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jueves, abril 25, 2024

Memoria vs. Inmanencia

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…hoy (24 de marzo) y por el Día de la Mujer (8 de marzo) quiero homenajear a todas las mujeres setentistas recordando a una de ellas que participó en la mayor batalla de la guerrilla argentina en Monte Chingolo…

“Todo el que sepa algo de historia sabe que las grandes transformaciones sociales son imposibles sin el fermento femenino. El progreso social se mide exactamente por la posición social del bello sexo” (De una de las 58 cartas que le escribía K. Marx a su amigo el ginecólogo alemán Ludwing Kugelmann entre 1862-1874).

No es cuestión solamente de “memoria” y banalizar los hechos, o de demonizar a los actores y admitir la derrota, sino de recordar hechos para aprender de los mismos. Tampoco debe ser trascendental la nómina de “desaparecidos”, sino la INMANENCIA de sus acciones, el hacer. Ésta es la herencia viva, no la “desaparecida”. Trascender es sobresalir, pasar de a dentro a fuera, en cambio, Inmanente, es cuando la acción perdura en el interior del ser y tiene su fin dentro del mismo ser.

Hoy el método de lucha ya no es el “hacer”, es el de “pedir”, marchar y cortar calles y no renovar, recrear o continuar la obra de los “desaparecidos”. Todo es funcional al sistema. El gobierno sabe cómo contrarrestar y supo apropiarse de los DD.HH. y hasta declamar el sentido transcendente de la lucha de los 60/70, institucionalizar la memoria de los desaparecidos (como tales) y anular el recuerdo de la inmanencia.

Por ello, hoy (24 de marzo) y por el Día de la Mujer (8 de marzo) quiero homenajear a todas las mujeres setentistas recordando a una de ellas que participó en la mayor batalla de la guerrilla argentina en Monte Chingolo el 23 de diciembre de 1975 en el fracasado asalto al Arsenal “Domingo Viejobueno”, por la traición de un agente de inteligencia del ejército el “Oso” Ranier, un hdep. infiltrado en el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo).

Silvia N. (la Petisa María), había conseguido esconderse dentro del Batallón de Arsenales. Abrazada a un arbolito, pensaba: “Tengo 24 años, esta es la primera acción militar en el ERP, nunca estuve más que en algunas pintadas o volanteadas, y ahora estoy acá atrapada. Si me entrego soy boleta. No me van a ganar”. Y no le ganaron. Brevemente esta es la historia.

Recuerda Silvia que pasó la noche sin dormir agarrada al arbolito, tolerando las picaduras de los bichos, hormigas y arañitas. Estaba sucia, orinada encima, raspada las manos, cara y arriba del hombro derecho quemada por el roce de una bala.

En la madrugada del día 24 se reanudó la búsqueda de sobrevivientes dentro del cuartel. Una patrulla con perros se acercó al lugar donde se escondía Silvia, un conscripto la encontró abrazada al árbol y cruzó la vista con ella, se hizo de no haberla visto y le dijo al oficial de la patrulla: búsqueda negativa. ¿Por qué la protegió? ¿Sería por el horror que presenciaba de ultrajes, torturas y asesinatos de guerrilleros? De todo modo, Silvia agradeció al soldado desconocido mediante una nota que escribió tiempo después.

La Petisa María pasó en su refugio hasta el anochecer del día 24 que decide escapar del cuartel trepando el alambrado tres metros. Pidió ayuda en una Villa vecina al cuartel donde le dieron ropa… esta historia completa la puede leer en el libro de Gustavo Plis-Sterenberg Monte Chingolo y en Estrella Roja nª 68 de enero 1967.

– El autor es Médico Forense

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