se desempeña como critico teatral en varias revistas de España. Ejerce la crítica regularmente en radios y diarios locales de su país – nos dijo- en revistas especializadas (Buenos Aires, California, Chile y otros países) y en revistas académicas. Desde 1974, se vinculó con el teatro a través de la crítica.

¿Te reunís con otros críticos?

– Con CICRIT organizamos encuentros de críticos teatrales internacionales en donde reflexionamos sobre el papel de la crítica -particularmente de la crítica periodística, la crítica de calle- y exponemos un poco la realidad de la crítica y del teatro de cada uno de los países que provenimos y después entramos en contacto con los grupos locales. Ahí analizamos con los creadores su trabajo. Hace dos años nos encontramos en Buenos Aires y este año en setiembre lo vamos a hacer en Santiago de Chile, posiblemente el año que viene lo hacemos en Brasil. Cada dos años hacemos un Congreso.

Es como la crítica consagrada de los críticos conocidos…

– En Buenos Aires nos juntamos con los críticos conocidos, con gente que viene de Cuba, de Ecuador, de Uruguay, de España, por supuesto de la Argentina.

¿Con CRITEA?

– No, con AINCRIT, que nació precisamente del encuentro del CICRIT que hicimos en Buenos Aires, con críticos de Buenos Aires como Jorge Dubatti y Carlos Pacheco, desde ese encuentro salió una asamblea y se formó AINCRIT, de la que formo parte también. Soy medio argentino.

Conocí a gente de AINCRIT en Chaco, en la Fiesta Nacional del Teatro cuando el INT Salta me envió a cubrir la Fiesta, estuve en contacto con Martín Wolf…

– Ahora hay una asamblea y han renovado la Junta Directiva, iban a producirse cambios…

Vos participaste del Congreso Iberoamericano que se realizó en Buenos Aires…

– Es un Congreso de investigadores, es internacional, lleva ya 19 años como Congreso. Antes de existir como Congreso eran Jornadas también de carácter internacional. Soy miembro correspondiente del Comité Académico, así que estoy muy vinculado al Getea.

¿El trabajo que expusiste ahí es lo que traés a Salta?

– No, es un trabajo de Rodrigo García y La Carnicería Teatro que presenté el año pasado en un Congreso que realiza Jorge Dubatti y es cada año. Lo hice para ir promoviendo esto, lo presento aquí en Salta y luego en Rosario.

hi_6-3.jpgDe todas maneras no sería la primera vez que hablo de Rodrigo García, de hecho en uno de los Congresos de Getea, en el 98 por ahí, ya hice una exposición pero no específicamente sobre él, también hablé sobre la generación de dramaturgos españoles donde podíamos integrarlo. «Rodrigo García y el teatro finisecular español: una dramaturgia postartaudiana» es el título que le puse y eso está publicado en la Revista Teatro Siglo XXI. También fue publicado en una Revista del Getea. Parte de ese discurso que era sobre él está en la Revista del CELCIT, escribí algo así como «Argentina contando la imposibilidad de la tragedia», hablaba de los argentinos que hacen teatro en España y hablo de la tragedia y la problemática que enfrenta el teatro con la posibilidad/imposibilidad de hacer un teatro trágico, se puede pero no de una manera tradicional. Esto lo estoy haciendo porque estamos preparando un poco para publicar en una Colección que tiene Jorge Dubatti, la producción de Rodrigo García, su obra completa hasta el día de hoy.

No es muy conocido en la Argentina, pero hay gente que sabe de él. Alguna vez me ha pasado de estar en una librería y de ver a jóvenes preguntar si tienen libros de Rodrigo García. Sé que se han hecho por ahí artículos de investigación en Córdoba, en Rosario, es decir que, en el circuito hay un interés. En el Picadero ha salido una entrevista (Número 23), sobre su historia, cómo se fue de aquí, y algo sobre su obra.

