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“Salir a hablar un 24 de marzo es de poco tino”

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– Eduardo de la Serna, cura párroco de Quilmes

El sacerdote reclama una autocrítica eclesiástica por
haber “bendecido dictaduras”. Y dice que la paz social se quebró con Martínez de Hoz.

25.03.2009 – Crítica

“Hace doscientos años que la paz social está alterada. Desde que existe la injusticia.” El sacerdote de Quilmes Eduardo de la Serna opinó así sobre las declaraciones del vocero del Episcopado, Jorge Oesterheld. Consideró “un gesto de poco tino” que las manifestaciones se hayan producido un 24 de marzo, en coincidencia con el 33º aniversario del último golpe de Estado.

Con una visión crítica de la cúpula eclesiástica, a la que le exige hablar de “justicia” y le reprocha haber “bendecido dictaduras”,

De la Serna analizó el clima social que atraviesa la Argentina. Respondió sobre lo que percibe directamente en los barrios carenciados del conurbano bonaerense, donde “aumentó el consumo de drogas y se instaló la idea de quedarse tomando una cerveza en la esquina y esperar a que lleguen los 150 pesos del plan social”.

¿Coincide con el mensaje del Episcopado en que se vive un clima de “paz social alterada”?

–Por supuesto. Hace doscientos años que la paz social está alterada. Es un error decir que eso es algo de hoy. Mientras haya injusticia existirá ese clima. E injusticia hay hace rato: en los barrios se ve más hambre, más desocupación, más droga.

Ahora, si quieren podemos sumarle que hoy también existe un conflicto con los productores rurales. Lamento que en la oración por la patria que el Episcopado elaboró en 2001 la palabra “justicia” no aparezca. Ése sí es un problema, porque evidentemente no quisieron decirla.

¿La Iglesia es responsable de las “injusticias” que usted menciona?

–El tema de que la Iglesia haya bendecido dictaduras y se haya recostado muchas veces sobre los sectores de poder hace que sus posturas sean endebles.

En 2001, por ejemplo, la Iglesia intentó armar una mesa de diálogo. Convocó a gente del poder, pero en la mesa no había cartoneros.

¿Le parece prudente que el Episcopado saliera a difundir el mensaje del “clima de conflicto” precisamente un 24 de marzo?

–La Iglesia siente la necesidad de hablar y siente que todos están esperando su mensaje. El hecho de salir a decirlo un 24 de marzo y con el clima candente que generó la confrontación con la gente del campo es un gesto de poco tino.

La paz social se quebró, por ejemplo, con el modelo económico de Martínez de Hoz, y la Iglesia no salió a decir nada.

¿Cuál es la realidad social que usted percibe desde su trabajo en los barrios carenciados del conurbano?

–Ahí se ve todo. Por ejemplo, aumentaron los lugares donde se vende paco. No hay que ser Licenciado en Sociología para darse cuenta. Todo está ahí. Pero eso hay que verlo y trabajar para solucionarlo. No se soluciona con servicio militar, como escuché .

¿Aumentó también la violencia en los barrios?

–No, eso no lo veo. La verdad es que si hubiera un solo secuestro y fuera el de mi hijo, sería terrible. De eso no hay dudas. Pero lo cierto es que si le toca de cerca a una persona de los medios todo se difunde más y se amplifica. Los medios inflan. Y algunos hasta promueven la necesidad de armarse. Pero no hay más violencia.

¿A qué atribuye el empeoramiento de las condiciones en los barrios?

–Es algo que viene de hace mucho. De la década infame del menemismo. La juventud de hoy está acostumbrada a la dádiva de esa década. No solo ellos son desocupados, sino que también lo fueron sus padres.

Se quebró la cadena del trabajo, la mentalidad laboral. Y se instaló la idea de quedarse tomando una cerveza en la esquina, esperando a que lleguen los 150 pesos del plan.

¿Cómo se revierte?

–El país está en un momento de efervescencia y calentura. Hacen falta paños fríos y sectores que se convoquen al diálogo. No sólo la Iglesia y la política; también los medios que parecen alterados, quizá, por lo que se habla de la Ley de Radiodifusión.

Es un momento interesante de la historia.
Es necesario que todos los sectores asuman sus responsabilidades, dialoguen. Se puede no estar de acuerdo, pero es indispensable saber escucharse.

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