El miércoles 7 de noviembre a las 21:00 hs. en el Teatro La Fundación Salta, se presentó la obra con dos excelentes artistas que hicieron gala del humor.
La obra está basada en distintos cuentos del Negro Fontanarrosa, célebre rosarino que retrató a los argentinos de una manera ágil y creativa, sin perder la visión absurda de los personajes que viven situaciones humorísticas. Pablo Brichta adaptó las textualidades para elaborar una pieza teatral a la que le dio el título de “Te digo más”, inspirada en uno de los últimos libros del autor “Te digo más… y otros cuentos” que contiene más de un veintenar de historias. Entre las más famosas está el cuento de “El gordo Luis” que entre charlas, Hugo, interpretado por Pablo Brichta quien además dirige la obra, le cuenta a Pipo, Manuel Vicente, para arrancarle una sonrisa. Imaginen nada más al gordo Luis haciendo de Papá Noel en pleno diciembre con un traje “como para ir a la Antártida…” Pero el tema no es la gordura ni el calor, sino la dureza del capitalismo salvaje y lo inverosímil de un personaje que no pertenece a nuestras tradiciones navideñas. Por supuesto, con ese singular estilo que saca, como bien dice la sinopsis de la obra, “los defectos y virtudes” de los argentinos.
La pieza rescata el lunfardo, especie de sustento léxico del drama, ese lenguaje típicamente porteño al que reconocemos perfectamente en una charla de bar. Se nos hace masticable, digerible, cotidiana, hasta simbólica de una manera de ser bien nuestra. “Nuestra” desde el punto de vista del ser argentino, pues no es algo típicamente salteño, no porque no haya reuniones de bar aquí sino porque hace a la imagen de los rioplatenses. Además tiene que ver con la historia de una cultura muy asentada y tradicional en Buenos Aires, recordemos la existencia de los bares notables, por donde pasaron famosas figuras del ámbito artístico como en el del Café Tortoni, por ejemplo, donde estuvo Federico García Lorca. Otros son notables por sus formas arquitectónicas o por actividades que tuvieron gran trascendencia. Allí es lícito “debatir” sobre las mujeres, en una reunión típicamente masculina. El bar tiene una connotación especial, y en lo personal, lo considero un espacio de preferencia para hablar del amor o el desamor, pues remite inmediatamente a un mundo interior invisible, a una palidez cuasi poética y a una sensación de monotonía, de repitencia, de regularidades perfectas entre el día y la noche, entre lo que acontece dentro y fuera, entre lo real y lo extraño. (No por nada mi bar se llamaba Bar La Quietud… permítanme la digresión…)
Será por eso, que la sola configuración del espacio “bar”, ya traza sentidos y apela a una circunstancia, por lo que nos disponemos “encajadamente” a ser espectadores de dos amigos que se sientan a charlar… Y les sale tan bien, tan subrayablemente bien, que en esa simplicidad de la conversación cuyo tema ronda principalmente en el fracaso de encarar a una “mina”, radica el éxito de la propuesta. Lo paradojal se vuelve el eje, lo diario se vuelve absurdo y lo temático, cobra el vuelo inspirador necesario para el entretenimiento, para reírnos del “macho” torpe, del creído, del incrédulo, del inocente, del avispado… Esa mezcla que converge en dos personajes a los que sus actores han logrado pincelar con la sana maldad y la pícara distracción. Las zonceras están al día, pero también las ilusiones. ¿Acaso no queda otra, que soñar con un “minón”, en un viaje imaginario en donde ese fracaso es superado por una alucinación? ¿Acaso el sueño no es el único viaje posible de los que apenas tienen para pagar un café…?
Manuel Vicente está dirigiendo “El partener” en Buenos Aires. Conoce al dedillo la partitura dramatúrgica de Mauricio Kartun. Recibió tres premios por su papel en “La Madonnita” y es uno de los co-protagonistas de “Salomé de Chacra” junto a Osqui Guzmán.
Y Pablo Brichta viene sumando puntos por sus actuaciones no sólo en el teatro, sino en TV y cine, por lo que pudimos verlo en “Los simuladores” y “El puntero”, por ejemplo, o en “El lado oscuro del corazón”.
Te digo más: el espectáculo que llegó a Salta fue con entradas gratuitas ya que la Fundación OSDE auspició. Una buena ocurrencia, ¿no lo creen? Para aplaudir.
– Foto de portada tomada por Salta 21