Soy un hombre que paga sus impuestos como cualquier ciudadano salteño. Me dirijo generalmente a la sucursal del Banco Macro que está en Belgrano (al 1300) donde funciona el Instituto Provincial de la Vivienda. La suciedad podría terminar por ahogarnos, sumado a las lluvias que hacen estragos en el lugar.
Quien realiza sus pagos cada mes casi siempre está apurado. Pero esta vez, mi ojo observador prestó la atención debida, será porque a fin de año y comienzos del siguiente, la tolerancia es menor y se buscan los pequeños cambios que nos lleven a una vida más saludable y confortable, (y con mayores signos de civilización.)
Con cierta frecuencia y regularidad, he observado las últimas veces, una falta de limpieza asombrosa en el pasillo de ingreso al IPV. No hay lugar libre de mugre, a lo largo y ancho del camino que conduce a la sucursal del Macro y al IPV. Evidentemente los espacios comunes son tierra de nadie. Mientras hace la fila para sus trámites, Ud. podrá encontrar basura, papeles de todo tipo, cartones, vasos, botellas, bolsas, envoltorios y algo que Ud. no podrá creer (o sí, si se piensa en un salteño mal educado y con hábitos poco higiénicos): pañales descartables usados y desechados en plena vía pública. Un verdadero chiquero que hace dudar que sea un lugar apto para seres humanos que transitan por el lugar de lunes a lunes.
En medio de la basura, una serie de carritos expenden comida (en la entrada), cuyos residuos y envoltorios se depositan en el piso que a media mañana, se ve blanco sucio, (cuando no un mugroso barrial).
Afuera tampoco es agradable el paisaje. Se puede hallar la misma basura que en el interior con el agravante de los yuyos que crecen al costado y que son criaderos de mosquitos «a favor del dengue», en medio de feriantes vendedores de cualquier cosa.
En las antípodas de la barbarie se halla un teatro. Alguna vez, ingresé en el Salón Auditórium, espacio que parece otro mundo: limpio y sin basura, aunque la mugre que lo rodea y las sucesivas lluvias que lo acechan podrían perjudicar su buen nombre y salud.
Alarmante desidia en una bonita ciudad promocionada turísticamente pero donde el espacio público constituido por un edificio del estado es el más sucio y desprolijo de la zona, y donde el simple hecho de hacer trámites resulta insalubre y desagradable para los ciudadanos.
¿Responsabilidad compartida? Un Estado ausente y una población sin educación y con una fuerte tendencia a ensuciar y destruir los espacios públicos.
Zona residencial. La mugre en el IPV arruina la belleza de calle Belgrano
UUuuuuffff…. y eso no es nada…. a mi, me tocó esperar en la cola del banco mientras llovía. Imposible salir porque el agua llegaba de pared a pared unos 15 cm adentro mas o menos; y bajo techo, había que estar quietecito en una baldoza evitando el agua de arriba y el barro del piso…. con temor de tocar las paredes por si tenian electricidad… puajjjj EDIFICIO PUBLICO????
NI PARA PERROS ES DIGNO!!!!