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jueves, marzo 28, 2024

La civilización avanza, las familias se reorganizan, pero siempre habrá un “Feliz Día de la Madre”

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“Madre hay una sola”, se solía decir para reivindicar su rol en los tiempos en que se la tenía como el ama de casa que cuidaba de los hijos, los llevaba al colegio, al médico, les hacía la comida a todos, limpiaba la casa, y así, con olor a la cocina, desalineada, vestida de fajina, tenía la obligación social de rescatarse como mujer para que su hombre no se fijara en otras.

Los tiempos modernos las situaron en un rol activo, sostenes de los hogares, que salen a trabajar, ocupan en algunos casos puestos de responsabilidad en las estructuras laborales, retiran a los hijos de donde los dejaron para llevarlos a la casa, ponerlos a hacer la tarea escolar y prepararlos para el día siguiente, además de ocuparse de atender las tareas domésticas de antaño.

La familia moderna ha cambiado y el rol de la mujer también, aunque con más agregados que sustituciones. Las parejas más jóvenes, naturalmente, emparejaron las funciones, aunque dar la teta siga siendo privativo de las madres por más cargos de responsabilidad hayan empezado a ocupar en la vida pública y por más reordenamiento familiar que haya producido el avance del derecho a la diversidad sexual.

Aunque ya pasaron de época aquellos festejos del Día de la Madre que congregaban a familias numerosas en torno de la mesa de los hogares mientras las hacían cocinar a destajo para agasajarlos a ellos, en realidad, con la comida, o cuando no recibían ningún regalo como mujeres sino “cosas para la casa”, hoy se siguen denunciando profundas desigualdades e inequidades para con las madres argentinas: en materia de acceso a la educación, al empleo de calidad, y la salud; y se les atribuye un mayor sufrimiento ante la pobreza, así como diferencias de ingresos, según lo refleja un trabajo realizado por el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC).

La directora del Programa de Protección Social de la ONG, Gala Díaz Langou, sostiene que “mientras las mujeres están en peores condiciones en los principales ámbitos de la vida, esto se acentúa en aquellas que son madres. Ser mujer es condición de desigualdad. Ser madre, aún más”, afirma.

Sirve de prólogo a una radiografía social que realiza en 5 dimensiones fundamentales que buscan ilustrar el costo de la maternidad en el país:

– la situación demográfica;
– la de pobreza y desigualdad;
– la educativa;
– la laboral; y
– la del riesgo de salud.

En cuanto a la situación demográfica, el estudio de CIPPEC señala que, a pesar de que madre hay una sola, son la mitad más uno de la población: “53% de las mujeres en edad fértil (14 a 49 años) son madres. Aunque este rango etario no engloba a la totalidad de madres, es el de mayor prevalencia de embarazos (CIPPEC, en base a EPH 2015-II)”, detalla.

Profundiza en base a EPH 2015-II que “mientras en el grupo de 40 a 49 años sólo 16% de las mujeres no son madres, en el grupo de 14 a 29 años el 16% son madres”.

Sostiene, asimismo, que “es particularmente preocupante el caso del embarazo no intencional en la adolescencia. Casi la mitad (45%) de las adolescentes madres no planificó su embarazo (UNFPA, 2016)”. Y que “4 de cada 1.000 nacidos vivos tenían madres menores de 15 años en 2014 (DEIS, 2015)”.

En tal sentido, cuantifica que 151 de cada 1.000 nacimientos fueron de madres menores de 20 años en 2014:

34,3% de las cuales solo había completado hasta la primaria y ciclos de educación general básica, y

81,7% secundario/polimodal incompleto o menos (DEIS, 2015).

A los 19 años, 17% de las adolescentes ya fueron madres (CIPPEC, en base a EPH 2015-II).

Hace hincapié el informe en que “a contrapelo de las tendencias internacionales, la tasa de fecundidad adolescente en Argentina aumentó un 16% entre 2001 y 2011 (de 30,5 por cada 1.000 mujeres de entre 10 y 19 años a el 35,3) (MDS y Unicef, 2013)”.

