Todas las familias de Ituzaingó Anexo, en la capital provincial, tienen al menos un enfermo de cáncer. Estudios oficiales encontraron agroquímicos en sus propios patios. La Justicia falló a favor de los vecinos
13-01-09
Si bien hace diez años que los habitantes de este reducto urbano denuncian la acción de los químicos con los que fumigan los campos de soja que los rodean, recién el 30 de diciembre pasado la Justicia reconoció que tenían razón. Tribunales cordobeses acaban de prohibir esta actividad en la zona, estableciéndola como un delito penal.
La figura «contaminación dolosa del medio ambiente de manera peligrosa para la salud» puede llevar a quien la cometa a permanecer hasta 10 años en prisión. Impide el uso de agroquímicos a menos de 500 metros de zonas urbanas, y a menos de 1.500 si la fumigación es aérea.
La principal acusación es contra los dos agrotóxicos pilares de la industria sojera: el glifosato y el endosulfán. El primero es el más conocido en el país, y la empresa elaboradora asegura que no produce efectivos nocivos en el hombre. Se utilizan como mínimo diez litros por hectárea y sólo crece en esas zonas soja transgénica.
Por su parte, el endosulfán es un fuerte insecticida que sirve para el control de plagas en cultivos de algodón, tabaco, sorgo y soja. Según la Red de Acción sobre Plaguicidas (PAN), formada por 600 organizaciones de 90 países, los efectos de este producto incluyen deformidades congénitas, desórdenes hormonales, parálisis cerebral, epilepsia, cáncer y problemas en la piel, la vista, el oído y las vías respiratorias.
Las llamadas «Madres de Ituzaingó», un grupo de mujeres que desde hace diez años denuncia el accionar de los productores sojeros de la zona, asegura que de los 5.000 habitantes del barrio unos 200 sufren algún tipo de cáncer, sobre todo de mama, estómago, garganta y leucemia. Muchos de ellos son niños y jóvenes.
Uno de los impulsores de la medida cautelar ante la Justicia fue el propio subsecretario de Salud de la Municipalidad de Córdoba, Medardo Avila Vázquez, en febrero de 2008, cuando vio por sí mismo cómo se fumigaba sobre las casas. Estudios posteriores llevados adelante por el fiscal Carlos Matheu sobre los patios de las viviendas hallaron endosulfán y glifosato, al igual que en los galpones de los productores sojeros. Además de ponerle límites a su accionar, los procesaron.
A esta denuncia se sumó una investigación del Grupo de Reflexión Rural (GRR), en la que se confirmó que la mayoría de los vecinos del barrio Ituzaingó Anexo sufrían de alergias respiratorias y de piel, enfermedades neurológicas, malformaciones, espina bífida, malformaciones de riñón en fetos y embarazadas, y problemas de osteogénesis.
Ya en 2006 la Dirección de Ambiente municipal había constatado que en la sangre de 23 de 30 chicos del barrio analizados había pesticidas, en algunos casos incluso de dos tipos.
Las «Madres de Ituzaingó» se muestran esperanzadas por el fallo judicial. «Es hora de que la Justicia comience a actuar», dijeron.
– Fuente: Infobae