La Camerata Stradivari reconoce antecedentes que vienen desde julio del 2009 en las provincias de Salta y Jujuy. Surge con otros nombres por la vocación musical académica y pedagógica de dos fundadores de la Orquesta Sinfónica de Salta.
Salta, jueves 6 de octubre de 2016. Teatro Provincial. Camerata Stradivari. Laudate Dominum y Bist du bei mir (Wofgang Amadeus Mozart: 1756-1791). Concierto para piano en la menor (Felix Mendelssohn: 1809-1847). Concierto para piano en la menor op. 54 (Roberto Schumann: 1810-1856). Solistas: María Magdalena Soria (soprano), Verónica Buriek (piano), María Milagros Boso Galli (piano). Conductores: Mª Inga Iordanishvili (Mendelssohn) y Martín Cardinali Schumann).
En verdad, Schumann hizo honor a la estructura de su concierto. El protagonista fue el piano y la orquesta acompañó desde el comienzo con su recio acorde inicial. El piano desgrana un motivo maravilloso de trece notas, totalmente romántico, seguramente motivado por su reciente casamiento con Clara Wiek. Martín Cardinali y Milagros Boso Galli se llevaron bastante bien destacándose la cadenza final del primer movimiento. Antes estuvo la eficaz pianista tucumana Verónica Buriek con el poco transitado Concierto en la menor que Mendelssohn escribe a sus trece años o sea antes del op. 25 que es considerado su concierto nº 1. Tal vez allí está la explicación del porqué su sonido es muy mozartiano aún. Aclaro que llegué tarde por razones de un desusado tránsito vehicular para la hora y para el día por lo que me perdí en esta oportunidad, las páginas a cargo de la soprano Magdalena Soria. Hoy, mis líneas sobre la presentación serán algo breves atento a que más adelante podré extenderme en la música de los intérpretes porque en realidad hay un hecho que a mi entender pone en segundo plano a la música escuchada.
La Camerata Stradivari reconoce antecedentes que vienen desde julio del 2009 en las provincias de Salta y Jujuy. Surge con otros nombres por la vocación musical académica y pedagógica de dos fundadores de la Orquesta Sinfónica de Salta, los maestros Viktor Muradov (concertino interino) e Inga Iordanishvili (guía de los segundos violines) con la intención, loable por cierto, de fundar una escuela y método de violín (hoy es toda la cuerda y algunos otros instrumentos) conducente hacia la formación integral artística, intelectual y humana de jóvenes músicos. Se nutre de todos los ámbitos posibles, comedores asistenciales, pueblos originarios, chicos con capacidades diferentes o también con problemas de adicción o niños y jóvenes que simplemente desean llegar a la música de la mejor manera posible.
En un momento determinado y visto el crecimiento institucional de organizadores, profesores y alumnos, se decide crear una organización amparada por una ley que les permita llegar a los objetivos iniciales en un marco de legalidad que facilite la intención de prevenir, ayudar y dar una herramienta de trabajo a través de un oficio o profesión artística. Seguramente habrá quienes queden en el camino, pero también aparecerán aquellos que lleguen a la meta fijada: hacer la mejor música a su alcance.
Como cualquier organización que nace en un medio tan periférico como el de nuestra provincia o nuestro país, que en términos de comparación no llegamos aún al nivel alcanzado por el mundo desarrollado, en los ámbitos educativos y culturales, la Fundación no tuvo todas las ayudas necesarias y tiene que atravesar numerosas dificultades y obstáculos. Pero Inga y Viktor junto con estrechos colaboradores como el violinista y director Martín Cardinali, María Nazaret Cardozo o Franco Chaile, ya llevan seis años de esfuerzos de todo tipo para concretar la primigenia idea mencionada antes. Ensayan a un intenso ritmo, en la Biblioteca Provincial, los cinco maestros trabajan ad-honorem, consiguen instrumentos para su tarea, se vinculan con otros músicos que aportan al mejoramiento de los que están en carrera, por caso el maestro Agustín Echardt y por estos días están invitados a tocar en el hermoso auditorio “La Ballena Azul” de Buenos Aires (ex Correo Central) y en las localidades de Balcarce y Mar del Plata. Están transitando la senda del academicismo y el futuro aparece promisorio, sobre todo si pudieran construir un grupo de patrocinadores para que el esfuerzo no sea tan en soledad y para que los admirados objetivos sean una realidad salteña.