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domingo, diciembre 22, 2024

Grata experiencia musical

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Bien los solos de Germán Mercado y en el escenario el autor, Martín Palmeri también con sus solos, cuidadoso el grupo instrumental y muy buena conducción de Lhez. La segunda parte con “Misatango” ya fueron palabras mayores.

Salta, jueves 29 de setiembre de 2016. Sala de la Fundación. Sobre las cuatro estaciones. Misatango. Ambas de Martín Palmeri. Coro y Camerata UCaSal. Solistas: Romina Santillán (soprano), Juan Carlos Marín y Germán Mercado (bandoneones), Martín Palmeri (piano). Director Mº Jorge Lhez.

Lo dije en alguna otra oportunidad: Debemos agradecer al maestro Lhez ampliar conocimientos de la música que no se conoce en estos lares y si ésta es argentina, mejor aún. Con esa intención llegaron las partituras de “Sobre las Cuatro Estaciones” que describen con sonidos el aspecto de cada una de las estaciones climáticas de la Tierra. Se trata de una gran reflexión sobre los dos solsticios y los dos equinoccios por los que pasa el planeta, que tiene algunas similitudes musicales con la estaciones piazzollísticas coincidiendo con ellas la mejor, el verano, aunque por momentos la música transita por el tango tradicional. A pesar de esas ideas subyacentes que se sitúan en el oído del público, sus acordes, sus contrapuntos, sus fraseos y sus líneas melódicas, atrapan la atención e inevitablemente el público trata de imaginar la descripción con las estaciones respectivas. Bien los solos de Germán Mercado y en el escenario el autor, Martín Palmeri también con sus solos, cuidadoso el grupo instrumental y muy buena conducción de Lhez.

La segunda parte con “Misatango” ya fueron palabras mayores. Armar, construir, compatibilizar un grupo de cámara, un coro de similar denominación y cuatro solistas no es tarea sencilla. Escribir una misa de estructura convencional, con textos en latín, con música basada en el popular 2 x 4 tanguero, con solos significativos significó una tarea ambiciosa para el compositor. Palmeri tenía poco más de treinta años cuando escribe algo que pudo ser un fiasco, con el antecedente de dos obras argentinas, misas ambas, de diferentes épocas, una con un éxito arrasador y la otra, al menos para mí, con enormes lagunas en el interés del oyente. Pero felizmente ese temido fiasco no se produjo. Primero, creo que fue un acierto elegir el latín como idioma de un pentagrama de carácter sacro. Recuerdo cómo me gustaba cantar en latín cuando en mis años jóvenes formaba parte de un acreditado grupo de cámara porque el idioma es casi una vestimenta inigualable de una obra “da chiesa”. Segundo, la estructura musical a cargo del grupo instrumental de la Católica, trajo sensibilidad, un aura espiritual a textos y música, aún en esa recurrencia a la llamada música popular porteña. Mientras escuchaba se me presentó la idea de que se trata de una obra ideal para, por ejemplo, la National Chorale de EE:UU que fundara y dirigiera hasta su muerte el ilustre Martin Josman. En rigor, sentí que el experimento fue exitoso.

Atención, no estoy hablando de un grupo coral instrumental de carácter profesional. Sin embargo, el de esta noche tuvo muy buen desempeño. Salvo la sobresaliente voz de un cantante en la cuerda baja, el resto mantuvo unidad y disciplina. El grupo instrumental cuidó detalladamente su función protagónica y de acompañante según la circunstancia. Ambos como un “corpus” equilibrado y flexible. Bien la soprano Romina Santillán. Excelente Juan Carlos Marín como primer bandoneón. Muy bien Germán Mercado que estuvo en las dos partes. De igual modo el compositor Martín Palmeri también en las dos obras. Finalmente, como ya es casi costumbre, irreprochable y sólida la conducción del maestro Jorge Lhez que dicho sea de paso, cuidó la afinación, eligió acertadamente el tempo y fue el sabio hilo conductor de todo el concierto.

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