Neuquén (8300WEB).- Bruno Rodríguez tenía 22 años. Era un testigo protegido por haber presenciado abusos sexuales por parte de nueve policías a un adolescente que estuvo detenido con él durante enero en la comisaría segunda de la localidad de Trelew. Fue asesinado.
La justicia lo había trasladado de provincia para proteger su vida; no es una novedad que quienes “saben demasiado” también corren “demasiados riesgos”. Se sabe. Y, aunque se sabe, sigue pasando, de la misma forma que continúan sucediendo los abusos como los que había presenciado Bruno.
Ya no vivía en Chubut, por miedo y por protección, pero regresó por unos días a hacer trámites a Trelew. Aparentemente, los uniformados implicados en los casos de abuso sexual no perdieron el tiempo. Ahora, la justicia planea sacar de la provincia al joven que efectuó la denuncia, en su momento, de las situaciones de las cuales Bruno había sido testigo. Parece más fácil desarraigar a las víctimas que trabajar en serio para modificar una realidad que no puede seguir sucediendo.
Recibió tres puñaladas que terminaron con su vida, aunque no con su
testimonio, ya que la justicia cuenta con sus declaraciones. Bruno,
culpable de ver lo que no tenía que ver y de decir lo que debía callar.
Por el estado de inconciencia en el que quedó luego del ataque, no pudo explicar qué sucedió, lo que deriva en que “no haya sospechosos” por el crimen.
Una práctica frecuente. Por la facilidad que tienen algunos sectores de
amordazar testigos, faltan demasiadas personas. También faltan políticas claras al respecto y un accionar concreto y urgente, para que esto tampoco suceda nunca más.
– Prensa del Pueblo – 27/3/2012