Anoche a las 21 en el Teatro del Huerto con una sala copada, los salteños optaron por este tipo de humor que marca una determinada elección por el humorista y que ronda en la suspicacia provinciana. “Yo soy así», dijo seguro y convencido a Salta 21.
Pasadas las 23 hs, se retiraba del teatro Cacho Garay, “loockeado” informalmente.
Durante el espectáculo, bromas como que mi papá le dice la quinceañera, a Cristina Kirchner, en un contexto familiero en donde el humorista rescata lo propio para hacerlo de todos, pega bien. ¿Por qué le dicen la quinceañera? “Porque ya está peluda”…
El relato sobre un pueblo mendocino en donde se crió sin televisor y que su papá era «Don televisor” y aparecía por una ventana para “mostrar” y contar lo que veía por la tele, desternilló de risa. Los dibujos animados de Hijitus, el western (todo con imitaciones irrisorias) cerraba con la parte en que hacía de Isabel Sarli: “¿qué quieres de mí?” – frase de la actriz. Y lo gracioso de la postura de un hombre haciendo de esta diosa infernal algo ingenuo con la aclaratoria que los que miraban no entendían nada… pega también.
O llamarle al editor “Don Kapelusz” un ser confundido que dijo que los indios no tenían “armas” porque no vio la parte en que Isabel Sarli era asediada por los indios “armados” debajo de sus taparrabos, tiene un toque de exageración pueril.
Su salida como un “desorientado” que dice “Estamos en Salta porque llegamos” y perdonen la “irrupción” al momento en que entra serio y lento, dan la clave de todo el espectáculo en el que cuenta anécdotas, canta, imita y apela al público.
El diagnóstico “Vaca”, fue un chiste bien popular: es cuando el médico dice Mum mum. Toda la ingenuidad logra doble efecto para la risa.
Chiste: «¿por qué no hay que pegarles ni tratarlas mal a las mujeres? Porque igual nunca aprenden”. O el Boby – por el perro-correteador de los autos que pasaban y que se murió pero su mamá le dijo que fue al cielo y que cuando Cacho iba en avión pensaba que no se le ocurra al Boby corretear el avión, se asientan en un estilo bien “marcado”. Es un sello personal. «Hacía calor porque estaban prendidos los ventiladores de las alas»…
Decirle “lobelisco” al escultural Obelisco, cuando aquella vez pisó Buenos Aires para ir al programa de Tinelli – donde logró imponerse como humorista- también habla sobre su lenguaje: paisano, bien popular y sin desterritorializarse pese a su fama.
Cuenta a Salta 21 que antes de vivir de esto, trabajaba como herrero y como camionero en su pueblo: «hice muchas cosas, muchos trabajos»- dice. Le preguntamos si su espectáculo tiene algún tipo de espectador puesto que “nostalgea” con la música de Los Iracundos, a la par que va haciendo un popurrí divertido de las letras, incluso imita a Sandro en sus gestos. Explica que se sorprende porque «viene» gente de todas las edades. A la prensa televisiva les dice: “El busto es mío”- como dijo Moria Casán- aclara.
Hablamos con la cantante de tango que puso Garay en su espectáculo: cuenta que ya anduvo por Salta aquella vez que Silvio Soldán llegó al teatro provincial. Se llama Marisol Martínez y le agrega frescura y juventud al show. Garay comenta que la conoció en Buenos Aires. «No solamente canto tangos… también otros estilos y hago unipersonales»- dice ella.
Cacho Garay se toma el trabajo de preguntarle al público si quiere cantar: “Estos son Toyota pura, ni una onda…”. Luego que logra fuerza vocal en el público aclara que a la señal, canten todos con él el estribillo. Lo que canta es irreproducible, por lo que todos mueren de risa.
Cuando vio que una pareja llegó tarde, comenzó a hacer que el show cerraba y se despedía para que piensen que se habían perdido todo.
En el escenario lo acompañan dos artistas más: uno que dialoga con él, entre otras cosas, además de ponerle los sonidos a algunas historias; y un guitarrista.
Anécdotas sobre el viagra, cómo fue que la pastilla que cayó en la sopa hizo que los choclos quedaran duros; que todos van y dicen “es para un amigo”, sacó de sus butacas a los espectadores. O que un viejito la toma par no orinarse en los zapatos… “Yo no la tomo porque es amarga”… dice.
Entre cuento y cuento, relata que mientras iba en el avión la azafata le preguntó, “con el tarro que tenía en la mano”- por la latita- si quería una paja. Le dio vergüenza y agradecido dijo que no pero expresa: “qué servicio…”
Rescatamos la humildad y efectivamente pudimos comprobar que Cacho Garay es así en el escenario y en la vida: un personaje.
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