El pasado 15 de agosto en la antigua sala del Teatro Baralt en Maracaibo (Venezuela), el notable violinista Simón Gollo de apenas 28 años de edad, con sus cargos de fundador y director artístico, inauguró el IX Festival y Academia del Nuevo Mundo. Su discurso tuvo conceptos profundos y emotivos pero dijo algo que sería bueno extenderlo a todo el orbe: “El FANM es un medio más para mejorar la calidad de vida de los venezolanos”.
Este festival está patrocinado por la Gobernación del Estado de Zulia, la Oficina de Planificación del Sector Universitario, la
Corporación de Desarrollo de la Región Zuliana, el Banco Central de Venezuela (sede Maracaibo) y la Fundación del Teatro Baralt.
El FANM se ha convertido en uno de los escenarios de mayor prestigio para la música de cámara de Venezuela y en uno de los espacios más importantes del género en Latinoamérica. El inicio, en la sala del Teatro Baralt con un piano de no muy buen sonido, trajo al fenomenal trompetista Francisco Flores, al excepcional músico cuatrista Jorge Glem (el cuatro es una pequeña guitarra de cuatro cuerdas que se usa en la región) más las excelencias del contrabajista Roberto Koch y el pianista Arnaldo Pizzolante.
Entre los cuatro incursionaron en un repertorio contemporáneo aprovechando la posibilidad de abrir el festival con un concierto dedicado a la trompeta, instrumento ausente en anteriores ediciones. Primero fue Vassily Brandt en su Concierto op. 11, música pura, no programática en el cual Flores lució su enorme caudal técnico pero también reveló a Pizzolante como un pianista acompañante, elegante, fino y discreto, tal como semejante solista requería.
La deslumbrante técnica de Flores, su avasalladora musicalidad arrasó con todo. Electrizantes “stacatti”, limpios “legati” fueron la base de su tremenda musicalidad. Luego vino George Enescu con su conocida “Legend”, obra expresiva, contrastante que permitió a Flores cerrar el esquicio, esta vez con corneta, atacando la melodía misteriosa de Alexander Arutunian.
El resto fue sin piano pero con el mismo contrabajista y la estelar aparición del cuatrista Jorge Glem haciendo danzas, merengues, valses de la región y una samba brasileña.
El sábado 16 y ya en la sede oficial del festival, el hermoso auditorio del Banco Central de Venezuela poseedor de un magnifico Steinway, tuvo como figuras al excepcional clarinetista Jorge Montilla acompañado al piano por el ruso Sergei Pilenkov.
Llamó poderosamente la atención la gran cantidad de jóvenes en el concierto que se inició con la Sonata op. 120 de Johannes Brahms, confesional, de exigente interpretación desde que se requiere amplio dominio instrumental y ambos solistas lo tienen. Luego los cinco breves “Preludios para Danzas” de Witold Lutoslawki, irónicos y burlones los tres primeros, nostálgico el cuarto y con decidido aspecto danzarín el último. Posteriormente y a la vieja usanza, hubo un arreglo de temas de arias de I Puritani, la opera de V. Bellini donde el clarinete era el dueño del bel canto.
La segunda parte fue ecléctica y aparecieron el alucinante tema derivado de los trabajos Led Zepelin en “Black Dog” en tempo de rapsodia, dos tiernos temas del malogrado compositor argentino Carlos Guastavino para cerrar con “La Muerte del Ángel” también del desaparecido argentino Astor Piazzolla de brutal exigencia musical.
El domingo 17 se cumplió el axioma que sólo hay música buena o música mala. El excepcional guitarrista Luis Zea acompañado de músicos entre los que ese encontraban su mujer Clara Marcano y su hija Tibisay Zea rindieron homenaje con un ramillete de bellas canciones de Joan Manuel Serrat exquisitamente vocalizadas por Lucho Marcano y en la segunda parte un paseo fugaz pero efectivo por canciones latinoamericanas entre las que se destacó “Canto de Osanha” de los prolíficos Baden Powell y Vinicius de Moraes. Ambas partes demostraron que esta música, ciertamente pop, corre por la venas de los ejecutantes.
Conversación final con Simón Gollo en este primer grupo de recitales. Desnudó algunas inquietudes futuras:
– 1) necesidad de fortalecer institucionalmente el festival;
– 2) conseguir mayores fuentes de financiamiento que permitan mejorar aún más la llegada de otros músicos de afuera. Su contacto con los venezolanos no tiene por objeto otra idea que mejorar su alto nivel actual y por último,
– 3) la formación de una Fundación que organice el festival.
– Dato: la television local le hará un reportaje al autor de esta nota en calidad de crítico musical argentino. El programa se llama Arte y Cultura y va en el Canal ORBE de Maracaibo. José Mario Carrer se encuentra cubriendo el evento en Venezuela.