Daniel Binelli es -como dicen los tangueros- un «troesma» hecho y derecho. Bastaba cerrar los ojos y escuchar en ese fuelle los ecos de otro fuelle: el de Piazolla. El sonido de la orquesta fue chato y lánguido. Hay que repensar el repertorio.
Concierto de jueves 13 de diciembre de 2007
Daniel Binelli con la Orquesta Sinfónica de Salta
Dirección: Luis Gorelik
Tangos Sinfónicos
Teatro Provincial de Salta
Particularmente no soy un adicto al tango sobrecargado con orquestas enormes, como tampoco a los arreglos corales de obras folklóricas hechas para cuatro voces, pues creo definitivamente que tanto unos como otros definen una pérdida de la esencia propias de esos géneros populares…
Y quiero recalcar que, a mi juicio, esto es lo que ocurrió el último jueves en nuestro Teatro Provincial.
Primero lo primero: el maestro Binelli es -como dicen los tangueros- un «troesma» hecho y derecho. Y les aseguro que bastaba cerrar los ojos y escuchar en ese fuelle los ecos de otro fuelle: el de Astor Piazolla.
Ese sonido particular y característico que pintaba como ninguno el color de una gran metrópoli como Buenos Aires, inclusive para nosotros, tan acostumbrados a otra clase de música ciudadana, con nuestras peñas, nuestros festivales y los recitales que pululan por doquier.
Ese brillo tan preciso e inequívoco que llegó a esta tierra de la mano de un auténtico especialista como Binelli, cultor y continuador de otros bandoneones anteriores a él y que supieron forjar un género artístico que nos representa a todos y en todo el mundo, aunque no seamos porteños.
Ahí están como muestras ejemplares sus versiones a solo de gemas como «Los mareados», «El choclo» y «Adiós Nonino», servidos luego de una sólida entrega del «Concierto para bandoneón» del gran Astor, en donde la orquesta (solamente aquí) se lució como versátil acompañante y logrado sostén.
Y éste es el segundo planteo de este comentario: la Sinfónica no se sintió cómoda en ningún momento. Su sonido fue chato y lánguido. Dejó traslucir que para sus músicos se trató tan sólo de un mero trámite, tan opaco resultó su rendimiento y tan negligente la respuesta que encontró en el público que, en muy buen número, se acercó a una propuesta a priori interesante y original.
En modo alguno pretendo que estas asociaciones no se vuelvan a dar, que quede claro. Marco simplemente algunos aspectos que a mi entender bajaron un peldaño la calidad de nuestra agrupación…
Y propongo que pensemos más de una vez el repertorio que queremos (o debemos) presentar.
No sea cosa que la gente se dé cuenta que se hacen las cosas (estas cosas) muy a las apuradas y con el ánimo de malos empleados públicos.
NdR: Pedimos disculpas a nuestro columnista Jorge Moroni y a los lectores ya que por error este artículo se publicó inicialmente con el nombre de otro periodista del sitio.
Opina un lector
«Chato y lánguido» ¿desde cuando es una calificación musical?. El entendimiento o sentido comun no tiene entidad de critica para una obra académica. ¿Esto es periodismo o un blog, definanse muchachos?. Seamos serios. No se preocupen. Un lector menos no es nada.