Cuando decís dramaturgia postdramática, qué significa eso…

– El término que yo uso es postartaudiano, de hecho en el cierre del Congreso del Getea que hemos tenido ahora, Marco de Marinis presentó su ponencia de clausura con ese tema: “Teatro dramático vs. Teatro postdramático”. Él utiliza el término postdramático a partir de Lehmann, y hace un repaso de nombres que lo usan en Europa, él dice que no se hace en Argentina. Yo le comenté sobre Rodrigo García, le dije que hay un argentino en Europa, es hispano-argentino, es un caso de un gran creador que vive en Europa. Sí que sabía quién era Rodrigo García, sí que había visto algún trabajo pero no lo había mencionado. Él prefiere el término de postdramático porque ya está como mediatizado. La idea mía es postartaudiano porque para mí no es la idea de texto dramático y texto no dramático en el sentido que no hay conflicto, no hay personajes y no hay argumento. Si partimos de la base que Artaud predicaba la poesía escénica que está radicada en la parte plástica, en el movimiento, en la danza, en el mimo, en la pantomima, pero negaba la palabra, el diálogo porque todo eso es literatura y no es teatro, es lo que ocurre con Rodrigo García y otros que trabajan en ese campo, han recuperado la palabra y la han encajado con todo aquello que Artaud decía que era la poesía escénica, no como un elemento básico y preponderante porque Rodrigo hace un espectáculo sobre la palabra que apenas existe, pero depende de los espectáculos. Él escribe los textos en los que parece que no hay personajes y que aparentemente no hay conflicto, sí hay un drama; lo que pasa es que el opositor a lo mejor no se ve concretamente. En “Borges” el opositor es la sociedad de consumo y el mundo globalizado.

“Versus”, una de sus últimas obras se vio en México… ¿puede ser? ¿Vos la viste en España?

– Yo la vi en Cádiz hace un par de años.

¿Por qué Rodrigo García es provocador, sobre todo en España que es difícil hablar sobre algo que sea provocador?

– No, no es provocador en España, es provocador en Europa.

¿Y qué significaría eso, desde qué punto de vista es provocador?

– Depende de quién mire siempre. Hay personas que han entrado a ver un espectáculo y se han indignado. En el estreno de “Versus” una señora gritó “Esto no es teatro, es una vergüenza”, estaba desaforada. Si tenés un cuadro de Joan Miró, aparecen manchitas y decís qué mierda me está contando. Hay que leerlo y hay que entenderlo, pero si hay una persona que no tiene los referentes ni sabe de qué se trata la obra, queda desconcertada. Yo cuando lo vi por primera vez a Rodrigo me pasó lo mismo pero mi reacción no fue decir “este tipo me está tomando el pelo, esto es una mierda, esto no es teatro”. Mi reacción fue decir “qué está pasando”. El problema no era de él sino mío, yo no tenía las claves para entender. Me acerqué a él, le hablé, le pregunté, le pedí el texto, me fui informando y me convertí en uno de sus voceros, el primero que escribe internacionalmente sobre su teatro. En ese momento no había un nombre para decir qué era esto, decir performance no era el término, él tiene claro cuando lo es. El teatro pasa por la reiteración, por la repetición, a veces parece que está improvisando pero es mentira, no improvisa absolutamente nada, todo está perfectamente calculado y meditado. Rodrigo es hijo de inmigrantes españoles, él necesitaba asentarse en España, ser español, rompió con todo lo que tenía que ver con Argentina durante los primeros años, después empezó a florecer todo lo que tenía detrás de su mundo argentino. De hecho la obra que presentó en Avignón “Cruda, vuelta y vuelta, al punto, chamuscada” es un espectáculo netamente argentino, que vino acá, fue a Parque Patricios donde lo hizo con chicos de la calle, murgueros…

Rodrigo trabaja con las imágenes…

– Claro. Hay espectáculos que inicialmente no eran espectáculos, y que los armó; una vez remontó “Borges”, hizo otra que se llamaba “Prefiero que me quite el sueño Goya a cualquier hijo de puta” y entonces el espectáculo se llamó “Borges más Goya” , en ese espectáculo estaba plenamente Rodrigo en su condición de hispano-argentino, de escritor y de artista plástico. Porque no sólo escribe sino que trabaja con imágenes, diseña la escenografía, por lo tanto Borges respondía a su parte literaria y Goya a su parte plástica.

¿El público asiste a verlo, tiene su público?

– Tiene un público incondicional. Lo que lo movilizó, lo transformó y lo volvió loco fue Tadeusz Kantor; y a mí me pasó lo mismo, ahí donde supiera que estrenaba me iba a verlo, a mí me perturbó enormemente. Cuando ibas a ver un montaje de Tadeusz Kantor aunque esté en polaco y no entiendas un carajo de lo que están diciendo, estás empapándote con esas imágenes, con esos personajes, te deslumbra. Hay un público de fervientes admiradores de Rodrigo que asiste a las representaciones donde se hagan. El último espectáculo que ha montado lo estrenó en Bretaña, luego hubo una actuación en Canarias, a mí me quedaba muy lejos pero cuando lo estrenó en Madrid, fui con un amigo que a partir de entonces cambió su manera de hacer teatro y recorrimos 700 km solamente para ir a ver una obra de él.

