Debo admitirlo, a los 36 años de edad, tengo total desconocimiento de cómo son los hombres. Me refiero a aquellos que mutaron en su propio período de gestación, por influencia paterna, de los cromosomas XX al XY y… ¡bingo!: los ovarios se transformaron en testículos y el clítoris en pene, papá!
En un intento desesperado por definirlos diré, sin temor a equivocarme, que los hombres son capaces por una misma causa, de ir o no a la guerra; por una misma ilusión, lo pueden todo o, sencillamente, continúan con su vida y ocupaciones, si las hubiera. Por una mujer hermosa, un ideal o cualquier cosa que deseen profundamente, los hombres mueven cielo y tierra o, también por lo mismo, no se les mueve un pelo, si lo hubiere.
Y esto me recuerda el cuento de un ser de este género que, no sabiendo con cuál de tres mujeres quedarse, pensó que sería buena idea otorgarles a cada una $50 000 para ver qué hacían con su dinero y así, tener un factor importante a tener en cuenta en su decisión.
Habiendo pasado un tiempo, la primera mujer le dijo que había gastado todo el dinero en comprarle ropa, perfumes, relojes y otros accesorios personales, realmente de buena calidad y que, además le iban estupendamente. La segunda mujer, en cambio, había optado por comprarle el viaje que él siempre había deseado, dándole opción a que ella lo acompañara, si así lo deseaba pero pagándose ella misma su parte. La tercera mujer había resuelto poner el dinero a plazo fijo, en un banco que otorgaba buenos intereses, no me pregunten cuál, no debe ser un banco argentino. Después de todo esto, ¿saben con cuál de las tres mujeres se quedó el hombre? ¡Con la de las tetas más grandes!
Es que los hombres, contrariamente a las mujeres, a menos que les de la gana, no siguen el hilo de nada. Más bien son geniales en cortar todo hilo. ¿Será por eso que los cirujanos son machos en su mayoría? El único hilo que suelen no ser expertos en cortar, es aquel que los ha alimentado en el vientre materno. De algún modo, más que una relación Edipo con sus madres, lo que llegan a tener en vida con otras mujeres, es una que pretendería ser “de igual a igual” pero, lamentablemente mezquina y hasta algo envidiosa, cuando no vengativa. Y es que, si lo pensamos un poco, ese cordón primigenio, surge de un agujero a otro. Y así, en mi delirio y probablemente vano afán por comprender a quienes deberían ser compañeros de vida llego, del hilo y el cordón, al metrosexual. ¡Qué horror!
Muchachos: ¡cuídense tanto como gusten! Pero, si se cuidan tanto, también entonces cuiden a quienes tienen al lado, cerca o, a quienes podrían tener, teniendo tan a mano y, sin embargo, dejando pasar la vida. No nos odien ni teman tanto. Nosotras, al menos una gran parte, siempre los vamos a querer. Serán siempre nuestra debilidad, al igual que nosotras la de ustedes. Sólo que las mujeres hilamos mejor y no olvidamos palabras que ustedes tan sólo sueltan al pasar, a ver qué impresión causan y si pegan, pegan; si pasan, pasan. Pero, ¿cuál es su verdadera intención? ¿No demostrar que en verdad nos necesitan? Si eso siempre fue y será algo recíproco.
El hombre posee un mayor instinto de competencia y suele perderse cuando desea aplicar sus métodos competitivos con una mujer. La belleza, atracción, ternura y argumentos femeninos, atemorizan al mejor estratega simplemente porque, como los de una madre, suelen estar más allá de las rivalidades o tretas, invitando, sin más, a rendirse. Y el hombre muchas veces se rinde y se olvida de su instinto de conservación. Se hace tierno, bello, atractivo y seductor con la palabra, creyendo que se asemeja a lo femenino cuando, en verdad, está siendo con cada célula suya, amorosa y tremendamente masculino, vibrando de hombría en sus células más humanas, las del corazón. Pero, como no se reconoce a sí mismo, una vez que sintió el placer del contacto físico con lo diferente, corta todo hilo y retorna presto y sin culpa a su mundo de “que gane el mejor”. Porque, al fin y al cabo, tanto culturas occidentales y orientales reconocen que el mundo de las ideas, es para ellos y el de lo más arraigado a lo terrenal y a la vida, nos toca a nosotras.
