América Latina es la región con la más alta proporción de mujeres que se animan a emprender su propio negocio en el mundo, de acuerdo con un estudio realizado en 49 naciones por la Global Entrepreneurship Research Association.
Las mujeres suelen estar asociadas con tareas de crianza, enseñanza y cuidado. Claro que hay excepciones, las cuales han logrado trascendencia y nos invitan a hacer una revisión de la historia con una perspectiva de género. Ser mujer y emprendedora en América Latina no siempre es una elección, a veces surge como una necesidad y las menos, como una oportunidad. Sea cuál sea el primer motivador, se evidencia que su intención es encontrar un modo de superar las barreras culturales, económicas y sociales que etiquetan y limitan su desarrollo personal y profesional.
Según un estudio realizado en 49 naciones por la Global Entrepreneurship Research Association, América Latina es la región con la más alta proporción de mujeres que se animan a emprender su propio negocio en el mundo. Esto nos permite considerar que tenemos todo el potencial de convertirnos en un líder mundial en emprendimiento femenino, pero hay que generar las condiciones para que suceda.
Pero también existen grandes desafíos para que las mujeres alcancen todo su potencial. Los techos y paredes de cristal son dos que suelen ser analizados con frecuencia, dado que se enfocan en las limitaciones que enfrentan las mujeres para asumir roles de liderazgo o en cómo sus actividades se concentran en sectores menos dinámicos y peor remunerados de la economía. ¿Qué pasaría sí este diagnóstico nos presenta una oportunidad? ¿La respuesta está en crear una solución nueva o en rediseñar una existente?
¿Dónde estamos hoy?
En Argentina y Chile la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral es del 45%, en Bolivia del 66%, en Colombia del 50%, en México el 39%, Perú 51% y Uruguay 55%. Esta subrepresentación está asociada a que casi la mitad de las mujeres no tiene ni busca empleo y no estudia porque se dedica a tareas no remuneradas vinculadas al cuidado y la crianza. Pero también encontramos que hay sectores como el comercio que concentran la mayor cantidad de mujeres que sí trabajan, o como el caso de la educación y la salud que son los más feminizados (70%).
Según un informe del BID, en el caso de la educación, el 73% de la matrícula en programas de formación inicial en América Latina está representada por mujeres. Si bien la enseñanza es un rol clave para su inserción laboral y su desarrollo profesional, también tienen el potencial para enfrentar los desafíos que trae la automatización, la inteligencia artificial y las tecnologías digitales en otras actividades.
Volviendo al estudio de la Global Entrepreneurship Research Association, si bien vemos el potencial emprendedor de las mujeres en América Latina, lo curioso es cuando comparamos con lo que sucede en las economías más avanzadas en el mundo. En países como Japón, Alemania o España, la tasa de mujeres emprendedoras ronda el 10%. Este factor, afirman en el informe, se produce debido a la presencia de una mayor cantidad de opciones de trabajo y a niveles más altos de competitividad entre las empresas, factores que pueden hacer menos atractivo el proyecto de fundar una compañía propia.
En cambio, en Latinoamérica encontramos a los países que registran la mayor participación emprendedora femenina. Por ejemplo, 3 de cada 10 guatemaltecas de entre 18 y 64 años se encuentran en la etapa inicial de establecer su propia empresa, es decir, en los primeros 3,5 años de vida de su negocio. Esta proporción asciende a más del 26% en el caso de Colombia y al 25% en Chile.
Un camino hacia un futuro con equidad
En América Latina hay más de 1500 empresas en el mercado EdTech, un sector clave que se propone incorporar tecnología para transformar la educación, pero también desarrollar las habilidades para desenvolverse en un mundo cambiante. Debemos trabajar sobre el escenario actual para diseñar y crear un futuro más justo para todas las personas.
Emprender con tecnología y en educación, es un camino fundamental para que más mujeres educadoras encuentren oportunidades de desarrollo profesional y personal, pero también para potenciar a las nuevas generaciones para que sean productoras de soluciones que impacten positivamente en la sociedad. Tenemos la convicción de que las mujeres educadoras son agentes de cambio clave para lograrlo.
Para que América Latina se convierta en un líder mundial en emprendimiento femenino y educativo, y para que esas iniciativas sean sostenibles, es fundamental crear, junto con organismos internacionales, Estados, Empresas y organizaciones de la sociedad civil, un ecosistema capaz de potenciar iniciativas impulsadas por docentes.
Todo desafío puede ser tomado como obstáculo o como motor. Nuestra región y su población han demostrado en innumerables ocasiones que cuentan con una gran capacidad de resiliencia y de reinvención. Aquí es donde encontramos una oportunidad para cambiarlo todo.