En cuanto a la provocación… no sé… Lo que pasa es que no es un teatro conformista, no es un teatro digestivo, te obliga, te empacha, te golpea, y puedes responder con disgusto o ser cómplice de todo esto.

Es como sentir más que entender…

– Claro, es un teatro que va a los sentidos, es un teatro que te pega en el oído, en el olfato, en el gusto como cuando los actores terminan de cocinar… puede apelar al tacto… lo cual no quiere decir que sea simplemente sensorial porque allí hay mucha idea, pensamiento, una carga ideológica importante, en todo caso apela a todos tus sentidos y a tu parte intelectual cuando empiezas tú a armártelo en la cabeza y tienes que entender el por qué, el cómo de todo aquello. Tú lo terminas completando. El espectador no es un espectador pasivo sino activo y tiene que saber jugar también. Como proponía Rayuela de Cortázar.

Lo habrás dicho vos en tus críticas también… Rodrigo García no pretende cambiar la sociedad sino influir, ¿de qué manera lo hace?

– No es una intención la de influir, no hay un apriorismo. Él lo que está haciendo es arte, ¿de qué manera el arte influye en la sociedad? No sé, hay que preguntárselo. Goya, Borges, Cortázar han influido, ¿cómo han influido? No es que se lo propusieran. No es el viejo teatro independiente con una carga política que pretendía que se despierten las conciencias y que iban a hacer la revolución. Su teatro es muy político, sobre todo en los últimos años pero no te está pretendiendo convencer de que hagas la revolución, te está exponiendo las cosas desde su punto de vista, desde su afectividad, desde su sentimentalidad y por ello hay muchas cosas de Argentina.

¿Es teatro político desde el punto de vista brechtiano?

– No, el teatro político desde el punto de vista brechtiano es como más elemental, mucho más simple, más evidente.

¿Cómo aparece en esa dramaturgia el texto?

– Nunca es previo, a veces sí. Tiene dos o tres ideas, lo que pasa es que cuenta con unos actores cómplices, forman parte de su grupo que es gente que comparte el mismo gusto, que tienen las mismas preferencias por determinado cine, que van a ver exposiciones… y no necesitan explicarse nada. Saben qué es lo que quieren. A partir de ahí, van trabajando, van metiendo sus propuestas, sus improvisaciones… los actores también son creadores, hablo de la dramaturgia de actor, entonces a partir de las improvisaciones escribe cuatro hojas y al día siguiente dice “aquí está”. Otras veces el texto no existe. Vi un espectáculo que hace a partir de una novela de Thomas Bernhard que la hizo una sola vez, porque hubo problemas por los derechos de autor y todo eso. Aquel espectáculo se llamaba «Hostal Conchita» porque vio en la calle un hostal que se llamaba así. Y en realidad era un recital de ruidos, en una primera parte no hay una sola palabra.

¿Quién sería un precursor de este tipo de teatro, cómo fue que instaló este paradigma?

– En la entrevista de Picadero él habla de esos montajes que le transformaron… Cuando él era niño sus padres que eran españoles lo llevaron a ver “Yerma” de Víctor García y entonces se dijo “si esto es teatro yo quiero hacerlo”. Luego lo que te contaba, Tadeusz Kantor, otros montajes sobre Becktett, Ionesco, Griselda Gambaro, Pavlovsky… esta es la línea que le interesaba y que le marcaba. Otros autores ya posteriores que descubre como lector/espectador fue Heiner Müller, es uno de sus referentes. ¿Provocador? Sí, a veces tiene cosas de la provocación pero son contradicciones humanas. Parece terrible lo que hace pero no lo es.

¿Cómo escribís la crítica de sus obras? ¿Hablás del montaje, de la dramaturgia, de la actuación, de la dirección… o directamente estás fascinado y disparás al espectador una recomendación?

– Va salir en el Picadero una fábula que yo escribí que es la Fábula del crítico de teatro. Este texto también se tradujo al portugués y se va a publicar en Brasil. En un Encuentro en Buenos Aires hablé sobre cómo se enfrenta uno a la crítica periodística. Pero todo está en esa Fábula.

