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sábado, noviembre 23, 2024

María Elena Di Cessari, la resplandeciente…

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Me refiero a esa mujer que hasta el martes 21 de julio le decía sí a la vida, que con sus 43 años construía la felicidad “codo a codo” junto a su esposo Javier.

Aquella mujer que no se le achicaba a las problemáticas para ser mamá, para celebrar la vida y hacerlo participando de la creación junto al Creador y así tras las búsquedas y ayudas asistidas fecundaba a dos vidas en su seno….

María Elena Di Cessari fue asaltada en la noche de este fatídico martes en su domicilio de Villa Ballester, del municipio San Martín, Buenos Aires, por una pareja de jóvenes, según dicen. Que se resistió al asalto, según dicen. Que los malditos chorros la apuñalaron en el cuello, según dicen, para robarles $20, según dicen… Dicen las crónicas policiales que esta mujer resplandeciente arriesgó su vida y la de sus mellizos de 5 meses de gestación por pesos y objetos… La verdad que realmente debe haber suplicado para que no dañaran el fruto de su vientre que con tanto empeño y amor buscó….

No es un hecho más de la violencia y la falta de seguridad, es un indicador de la caída estrepitosa en que se encuentra la naturaleza humana. Esta caída que muchos observan pasivamente sin preocuparse más de lo que están porque demasiado tiempo les lleva miserear felicidad en su burbuja cotidiana. Caída donde agoniza la belleza humana y que otros observan para sacarle algún rédito sensacionalista desde la prensa amarilla-roja en algunos medios de comunicación. Otros alimentarán el morbo comentando y comentando este caso para dar algo más de intensidad gris a su magra y hueca existencia.

La verdad es que mientras nuestros gobernantes, dirigentes y cada uno de nosotros no seamos concientes de la cultura ambiente que flota en la atmósfera social, seremos cómplices y socios de estas tragedias que tanto afectan al alma de cada uno.

Los ideólogos de las distintas orillas filosóficas, los sociólogos y tantos otros genios del intelecto humano no tienen el más mínimo pudor para llamar a la sublevación masiva por las convicciones que representan para lograr una sociedad paradisíaca. La verdad que hoy en día hay que llamarse a la rebelión contra la maldita cultura de la muerte que nos invade de antemano conduciéndonos a hechos atroces como estos.

Rebelarse contra la chatura existencial, contra los desvalores, contra el facilismo, contra el autoengaño y el engaño inducido al que tanto apela la sociedad de consumo.

Rebelarse contra los discursos y las palabrerías que nunca terminan en hechos concretos para el bien social.

Rebelarse contra el ritmo diario que aleja de los afectos y de los seres queridos porque se corre tras necesidades miserables o tras necesidades que deberían de estar al alcance de todos.
Rebelarse contra la inmundicia moral que riegan a diario en la conciencia de las personas muchos medios de comunicación atrofiando el sentido valioso de la existencia de cada uno de nosotros, de nuestros hijos.

Rebelarse contra todo aquello que esclaviza la dignidad de la persona humana para ser explotada por algún maldito interés egoísta y que en definitiva termina matándola desde lo más profundo de su alma.

Desde este espacio público, pero no por esto menos cálido ofrezco mi condolencias a la familia de María Elena Di Cessari, a su esposo Javier, a sus padres y queridos todos y realmente que Dios la tenga en su Gloria junto a sus maravillosos hijos y que este mismo Dios no se apiade de los asesinos…

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