Paro de policías: desgranamiento en Infantería y presión sobre el 911

El paro de los policías tiene dos lecturas. La oficialista muestra una medida que pierde fuerza y un gobierno firme y triunfante. Los huelguistas señalan que el tiempo juega a su favor: la adhesión aumenta y la situación se agrava minuto a minuto.

¿Cuál es la clave de la superación de la crisis? Un acuerdo entre el gobierno y los huelguistas que llegue a un punto medio entre los 1.900 de la base de la escala salarial que está en la propuesta oficial y los 2.300 que piden los policías.

Pero para eso hay que negociar y no hay diálogo.

A través de operativos de prensa de los medios oficialistas, el gobierno muestra a los policías como una banda de delincuentes levantiscos, en una imagen muy distinta a la de los actos protocolares donde aparecen como abnegados defensores del orden, los ciudadanos y las instituciones.

Curioso: los guardianes del sistema lo ponen en jaque. Es que, en definitiva, son apenas empleados del estado mal pagados.

Si los comunicadores sociales que viven nadando en la abundancia de la publicidad oficial para transformarse en meros voceros de poder de turno se llegaran hasta el Centro Policial de madrugada encontrarían seres humanos que tienen sentido común, viven en el límite de la subsistencia y arriesgan su vida para cuidar el patrimonio de ellos, los privilegiados de una sociedad que desprecia a los “guardianes del orden” porque vienen del mismo estrato social de los que tienen que salir a robar para comer.

A las tres de la mañana, un suboficial le dice a Salta 21: le pegamos cuatro golpes fuertes al gobierno, se sumaron los administrativos de la división de trámites del personal (DAP), hicimos la denuncia penal contra los jefes, marchamos en una manifestación pública como nunca se hizo en Salta y comenzó un desgranamiento en Infantería que es crucial.

Los policías desmienten la información oficial según la cual el paro se cae en el interior, donde la actividad de la fuerza ya sería normal. Al contrario: ellos señalan que la medida tiene mayor adhesión en el interior que en la capital.

Marcha histórica?

La manifestación pública en una protesta en la que marcharon por las calles de la capital de la provincia rompió una barrera psicológica. “La mayoría no quería hacerlo, les parecía una medida extrema. Pero como fueron las mujeres y había rumores de que serían interceptadas por gendarmería un grupo salió y los demás se sumaron” comentan.

Fueron por Pellegrini hasta Belgrano. Frente a la jefatura comprobaron esto: tuvieron que salir jefes y comisarios para custodiar el vallado. “Había personal policial adentro. Podían haberlos enviado a ellos. Pero sin duda temieron que se plegaran a la protesta”, interpretan.

Los mismos jefes tuvieron que correr a custodiar la seccional primera, en Güemes y Dean Funes, adonde se dirigió la marcha. Esta siguió por Dean Funes y llegó a la Catedral, desde donde siguieron por España hasta Ituzaingo para regresar al Centro Policial.

Los policías en huelga ven como un síntoma importante a favor de su lucha el paulatino desgranamiento de Infantería: a cada turno se suman otros efectivos a la huelga. Ya están adheridos –estiman- en un cincuenta por ciento.

Esto es grave para las autoridades. Infantería –explican- es la guardia pretoriana del poder. Una línea de defensa última que si cae los deja a los jefes y gobernantes sin protección.

Otro dato: las presiones sobre el 911. Allí se juega el destino de la pulseada entre los policías y el gobierno. Si el sistema de emergencias deja de funcionar la población sentirá que ya no hay seguridad.

Urtubey se siente acorralado. Si un agente que recién se inicia logra un ingreso mínimo de 2.000 pesos o más habrá un abismo con el maestro de grado ingresante que hoy gana apenas 1.300 pesos. Y ese es el conflicto que se viene: el de los docentes.

Y si Urtubey no arregla con los policías, ¿a quién va a mandar después a reprimir a los maestros, a quienes ha calificado como «traidores a la patria»?