Como venís de varios Congresos sobre la crítica y ese aspecto me interesa, te lo pregunto. Siempre me cuestiono el rol de la crítica porque hago crítica.

– Hice una reflexión más seria y más extensa del papel de la crítica en uno de los libros del Getea, en “Teatro y teatristas”, en ese volumen que está publicado en Montevideo. La función de la crítica aparece en ese volumen, reflexiono sobre su relación con el teatro y la sociedad, con los actores, con los lectores… Todo está ahí perfectamente expuesto.

En la revista donde publicás seguido y es de Cultura… supongo que no tiene mucho valor la publicidad…

– Claro, la revista vive de la publicidad.

¿Y eso no es un condicionante?

– Sí, siempre es un condicionante.

Pero eso no implica que el crítico no pueda decir lo que piensa…

– No, depende. Es un condicionante. Si reciben publicidades que dan los teatros, de algún modo tienen que corresponder con la crítica. Luego tu crítica puede poner mal al espectáculo. En las revistas en las que he colaborado siempre, me han dejado escribir lo que quisiera. Si no puedo hacerlo me voy. El problema está en qué ocurre con el teatro periférico, el teatro alternativo que no tiene para pagar publicidad, entonces aparecen en la cartelera pero no se les da espacio. Yo sí tengo margen para escribir sobre eso. Además, el mejor teatro es el que se hace ahí, el teatro que renueva es el alternativo y por mucho que te paguen del teatro comercial por ejemplo “Chicago” , un musical, donde hay mucha plata de por medio, eso es cubrir el espectáculo y decir cualquier bobada para cumplir. Ahí es donde me fijo en Rodrigo García porque es un creador, este tipo es genial.

Una vez que el creador está instalado como un “buen producto” entre comillas, ¿deja de pertenecer a ese ambiente de lo alternativo o sigue siendo alternativo?

– Si te integras y te adaptas, te has perdido, lo importante de Rodrigo García es que ha encontrado cierto lugar sobre todo gracias a productores franceses de Centros de Producción que lo han hecho suyo. Pero él sigue haciendo su teatro en español. Esta gente le deja un margen para que él haga lo que quiera. Ahora lo llaman de España para que haga por ejemplo el Centenario de Goya, pero le dicen “queremos que hagas lo que tú quieras”. El tipo hace un Homenaje y sale con algo crítico y ácido como en “Borges” y la María Kodama lo mira como diciendo y este marciano quién es… Rodrigo no se va a someter jamás. Si le dicen que tiene que hacer tal cosa no va a aceptar. Sus actores vienen a Argentina y montan una obra sobre la marginación y la pobreza, van a Roma, a Grecia, a Panamá… y luego vuelven a sus reductos, a la marginalidad, pero esa es la realidad y lo saben. La burguesía europea lava su conciencia con eso y a él le dan la oportunidad de mostrarlo. Vive de su trabajo, muchos años vivió de la publicidad, era un creativo. Eso le ha condicionado su manera de hacer teatro porque su creatividad con las imágenes las está aplicando al teatro, por eso también es tan impactante. Pero llega un momento en que puede ganar dinero con el teatro para vivir honradamente.

¿Tu crítica colaboró para ponerlo a él en algún lugar?

– Sí, creo que sí y espero que sí. En el año 93 hice en la Universidad un encuentro que se llamó “Hacia el 2000, nuevos mundos del teatro”, fue un Encuentro Iberoamericano de varios países y yo traje ahí un montaje que él había hecho: “Los tres cerditos” , que es una obra que se vio en Grecia, y que trastornó las mentes de mucha gente que se interesó en este tipo de propuestas. Escribí en revistas internacionales sobre él, de alguna manera uno contribuye a todo eso. Cuando lo llevan al Festival de Cádiz, que tardó años en que pasara, habían llevado gente de Chile que trataban de imitar su estilo, entonces Rodrigo me dijo “antes yo hubiera ido gratis, ahora que paguen”.

¿Qué otros dramaturgos interesantes hay en España?

Angélica Liddell, este año está en Avignon, sigue esta línea del teatro postdramático. También está Marta Galán

¿Hay gente de Buenos Aires en esta línea?

