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sábado, abril 20, 2024

Tartagal, dengue y turismo

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Todo comenzó con al alud de barro y agua que invadió un sector marginal de la ciudad norteña que no pocas veces se vio bajo este apuro provocado por la madre naturaleza y por supuesto con la participación de la mano del hombre también.

Tartagal está situada en una zona subtropical de clima muy cálido y a la vez muy húmedo, quizás en este sentido es muy parecido al clima tucumano. Pero existe una diferencia morfológica substancial entre ambas geografías, y es el terreno.

Tartagal es terroso, casi arcilloso, un terreno que se “sostiene” con su misma vegetación. Siguiendo este análisis es oportuno recordar que el Campamento Vespucio (muy próximo a la ciudad de los tártagos), el cual en el pasado era una hermosa villa de la otrora gloriosa YPF, de selecta estructura arquitectónica y comunitaria, sufrió no pocas veces y sobre todo en períodos de lluvia, derrumbamientos de sus cerros por la erosión del agua en tan arcilloso terreno causando no pocos daños a los vecinos que disfrutaban de tan elegante paisaje paradisíaco en medio de estos cerros densos de la vegetación verde y silvestre de la selva subtropical.

Este año y en honor al pasado, no ha sido una novedad la “tragedia natural”, sino más bien la solidaridad mediática de tantos que quisieron poner su granito de arena para ayudar a la castigada población. La verdad que se saturó la desgraciada ciudad con tantos donativos, realmente se tendría que haber visto tapada de ellos aunque claramente en muchos casos fue al revés, es decir, donativos tapados. Me viene a la mente el dicho popular “cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía” y en favor de la tan vapuleada ética tenemos que afirmar que se es generoso sin propagandear y aquí sucedió todo lo contrario.

El dengue en segunda instancia, y seguidito nomás, pasa a ser un flagelo que golpea nuevamente la zona salteña pero empieza a emanciparse la desgracia por Orán y hasta Salta Capital. Bueno, el bicho alado, comúnmente llamado zancudo por aquí; más por la ciencia, la hembra del mosquito Aedes aegypti, llegó hasta la mismísima Bs. As. con sus mortíferos virus: DEN 1, DEN 2, DEN 3 y DEN 4. Cruzando por varias provincias como Chaco, Misiones, algo de Entre Rios, por supuesto por la tan castigada, sanitariamente hablando siempre, Tucumán– que antes era la orgullosa Jardín de la República con su acervo histórico que tanto edifica el ser argento.

Es buena y densa la propaganda de prevención que se hace para frenar esta posible epidemia, pero la verdad que es tal la paranoia actual con este tema que a todo lo que vuela uno quiere matar y ante cualquier síntoma, sea fiebre, exceso en las comilonas, simple resfrío, principio de angina, tos, contracturas, o cualquier somatización inconsciente uno se siente “dengueao” y aumentan y aumentan los posibles casos de este amenazante mal. ¡Menos mal que no se confirman tantos casos como los posibles! Esto habla de la efectividad de la campaña. Pero también hay que reconocer que andamos como en la edad media cuidándose por temor y miedo el cual llega a ser casi terrorífico.

En tercer lugar, hay que decir que esta temporada turística ha sido nefasta para la provincia, no así para la hermana Córdoba por citar un ejemplo nada más), que tuvo una mejor facturación, ¡Qué suerte que tuvieron! un posible caso de dengue al final de la temporada turística de Semana Santa.

No es por ser maldito, pero en estos hechos que nos precedieron el Turismo de Salta o es inocentón, o se olvidaron de la astucia en los negocios o entregaron la plaza que tanto le costó a la provincia estructurar y ponerla a buen nivel para el argentino y para los extranjeros. Se sintió en esta última mini temporada alta como si se nos hubiera arrebatado algo de nuestro orgullo.

Así es, estos eslabones inundación tartagalense, dengue y turismo, nos llevan a esta clara conclusión: nos hicieron el negocio del turismo, si no recordemos a los agentes hoteleros declarando por la TV local con cara de desánimo cómo le cancelaban las reservas sobre la hora.

No es un dato menor perder un prestigio que, repito, costó tanto, y nos trae tantas divisas para nuestra provincia y que por supuesto, no vienen nada mal.

Más allá de las atenciones de base de la política social oficial, las cuales son prioritarias, no se puede descuidar la superestructura productiva y tampoco se puede hacer propaganda de gobierno citando a la pobreza y a la desgracia, sino, por lo contrario, cuando esta haya sido revertida, mostrar el cambio de una esperanza cumplida.

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