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sábado, noviembre 23, 2024

Sebastián Pajoni se lució en la «Muerte de un viajante»

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Aunque debamos conocer a Arthur Miller en versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino -gran detalle- la obra por su temática, línea argumental y estructura dramatúrgica, brilla con luz propia. La clásica obra de teatro del siglo XX, “Muerte de un viajante”, se hace en Salta con un elenco de reconocidas figuras del quehacer teatral nacional, entre ellas Alfredo Alcón y Diego Peretti. Lleno total anoche en dos funciones, sube nuevamente hoy a las 21 en el Teatro del Huerto.

De provocadora actualidad, Muerte de un viajente exhibe la crisis que plantea el perverso sistema capitalista en donde la movilidad y el ascenso social están reservados para unos pocos. En repetidas oportunidades, Loman (Alcón) pregunta cómo se consigue el éxito.

Alguien afirmaría: es el mejor momento de Diego Peretti. Pero seguramente, ya lo dijo anteriormente. O Alfredo Alcón es incuestionablemente impecable. ¿Alguna vez no lo fue? Frente a estos imbatibles de la escena, uno empieza a realizar otras búsquedas. Por eso y desde mi punto de vista, la gran sorpresa fue la actuación de Sebastián Pajoni como el hijo del viajante. Compone a un Happy cínico que vive en su propio mundo. Tanto él como Biff (Peretti), son unos fracasados.

jpg_alcon_3.jpgCreo que el tradicional punto aristotélico de la mímesis, so pesa en el personaje de Willy Loman (Alfredo Alcón). Nos reconocemos en él, o al menos tradicionalmente nos parecemos: la figura del jefe o jefa de familia que lucha toda su vida para tener una casa y que al momento de su muerte consigue terminar de pagarla. Jamás disfruta de sus logros y vive para ganar apenas unos pesos. Desde este punto de vista, nos identificamos en la misma serie. Alcón luce su composición actoral desde una preparación técnica que le está confirmada a nivel experiencial, profesional y artístico. Encarna a ese hombre consumido y abatido, a ese antihéroe, por el trabajo que logra con su voz y su cuerpo; el “gestus” armoniza la caracterización del personaje.

Peretti, denota un entrenamiento riguroso en su actitud corporal. Es quien le da el climax a la obra y el que sostiene un ritmo adecuado que exige el dramatismo, en un tono justo. Y uno se enamora de este actor, aunque a veces parece lograr la pose deseada como si estuviese marcando esa actitud. Por momentos la tensión desciende; en esos puntos suspensivos, Pajoni enlaza de manera relajada y elocuente, un plano de representatividad coyuntural que le permite construir el papel que le toca y que hace crecer en su conjunto la dinámica de la obra.

Punto y aparte con María Onetto, la protagonista de La mujer jpg_alcon_8.jpg
sin cabeza
, a la que llegamos a admirar porque tiene un sello artístico de base. Nos convence desde dos posturas: la retrospectiva, en la que a modo de flash back regresa al pasado y por la que nos vuelve al presente, cuando dibuja a esa mujercita que acompaña al viajante en su actitud sumisa y protectora.

Rubén Szuchmacher, eligió el equilibrio de los planos escénicos y logra una estética asentada en la prolijidad. No hay una silla que se corra de su lugar y entre la exactitud suiza y el corte inglés, arma el dispositivo dramático para poner las piezas en su lugar. Los cuidados vestuarios no dejan de ser un cliché denotante de una estatura social aburguesada, quizá tan aparentes – y por ello en consonancia- con lo que subyace en ese deseo de “parecer” que motiva a los personajes a la búsqueda de sus metas. La mezcla de planos temporales estuvo muy bien llevada por la visión del director.

Subrayable trabajo de Carlos Bermejo como el Tío Ben a quien el público le reconoció su mérito por su muy buen trabajo escénico.

Años atrás, en una entrevista que le realicé a Alfredo Alcón para El público (programa de radio), cuando vino con El gran regreso , me quedó grabada su inquietud de comunicarse con los actores salteños y decirles que tenemos cosas en común. Su actitud sin egos y su humildad me configuraron la construcción de una persona hermosa, tanto por su trabajo como por su talento, ambas cosas imborrables.

Todos estos talentos juntos, terminaron su primera función a las 22 y 22, para comenzar la próxima a las 22, 30 hs. Largas filas de espectadores ocupaban a esa hora, las veredas del Teatro del Huerto. Seguramente terminaron cansados, me hubiese gustado decírselos, ya jpg_alcon_7.jpg
que aprendí que este es el mejor elogio al actor.

Me quedo con la imagen final de la obra, tan compuesta, tan sígnica y con la sonrisa de los artistas al público emocionado que los aplaudía de pie.

Sinopsis

Willy Loman (Alfredo Alcón) ha trabajado como viajante de comercio durante toda su vida para conseguir lo que cualquier hombre desea: comprar una casa, educar a sus hijos Biff (Diego Peretti) y Happy (Sebastián Pajoni), darle una vida digna a Linda, su mujer (María Onetto). Tiene setenta años, y está extenuado; pide un aumento de sueldo, pero se lo niegan y acaba siendo despedido “por su propio bien”, pues ya no rinde en su trabajo como antes. Todo parece derrumbarse: no podrá pagar la hipoteca de la casa y, para colmo, sus dos hijos no hacen nada productivo. ¿No se ha sacrificado siempre para que estudiaran y tuvieran un futuro? A medida que avanzan las horas, la avalancha de problemas crece de modo imparable, pero Willy vive otra realidad, en otro mundo: ¡ha soñado con tantas cosas!… Ha sido un trabajador perfecto, un padre perfecto y marido: ¿dónde está el error?, ¿en él o en los demás?

– Dato: Fecha de estreno: 17 de enero 2007 en la Sala Pablo Picasso de Paseo La Plaza (Bs. As.)

Leer también:

http://www.salta21.com/spip.php?article1152 «Muerte de un viajante» en Salta con Alcón y Peretti

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