En torno de la situación en pobreza y desigualdad, asevera que las madres tienen menores ingresos, ya que concentran las peores condiciones de ingreso (CIPPEC, en base a EPH 2015-II; mujeres de 14 a 49 años): “El 37% de las mujeres madres están entre el 30% de las personas con ingresos más bajos, mientras que solo un 25% de las mujeres que no son madres integra este grupo” y en “contraposición, sólo 21% de las mujeres madres pertenecen al 30% de las personas con ingresos más altos, mientras que 30% de las que no son madres integra este grupo”.

Asegura, al mismo tiempo, que alcanzan menores niveles educativos, más bajos que las mujeres que no lo son (CIPPEC, en base a EPH 2015-II; mujeres de 14 a 49 años), y que 20% de las mujeres madres sólo completaron la primaria o menos, mientras que 7% de las que no lo son se encuentran en la misma situación, pero en contraposición, 4 de cada 10 mujeres que no son madres siguieron estudiando al completar el secundario, mientras que 3 de cada 10 madres lo hicieron.

“La peor situación relativa de las madres en términos de máximo nivel educativo alcanzado se observa en todos los niveles de ingreso”, resalta.

Sobre la situación laboral de las madres, destaca que trabajan más y en peores condiciones, al sumar su labor dentro y fuera del hogar. Las mujeres, y principalmente las madres, trabajan más en tareas no remuneradas. Eso se debe fundamentalmente a que las mujeres siguen siendo responsabilizadas como las encargadas de la crianza y el cuidado infantil en el interior de las familias. Además de la mayor inactividad por ser amas de casa, se ven más afectadas por la informalidad, precariedad, e intermitencia laboral.

Sostiene que entre las madres asalariadas, 36% se desempeñan en la informalidad, contra 34% entre las mujeres asalariadas que no son madres (CIPPEC, en base a EPH 2015-II; mujeres de 16 a 49 años).

La cantidad de mujeres madres ni-ni-ni (no estudia, no trabaja, ni busca trabajo) es 36%, lo cual más que duplica el 15% de las mujeres que no son madres en esta situación (CIPPEC, en base a EPH 2015-II; mujeres de 14 a 49 años).

Tiempos destinados al cuidado de los chicos de madres y padres

Según la Encuesta de Uso del Tiempo de CABA, las madres proveen el 60% del tiempo total destinado al cuidado infantil, mientras que los padres aportan el 20%, y el 20% restante se distribuye entre otras mujeres (16%) y hombres (4%) (DGEyC, 2005).

El 80% de las madres inactivas lo son por ser amas de casa y solo 9% por ser estudiantes, mientras que entre las mujeres inactivas que no son madres, 67% de las ellas lo son por ser estudiantes y sólo 22% por ser amas de casa (CIPPEC, en base a EPH 2015-II; mujeres de 16 a 49 años).

Al mismo tiempo, calcula que 19% de las madres trabajadoras es empleada doméstica, mientras que este porcentaje se reduce a 12% entre las mujeres que no son madres (CIPPEC, en base a EPH 2015-II; mujeres de 16 a 49 años).

De que las madres arriesgan su salud da cuenta la tasa de mortalidad materna argentina en 2014, que fue de 3,7 madres fallecidas por cada 10 1.000 nacidos vivos (DEIS, 2015). Este valor está lejos de alcanzar el Objetivo de Desarrollo del milenio, que implicaba reducir 75% la mortalidad materna entre 1990 y 2015 y llegar a una tasa de 1,3 madres fallecidas por cada 10.000 nacidos vivos. Según estadísticas oficiales, el aborto causa el 14% de las defunciones maternas (DEIS, 2015).

Frente a este inventario de lo que representa ser madre, propone promover 2 tipos de políticas para revertir esta peor situación relativa de las mujeres.

– En 1er. lugar, una que mejore la forma en la que las familias concilian la vida productiva con la reproductiva, para lo que se destaca la necesidad de modificar el régimen de licencias por maternidad y paternidad, a fin de que todos puedan acceder a ellas y para que la responsabilidad del cuidado esté mejor distribuida entre padres y madres (o cualquier confirmación de familias).

“Además es necesario que los espacios de primera infancia y los jardines maternales que se van a crear en el marco del Plan Nacional de Primera Infancia tomen en consideración dónde se encuentran las madres con mayores necesidades para acceder a estos servicios”, sostiene Malena Acuña, analista del Programa de Protección Social de CIPPEC.

