Hoy, 1º de octubre * de 2008 se cumplen 33 años del asesinato de Martín Salazar en su propia casa de la calle Francisco Arias 639 de la muy innoble ciudad de Salta. Estas líneas lo recuerdan brevemente junto a la voz de Víctor Ruiz, su cantante también asesinado años después. En sus asesinatos están involucrados jefes policiales, empresarios y hasta un senador, hacer memoria también es hacer justicia.
– Sí, yo soy el sobrino de los dos. Contesto cuando con asombro alguien me pregunta si los conocía.
Y digo soy, porque de esas personas uno no se desgarra, ni cuando la muerte te los lleva.
Por eso voy a hablar de ellos ahora, como si todo lo que digo, hubiera sucedido apenas un poquito más que ayer.
Charlando con el Gerardo Núñez, otro tío más, alrededor de una mesa de vino al medio, me contaba que cada 6 de enero caía a su casa el Martín con el Negro Ruiz, antes del alba, a buscarlos a él y el Pepe, para ir hasta mi casa en la Lavalle 173, a despertarnos con una serenata, en especial para que despertáramos a la magia de los reyes escuchando la “Chacarera del 55” cantada en vivo nada más y nada menos que por los propios “Hermanos Núñez”.
No menos famosas son aquellas serenatas que solían dar por los pueblos del interior, que no sólo eran antológicas por la belleza de la voz del Negro y por la fuerza y la dulzura de los acordes de ese piano, sino que además eran mágicas y surrealistas ya que se daban desde el acoplado de un camión que los llevaba por caminos de cornisa y tierra a veces, bajo las tormentas infernales del verano de los valles.
Imborrable es el recuerdo de las noches que con su hermana Pilar, mi vieja, íbamos a esperarlos a la salida del Casino donde tocaban, para escucharlo hasta que saliera, estacionábamos el Citroën 2CV al costadito del salón de fiestas, donde tocaban y donde alternaban junto a otros artistas como “Mr. Trompeta Aimo” o “Ché Bandoneón, Vera”, con quienes compartía también las noches del “Gallo Rojo” o el “1514”, lo que hizo que la noche en que lo velamos en mi casa, yo, con mis diez años, pudiera presenciar el desfile más increíble de personajes de la noche.
Aquella vez los amigos entre música y vino, lo sentaban a su lado, mientras una puta de pié al lado del cajón desnudaba para siempre su tristeza, y las lágrimas y el rimel, convertían el maquillaje en luto, cuando atravesaba la mejilla abierta.
Una noche memorable, la de un 20 de Febrero de mil novecientos y tantos, cuando la alta oligarquía de la rancia sociedad salteña festejaba otro aniversario de la Batalla de Salta, en los propios salones del Club 20 de Febrero, Martín viendo el estado de ebriedad de los Sres. Feudales, les hizo bailar la marcha peronista en tiempo de Vals, cuando los cholos se dieron cuenta de lo que estaban bailando, intentaron matarlo, lo que hizo que el tío saliera por los pasadizos del Club buscando la salida para después atravesar el canal de la Virrey Toledo como venía, lleno de barro podrido con su impecable traje blanco.
Desde que mataron al pianista, hasta que mataron al cantor, pasaron casi 15 años. Durante ese tiempo el Negro Ruiz andaba la vida envuelto en una tristeza infinita, tanto que podrían haberlo dejado morir nada más que de tristeza. Yo solía encontrarlo en la plaza principal o en el parque de la esquina de mi casa, con su pelo blanquísimo, leyendo un diario de noticias viejas que guardaba enrollado en el bolsillo interior de su saco raído por el más perverso roedor: el olvido.
Una tarde en que llegaban a casa Mario Casacci y Pancho Galíndez entre otros amigos poetas y pintores tucumanos, lo encontré en la esquina del parque y como tantas tardes después de convencerlo por largo rato de que viniera a tomarse un mate cocido a casa, una vez en la cocina, nos hizo el regalo de cantarnos, apenas éramos cuatro maravillados espectadores que no dejábamos de llorar en medio del bolero, con su última voz, huérfana de piano, comenzó a cantar… ”por qué no has de saber, que te amo vida mía….”
* Enviado al sitio en esta fecha para su publicación.
– Foto de portada (de Alejandro Ahuerma): Víctor Ruiz tocando el piano de Martín Salazar en la casa de calle Lavalle.
– Foto 2: Martín Salazar (traje de blanco al medio) junto a Víctor Ruiz, año 1972 aproximadamente.
Para leer las notas del autor, hacer clik en el nombre
“Víctor Ruiz y Martín Salazar”
Beber de esa música es vivir, como olvidar si lo supe acompañar con guitarra a mí querido y gran tío Víctor negro Ruiz ese honor de acompañarlo en Metan dónde tenía los únicos sobrinos y yo el menor de ellos anduve en el otro rincón de la música con el Rock nacional como bajista de algunas bandas y tiempo después me fui a estudiar a Córdoba en un fin de año me encontré con el de paseo por Metan y tuve el gran honor de acompañarlo con guitarra nada menos que , se vive solamente una vez hay que aprender a querer y vivir ,era impresionante como una gran familia gozaba de melodica,armónica voz con un bolero que se hacía infinito en el recuerdo y terminaba con un verso repetido susurrado al oído hasta que muera, hasta que mu e r a , groso y siempre que escucho esa melodía me arrincona el hermoso recuerdo de aquella noche