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domingo, noviembre 24, 2024

Libertad hacia la despenalización del aborto

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(Especial para Salta 21) Tantos hijos vienen y se los anuncia como un accidente, un «descuido”, o la imposibilidad de haber podido detener el embarazo.

Así, llegan entre hombres y mujeres inmaduros, que son incapaces de cuidar de sí mismos, menos podrían asumir el compromiso de estar juntos para criar un niño hasta que se haga hombre y se inserte en esta compleja sociedad. Nacen, si, no se les negó el derecho de nacer, su madre no cometió aborto, pero aparecen recién nacidos abandonados como gatos o perros. Comúnmente ella (la madre) no los abandona, pero muchas veces él abandona a sus pequeños hijos en manos de ella, sin importarle cómo la están pasando, ¿confía en ella?… Él también fue abandonado por su padre y sólo actúa bajo el terrible mandato…

¿Iremos camino a un estado de paternidad y maternidad de adultos responsables, que pueda permitirse la alegría de traer niños al mundo en un sitio seguro? Con abuelos y tíos atentos a colaborar con la crianza y con escuelas respetuosas de la libertad que le hace falta a un hombre para desarrollar su creatividad y no sólo funcionales al sistema de vida con el que estamos alineados o apoyaremos el camino falso, de defender la vida desde un solo aspecto, una ciega moralina y así seguir pensando que vivimos en una sociedad donde es posible lo que es imposible.

Si se apela a la sinceridad y a la inteligencia no aparecerá otra Madre Teresa que diga «No aborten, traigan esos niños nacidos que yo los crío en el falansterio»… ¿Qué clase de sociedad querríamos construir? Vamos por los siete billones de habitantes y aún intentamos regular las pasiones, apelar al sujeto en su decisión amorosa, es superar al animal que engendra y lo sagrado es respetar el ser íntegro, no sólo su proyección.

La venida al mundo de una persona es algo trascendente, es una elección voluntaria de dos personas dispuestas a hacerse cargo de ese ser que la vida deposita en sus manos, bien dice la cita de Isaías «un niño nos ha nacido, un niño nos ha sido dado». No lo fue antes, porque las condiciones científicas no lo permitían, pero ahora nadie podrá decir que se vio obligado a tener un hijo, ningún hombre, ninguna mujer, porque caminamos a un ajuste real de las leyes.

La llegada a la familia de un hijo debe ser aceptada por el padre más allá de su proveniencia genética, el símbolo de la historia de José el padre de Jesús, es claro en este pensamiento. José dudó mucho, pues esa joven María embarazada por el Espíritu Santo, no le cerraba, pero mediante un sueño Dios le hace saber que ese es el hijo que debe criar y educar, él ya se había comprometido con María y ese hijo era nada menos que el mismo Jesús. Seguro no llegaremos tan pronto a este alto sentido del amor, falta aún para que nuestra sociedad acepte totalmente la diversidad de la cultura humana.

Por supuesto que las prácticas sexuales debían estar reguladas a un uso consciente, esto fue intentado a través de manifestaciones políticas como el franquismo en España, y para condicionar costumbres y decisiones podemos recordar el nazismo alemán. Instancias absurdas, comprobadas lamentablemente, a las que no queremos apelar por experiencia.

No se puede legislar sobre el dominio de las pasiones, sería un acto de arrogancia. Sería ignorar las búsquedas humanas de libertad que Freud, Marx, Niestzche, Sartre, y hasta los mismos evangelistas con su certera opinión sobre el amor aportaron en los pilares de nuestra cultura, cada uno desde su propio ángulo.

Si nos proyectamos hacia una sociedad adulta, es necesario respetar las LIBERTADES INDIVIDUALES, de esa manera veremos florecer una sociedad más justa y soberana.

Rosa Machado

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