– Muy poquito. Hay una presencia muy importante del teatro realista, los nombres que más funcionan y que más éxito tienen Spregelburd, Veronese, Bartís… están practicando ese teatro realista. Las propuestas de teatro postdramático están en lugares más alternativos todavía. Los que están buscando, los que están empezando trabajan con algo de esto, son aproximaciones, no están consolidados, están emergentes.

Cuando Rodrigo García llegó a mostrar su trabajo acá, vino al Festival hi_6-4.jpgInternacional de Buenos Aires, con la obra que se llamaba “Conocer gente, comer mierda” . No era uno de sus mejores espectáculos pero era el que vio la gente del FIBA y lo contrataron. Hizo «Alter Sun» y «Borges» en el Portón Sánchez y no fue nadie, nadie se enteró. En el FIBA lo vio mucha gente joven y les gustó pero la prensa porteña se lo cargó, lo tiró por el piso, lo derribó. Pero además, con planteamientos paternalistas absurdos e incluso una señora le dijo que eso que estaba haciendo él ya se conoció en Buenos Aires de los 80’ con el Paracultural y que no era nada nuevo. Pero lógicamente algo de todo eso es lo que mamó, no sale de la nada. Aquella experiencia del Paracultural aquí no continuó. Hemos desembocado en Veronese, en Tolcachir y cía. como predominio absoluto, negando todo esto. ¿Por qué en este país cuando se habla del teatro de los 60’ se habla del enfrentamiento entre los neovanguardistas (Pavlovsky…) y los realistas (Cossa, Halac) ¿Y qué pasó con todo lo demás, qué pasó con la creación colectiva, con el Libre Teatro Libre de Córdoba? Lo ignoran, lo desconocen. Como si el teatro fuera solamente lo que pasaba en Buenos Aires. La María Escudero explica que en el 65 viene a actuar un grupo de la Universidad de Tucumán con una obra, “Soledad para cuatro” de Halac, que es la que inicia el movimiento de teatro realista reflexivo y demás. La obra está bien, es interesante, pero la Universidad está tomada, hay barricadas, hay huelgas, está en pie de guerra y nos viene un grupito a contarnos una historia de pequeños burgueses… y está el cordobazo… El teatro tiene que tomar una parte activa… Para los argentinos si hay una mujer pidiendo limosna es consecuencia de la dictadura, si dejáramos de mirarnos el ombligo y viésemos más allá, entenderíamos que estamos en un mundo globalizado, que pobreza hubo antes, durante y después de la dictadura. De eso habla Rodrigo García, de un mundo globalizado.

Pasa que Argentina aún no termina de curar heridas… Gambaro, Pavlovsky, Halac, Cossa, también formaron parte de Teatro Abierto 81 y eso marcó a una generación de dramaturgos. Y esos son como grandes referentes…

– Fíjate en Mauricio Kartun

Sí, seguro, también es un referente…

– Claro. Y “La madonita”, “El niño argentino”… “Ala de criados”… no está hablando de eso. Y ese es el mejor teatro, realista también. Pero es impactante en cuanto a la forma en que lo expresa y a las imágenes. Este tipo habla de otra época pero está profundizando en el ser argentino, en la identidad argentina. No habla de los desaparecidos ni de la dictadura sino de la problemática socio-política económica.

¿Para ver teatro en Buenos Aires te guiás de las críticas de los diarios?

– En primer lugar alguien lee ciertos diarios porque sintoniza con la política editorial. Yo no tengo mucho tiempo de hacer eso. Pregunto a la gente del Getea, a Jorge Dubatti, a Carlos Pacheco. Además, una crítica no es “la crítica”. Pero si 300 críticos dijeron que está buena debe ser que algo de razón tienen.

– Dato: Durante la conferencia, con un reducido número de cinco teatristas además de alumnos de la UNSa., con apoyo del INT Salta en la persona de Cristina Idiarte y con la presentación de la Dra. en Letras Marcela Sosa, se habló de la obra de Rodrigo García y vimos algunos videos. En casi 2 horas, Diago abordó la temática propuesta. Contó que ahora es como su «portavoz» y que un hijo suyo trabaja con él.

– Nota relacionada:

El Dr. Manuel Diago Moncholí presenta hoy la dramaturgia de Rodrigo García

http://www.salta21.com/El-Dr-Manuel-Diago-Moncholi.html

NdR: la autora de la nota ejerce en Salta la Crítica Teatral desde el 2003.

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