La especulación financiera está y seguirá de fiesta. Con este esquema perverso, los bancos y entidades financieras, que a pesar de casi veintiocho años de democracia se siguen rigiendo muy convenientemente hasta la fecha con el régimen de facto impuesto por José Alfredo Martínez de Hoz.
Warren Buffett es un conocido personaje octogenario de Estados Unidos, que en el ámbito de las finanzas logró acumular una enorme masa de dinero y empresas y que se ha hecho famoso recientemente por haber donado a dos fundaciones –la del Bill y Melinda Gates y la suya- el 99% de su patrimonio por considerar que no corresponde dejar a las generaciones siguientes el producto de una vida de trabajo. Los herederos al borde del infarto. Es un particular sujeto que en el umbral de su partida de este mundo parece arrepentirse de haberse aprovechado del sistema.
Hace apenas una semana el diario New York Times, que tiene ganada una reputación indudable en el ámbito de las finanzas internacionales, publicó una opinión de ese multimillonario relativa a las injusticias fiscales del sistema norteamericano, donde –según este magnate- los que menos tienen son los que más tributan. Incluso llega a reconocer, poniéndose a sí mismo como ejemplo, que a pesar de ser dueño de una inmensa fortuna calculada en cincuenta y dos mil millones de dólares había pagado proporcionalmente menos impuestos que sus empleados. De esta manera expuso claramente que el sistema capitalista liberal como está diseñado otorga a la minoría rica que gobierna prerrogativas de seguir enriqueciéndose sobre el esfuerzo y las espaldas de todos los demás. La nota llevó un sugestivo título: “Dejen de mimar a los multimillonarios”.
Este desmanejo de la equidad –o manejo perfecto para los dueños de la inequidad- fue el motivo por el cual el ex presidente George W. BUSH otorgara 700.000 millones en desgravaciones fiscales a los empresarios en año 2003 para paliar la crisis de la economía de esos tiempos, que fueron a parar a letras del tesoro norteamericano como inversión rentable y segura en vez de expandir los mercados. De esta forma, el estado norteamericano daba enormes cantidades de créditos fiscales a los millonarios, que invertían en títulos de la deuda esas masas de dinero pasando a ser acreedores de quienes les facilitaba el dinero. Un negocio tan redondo como cruel y falto de ética.
Copiando el mismo esquema liberal de aquel país, en nuestra Nación impera un sistema parecido y no menos injusto. Por ejemplo, un millonario argentino paga por un alimento de primera necesidad el mismo 21% de impuesto al valor agregado que abona un beneficiario de un plan social, cuando éste no debería abonar absolutamente nada en tanto la tan vapuleada Constitución Nacional ha previsto en su artículo 16 que la igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas. Así, literalmente, sin interpretación alguna, de manera tan clara como olvidada. La misma cruel realidad vive el sector de menos recursos respecto de los impuestos internos y sobre los combustibles, con iguales precios para los desiguales ingresos, que cuanto menores son, mayor porcentaje deben destinar a consumos básicos.
Este carácter regresivo del sistema de recaudación fiscal se verifica invariablemente en el denominado impuesto a las ganancias, en el cual están directamente exentos de tributar las rentas y resultados derivados de títulos públicos y obligaciones negociables los intereses por depósitos efectuados en instituciones sujetas al régimen legal de las entidades financieras por personas físicas residentes, sucesiones indivisas y por beneficiarios del exterior y las rentas por venta de acciones con cotización obtenidos por personas físicas del país o del exterior. No están exentos en cambio los trabajadores en relación de dependencia amenazados constantemente por el límite del mínimo no imponible.
Tampoco tributan el denominado impuesto a la ganancia mínima presunta, entre otros, las empresas mineras (Ley 24.196). El impuesto a los bienes personales no es pagado por miembros de misiones diplomáticas y consulares extranjeras, propietarios de bienes inmateriales, depósitos en moneda argentina y extranjera a plazo fijo, en caja de ahorro y cuentas especiales de ahorro efectuadas en entidades financieras, los certificados de depósitos reprogramados (CEDROS), títulos y bonos emitidos por la Nación, provincias y municipalidades, que como se ha explicado forman parte de la especulación financiera vigente. El impuesto sobre débitos y créditos bancarios no es pagado por los mismos bancos y entidades financieras regidas por la regla estatal 21.526, incluidas las operaciones de esos mismos entes con el Banco Central. En el caso de los mal llamados impuestos internos, no están gravadas las actividades ejercidas por las bolsas de comercio autorizadas a cotizar títulos y valores y los mercados de valores, ni los intereses de depósitos en cajas de ahorro, cuentas corrientes y a plazo fijo.
Con este breve y seguramente incompleto resumen del actual estado de cosas en materia fiscal, se puede comprender claramente que quienes más tienen son los que menos pagan. La especulación financiera está y seguirá de fiesta. Con este esquema perverso, los bancos y entidades financieras, que a pesar de casi veintiocho años de democracia se siguen rigiendo muy convenientemente hasta la fecha con el régimen de facto impuesto por José Alfredo Martínez de Hoz mediante la regla estatal nº 21.526, son los más beneficiados. Como muestra basta recordar que el Banco Macro S.A., virtual dueño de nuestra Provincia –entre otras- y socio banquero del poder de turno de cualquier signo, al comenzar a cotizar acciones en Wall Street ganó algo más de 140.000.000 de dólares, y no pagó de impuesto a las ganancias un solo peso. De esta manera quienes están sujetos de manera dependiente a reglas impuestas por el Estado y que no realizan por ello ninguna transacción para obtener sus ingresos –empleados y jubilados- pagan impuestos y los que se rigen por el libre juego de la especulación financiera no lo hacen. Este sistema le ha permitido a los principales accionistas del negocio bancario urdido en las sombras del Romerismo por decreto de necesidad y urgencia en enero de 1996, –Jorge Horacio Brito y Jorge Delfín Ezequiel Carballo– hacer gala de más de 1010 millones de pesos de ganancias durante 2010, de ostentar más de 30 mil millones de pesos en activos, y posicionar al Banco Macro en un valor de mercado cercano a los 2700 millones de dólares.
El próximo 23 de Octubre de 2011 se llevará adelante la farsa periódica, llamada por los dueños del sistema que no pagan impuestos la fiesta de la democracia. Ese día unos y otros –oficialistas y opositores- tentarán a los electores para que opten para decidir qué sector del capitalismo dominante los explotará durante los cuatro años próximos.
Por ello, salvo la honrosa propuesta de la denominada izquierda argentina –convenientemente silenciada por los medios masivos de comunicación que sustentan el sistema regresivo del que hablamos- todos los demás hablan de cualquier cosa menos de este tema, y sería bueno que los ciudadanos tengan en cuenta este punto, porque las tan aburridas como reiteradas arengas de los candidatos del establishment en televisión no son sino meras cortinas de humo en el absurdo juego de seguir participando de elecciones para mantener el status quo del sistema puesto en marcha y sostenido en el tiempo por los que no pagan impuestos. Así de simple.