¿Extraña realmente un hombre una determinada piel o más bien se extraña a sí mismo sintiéndose su “dueño”, aún sabiendo que no podrá serlo eternamente, a lo sumo, repetidas veces? Ni por aquella piel ni por sentirse dueño, suele el hombre entregarse y prefiere no seguir el hilo que él mismo ha comenzado a despuntar. Como en las autopistas, va cambiando de carril o- ¡otra vez el hilo!-, de carretel. Tristemente, el único hilo que parecería saber seguir, es el de su propio ombligo.
Mientras tanto, con pollera o pantalón, votando o sin votar, con clítoris o con su ablación, la mujer, en cambio, desde su ombligo, seguirá abriéndose a otras vidas, las que genera y tantas otras que encuentra a su paso también. Cuánto más palpable un cordón umbilical y, sin embargo, éste no surgiría en su inconmensurable cometido sin lo que a muchos les cuesta ver: su propia continuidad, la de su propio esperma.
NdR: Otras notas de nuestra columnista se pueden ver haciendo click en su nombre.
Los hombres: del hilo y el cordón, al metrosexual
Cómo se nota que hay gente sin hacer nada. La verdad el título hizo que me entusiasme con la nota, pero al leerla parecia un comentario de una persona sentada en un café sin hacer nada. La verdad que le daba un visto bueno a este portal ya que mostraba una opinión sin necesidad de represión o algo por el estilo, pero la verdad me decepcionó esta nota. ¿aun existe el feminismo o el machisto? Esta evidenciado en este artículo. No conozco a la autora de dicha nota, y la verdad después de leer esto, tampoco me interesaría hacerlo. Ahora bien, mi pregunta es ¿EN QUÉ ESTABA PENSANDO? ¿Alguna charla de peluquería inspiró? ¿algún comentario de «intrusos»? La verdad, me encantaría saber el motivo. No es una agresión, simplemente una crítica que sugiere plantear mejor los temas a tratar, pero sobre todo el desarrollo de estos. Espero poder leer artículos con calidad merecedora. Repito, no es un ataque a la autora, es sólo una sugerencia.
El ocio y el café hacen buena combinación
F.N.Trap: gracias por habernos dado tu visto bueno. La verdad te escribo porque pasaba por aquí, vi un comentario y lo leí. Estaba- confieso- sin hacer nada
…
¿Sabías que muchos escritores van a los cafés y/o bares a escribir?
¡Escribir es un trabajo!
Te cuento una anécdota: días pasados, un lector criticó a José Saramago, dijo algo así como que este José no sabe nada… Si le hubiéramos preguntado si quería conocer a Saramago quizá hubiera dicho: ¡ni loco! Y se habría perdido la gran oportunidad de su vida…
Por ahora no es posible conocer a Irene-salvando las diferencias porque ella no es premio nobel- reside en Buenos Aires… Pero quizá, si viene a Salta a cantar…
Saludos: Romina
¡Se nos va la vida tratando de comprender a las mujeres!
¡Claro que existen el machismo y el feminismo! ¿Dónde estamos viviendo nosotros? ¿En Suecia? ¿En Islandia?
Pensar que estos temas son frívolos es el colmo de la frivolidad.
¡Se nos va la vida tratando de entender a las mujeres!
Y, claro, la mujer que siempre amaremos, incondicionalmente, es nuestra madre.
Pero he aquí el problema: ¡no podemos casarnos con ella!