El acceso a servicios públicos de cuidado y educación de calidad puede contribuir a aligerar la carga que tienen las mujeres que son madres, garantizando sus derechos, y además permitiéndoles una mayor continuidad educativa o una mejor inserción laboral.

– En 2do. lugar, es necesario fortalecer el acceso a los derechos sexuales y reproductivos.

“El incumplimiento del Objetivo de Desarrollo del milenio debe ser un llamado de atención. Urge que Argentina coloque en el centro de su agenda el embarazo adolescente que se encuentra en ascenso”, explica Olivia de Achával, analista del Programa de Protección Social de CIPPEC.

Para combatir esta tendencia es necesario promover una estrategia más potente de difusión de la información en todo el territorio (basándose en el Programa de Educación Sexual Integral), un mejor acceso a métodos anticonceptivos y atención en salud (a través del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable) y garantizar el acceso libre, oportuno y seguro a la interrupción legal del embarazo garantizada por Ley.

5 tips para mamás emprendedoras

Workana, la red #1 de trabajo independiente de Latinoamérica, brindó algunos consejos para trabajar desde casa.

“Ser mamá y trabajar fuera de casa, suele ser cansador. Horas perdidas entre el viaje de ida y vuelta, el estrés generado por cada proyecto y la necesidad de cumplir un horario, sumado a los quehaceres hogareños pueden convertir el día en un verdadero caos. Pero todo tiene solución, más en los tiempos que corren en donde gracias a los avances tecnológicos podemos trasladar la oficina a casa, casi sin esfuerzo”, comienza.

“Trabajar en casa significa la posibilidad de no perderse esos momentos especiales que compartís con tus hijos, desde prepararles el desayuno, darles un baño, leerles un cuento, jugar un rato, hasta participar en actos del colegio, actividades extra curriculares y reuniones de padres. Y lo mejor es que, en época de vacaciones escolares, se puede continuar trabajando desde cualquier parte, mientras que los chicos aprovechan al máximo el aire libre, pileta o la playa”, agrega.

Aclara que, de todas maneras, iniciarse en el freelance siendo mamá puede ser una tarea al principio un poco difícil y que, en la actualidad, es cada vez más común la tendencia de ser una madre pulpo que pretende hacer todo al mismo tiempo.

“Por eso es importante aprender a generar rutina que sea lo suficientemente flexible como para poder aprovechar la posibilidad de ser independiente, sin estresarse”, recomienda.

Para evitar sentirse desbordada y con la sensación de que no logra conciliar los dos ámbitos, basta con tener en cuenta algunas pautas para organizarse mejor y aprender a sacar lo mejor de la situación.

Consejos para mamás freelance

Organizar la agenda: establecer horarios fijos para trabajar y para llevar a cabo las actividades hogareñas. Así resulta más sencillo encontrar un equilibrio entre vida familiar y profesional, y organizarse mejor. Se impone encontrar esos “espacios” de mayor libertad para volcarlos al trabajo, como aprovechar la siesta de los chicos, las actividades extra-escolares, que se vayan a dormir temprano, o cualquier otro momento de tranquilidad.

Delimitar el área de trabajo, como tener una “oficina” destinada al trabajo. Si no es posible, debe buscarse un lugar de la casa que funcione como tal. Es importante reconocerlo como espacio laboral, que pueda ser comunicado a la familias, y que lo respeten entre todos.

Aprender a decir “no”: Es sano poder negarse tanto con un cliente cuando hay un evento familiar que no se quiere resignar, como con los hijos, o cuando haya que entregar un proyecto comprometido y que no puede ser postergado.

Hacer foco y concentrarse, mediante el aprovechamiento al máximo de las horas en que trabaja, para que rindan y se logre que sean productivas, pero también es necesario disfrutar al 100% los momentos compartidos en familia.

Admitir que no se puede con todo. Como sucede con todo ser humano, hay límites propios. Es importante asumir que es imposible hacerse cargo de absolutamente todo y empezar a confiar en la gente que está dispuesta a ayudar. Bajar la propia autoexigencia y no presionarse. Si es necesario, pedir ayuda a un familiar o contratar una niñera para que cuide de los pequeños en ciertos horarios.

Finalmente, descansar: cuerpo y mente también necesitarán un respiro. Aprender a descansar mejor y a organizar la rutina.

– Urgente 24

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