“Hugo Varela con todo el humor al aire” es el último de sus espectáculos que lo trajo por Salta el sábado 20 de agosto a las 22 hs. en el Teatro Provincial. Bromeó incansablemente con el público que entraba tarde. A la voz de “Satán” todos fingían estar poseídos, para desconcertar a los recién llegados.
Varela es un humorista de pura cepa, mientras lo aplauden habla sin parar como si el público se estaría perdiendo algo grande y cierra con una frase acorde al momento. Por ejemplo: “la patria grande…” Y provoca una algarabía sin límites jugando con el público de una forma divertida. Cerca de las 22:30, incluso de las 22:45, decía, “sigo haciendo tiempo porque aunque no crean, el público sigue entrando, pero así como llegan también se van”. La gente muere de risa con sus canciones, sus salidas, sus instrumentos, su forma de hablar. “Créanme, su presencia es muy importante, hice espectáculos sin público y no es lo mismo”– decía entre sus locas humoradas.
“Dicen que un hombre se mide por su biblioteca”– argumenta, entonces cuenta sobre su monstruosa biblioteca, claro un gran mueble con un único libro que además, venía con ella. Este tipo de humor es el que caracteriza a Varela, quien no para un minuto de entretener y cosechar aplausos (mientras le salen los discursos más elocuentes que jamás oiremos…)
“Los psicólogos no me dejarán mentir”– es una frase que va siendo una especie de estrategia humorística para fallar los juicios a su favor, con lo que larga una serie de perspicaces dichos muy inteligentemente creados y al público no le cabe otra que otorgar. O cuando la gente comienza a pedirle algún temita musical, luego de su larga perorata por la que expresa lo importante que es el público y cómo ha realizado estudios sobre su comportamiento, entonces dice “les mentí”, y todos mueren de risa en sus butacas. Se refiere al “monstruo de mil ojos” como metáfora del público y cierra con “nunca sabrán cuánto pánico andan sembrando”. No tiene desperdicio su actuación.
Hace que la gente se involucre en su espectáculo de múltiples maneras, con gestos, aplausos, cantos, maracas hechas con la voz… Los espectadores “limpian” los vidrios, “pintan” las cercas, “lavan” los platos, “ordeñan”, etc. etc., con una alegría particular, pues a cada movimiento, el cordobés le agrega la dificultad física que podría provocar en los mayores, cierto tipo de esfuerzo. Así, no hay uno solo que se resista a sus ejercicios.
El tema “Ricardo” va acompañado del coro de los espectadores que tienen que levantarse unos 7 cm del asiento cuando cantan “Ricardo los recuerdos me pinchan como cardo…”
Otros de los temas musicales son “El hobby de Natalia” (la que husmea en la cocina), “Cuando te beso” (anti-romántico total), “La chacarera del violín corneta” (instrumento inventado), “Mis mandarinas” (chamamé), “La puerta abierta” (tango) y “El baile del pingüino” con el que cierra luego que el público aplaude y aplaude para que vuelva al escenario y dice “voy a hacer otra porque soy débil de carácter…”
Uno de los instrumentos que presentó fue un bandoneón diminuto (microbandoneón), “para que las mujeres se den cuenta que el tamaño no es lo importante”– dice, muy original; y un instrumento de “viento” realizado con un ventilador, además de otros de autofabricación que supo armar en su taller.
Se viste de colla, de guapo, de gaucho, de aborigen… Y con cada uno de los personajes realiza un recitado acorde que te sacude el ánimo y genera una especie de alegoría para cada uno de los tipos, muy bien representados por el artista, con el humor inteligente de siempre.
El luthier de peña folclórica, mago del humor y compositor cordobés, conquistó al público salteño con su picardía durante hora y media que dura este espectáculo, y fiel a su estilo aclaró: “este es el cierre y que esto quede claro”.
Tremendo!
Fotos del espectáculo tomadas por Salta 21