Los hombres: del hilo y el cordón, al metro sexual
Poco clara la expresion escrita, un tanto confusa, se ve que lo que sabe lo escribe todo junto y sin ningun orden. Muy feminista y por lo tanto muy poco objetiva su esposicion, esperaba algo mejor a partir del titulo. Esta decayendo bastante el nivel de las notas a las que nos tenia acostumbrado este portal digital.
Los hombres: del hilo y el cordón, al metro sexual
Estimado Washington:
Antes que nada, si puedo aclararte alguna parte de lo que escribí y no entendés, con gustó lo haré.
En segundo lugar, poniendo a salvo el honor de Salta XXl, por si esperabas encontrar algo en particular en el artículo y no fue así: es tan sólo mi opinión. No es un tratado sobre el ser masculino; ni siquiera una generalización, pese a que hable de «los hombres».
Como le dije también a otra lectora, aclaro al comienzo: no sé nada de hombres y mi intento por describirlos, es desesperado.
Seguramente existen otro tipo de hombres, pero no tengo el gusto. Los maravillosos están escondidos o ya tienen compañía.
Te invito a darme tu opinión.
Hasta pronto,
Irene Ferrari
De la adaptación cavernaria al desconcierto posmoderno
El texto es (me parece a mí) claro, fresco y está muy bien escrito porque si bien es provocador, también es tierno, espontáneo y vital.
Yo creo que los columnistas escriben mejor -sin restarles mérito a cronistas y periodistas- porque lo hacen con gusto y con tiempo. Lo que mejor nos sale es lo que hacemos porque se nos da la gana…
¿El hombre prefiere a la mujer atractiva, no se compromete, ahora también cuida su cuerpo, intelectualiza todo, es competitivo, sigue siempre pegado a su madre? ¿La mujer valora el sentimiento, es más práctica, está desconcertada frente al varón y no puede comprenderlo?. OK. Las diferencias se originaron en la forma en que se formateó el cerebro del animal humano en la época de las cavernas, una especialización de género que permitió sobrevivir a la especie. Y con la oposición que luego crean las pautas culturales la cosa se agrava porque se abre un abismo.
Si la mujer no comprende al hombre tampoco al hombre le resulta fácil entender a la mujer… Si esto genera angustia y sufrimiento también enciende el deseo y alienta el disfrute, porque a menudo esas diferencias son complementarias y muy estimulantes.
De la adaptación cavernaria al desconcierto posmoderno
Estimado Miguel:
Muchas gracias por tu aporte. Enriquece la idea que he intentado trasmitir y que según parece, has captado.
Si querés ampliar más el concepto de cómo se originan las diferencias en los cerebros femenino y masculino, por favor, no dejes de hacerlo. Resultará beneficioso para todos, disminuyendo el sufrimiento y favoreciendo el hecho de que ambos géneros se comprendan mejor.
Y ya que tocaste el tema de que las discrepancias se originan en la época de las cavernas, entregaré a Salta XXl próximamente un resumen de un artículo muy interesante sobre el cerebro humano -que data del paleolítico- y las diferencias entre los de los hombres y las mujeres, que las hay.
Hasta pronto,
Irene Ferrari
Los hombres: del hilo y el cordón, al metro sexual
Ups! me perdí de algo? no entendí este texto para nada a mis 30 años hay cosas que no me llaman la atención. No se.
Los hombres: del hilo y el cordón, al metro sexual
Estimada Andrea, cuando tengas ganas, espero nos comentes qué cosas no te llaman la atención sobre lo que escribí.
Como empiezo diciendo, a los 36 años, siento que no sé nada sobre hombres. Sólo di mi opinión sobre un aspecto de ellos que he encontrado más de una vez en varios. Como también digo, es un intento desesperado por definirlos, de acuerdo a mi propia percepción que, ¡por suerte!, no es la única.
Gracias. Hasta pronto.
Irene Ferrari