En una ciudad de 180.000 habitantes, se llevó a 13.600, según los datos oficiales de la época. La ciencia tenía escaso protagonismo entonces. Sarmiento, el presidente de la República, se fue a Mercedes, escapando de la peste y 67 sacerdotes del clero de Buenos Aires murieron por el contacto con enfermos y moribundos. Los curas de BsAs eran para entonces 292 en Bs. As., por lo que el 22 % perdió la vida. También murieron 12 médicos, dos practicantes, cuatro miembros de la Comisión Popular y 22 integrantes del Consejo de Higiene Pública.
La vida de la ciudad quedó en jaque y también los templos fueron cerrados. La fiebre amarilla atacó a Buenos Aires en la misma época que ahora el Coronavirus, al iniciar el año, y no terminó hasta seis meses más tarde.
La celebración de la “semana santa” también se suspendió, y el pico de muertes llegó a más de 500 por día.
La iglesia católica envió un mensaje el 31 de marzo de 1871 “…a los señores párrocos” e integrantes de la iglesia en general: “Doloroso es tener que prohibir la Semana Mayor, la solemnidad del culto, sus funciones de concurso, maitines cantados, estaciones de concurso y sermones, pudiendo hacerse todo el oficio demás rezado y cantado. Prohibimos la aglomeración y en las Iglesias pequeñas, reuniones de más de veinte personas”. “Aunque se tenga en veneración y depósito la Sagrada Hostia el jueves santo, será con sujeción a estas disposiciones, sin mayor adorno, y cerrándose la Iglesia a la noche. Nuevamente se recomienda el aseo y la ventilación”.
– Autor: Luciano Tanto
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